César Manrique. La influencia del Atlántico:
Jaquetón de profundidad azul
Marrajo peligroso con deslizamiento rápido
Hanequen devorador de quillas
Alcatrina con carnada fácil
Tintorera a medio océano
Morena de cuevas de fondo
Quella de hondura de difícil izado a bordo
Remudo de pesca fácil por las costas de barlovento
Cherne nadando sólo en fondos rocosos
Palometón desconfiado, pero curioso
En las arenas he dejado siempre huellas. El dibujo efímero de mis pies era perfecto y constante.
He respirado yodo puro del Atlántico. He visto la llegada de Feliciano con su barco abarrotado de pesca con su primitivo perfume salado y marino.
Viejas con manchas rojas, marrones y azules que fascinaron mis ojos infantiles como un juguete maravilloso.
Fantasías desbordaron mi alma caminando y taladrando los secretos de las infinitas formas y colores.
Especies indeterminadas capturadas ocasionalmente en las nasas o pescadas a cordel, me sorprendían por otro sentido, por otro planteamiento de diseños insospechados.
Mi capacidad de observación era constante en estos veranos del norte de la isla con intenso sabor de mar y de intenso sol, de mis días infantiles en La Caleta.
Sentía también el miedo de la potencia manipuladora de las grandes olas del reboso. Tenía instinto y conocimiento de autodefensa ante la potencia del mar de Famara, esquivando y sumergiéndome, apareciendo y zambulléndome, como defensa ante la fuerza oceánica.
Ahora quiero recordar mis pensamientos de aquellos momentos, que formaron mi sentido conceptual de las posibles formas de calidad y color.
Tuve siempre ante mi vista, agua salada y arena, charcos con cabosos, barcos varados ayudados con parales, barcos yendo y regresando a vela, barcos a remo. Todo esto formaba el clima y la situación que respiraba, mezclados en el espacio que colmaban mi deseo con entusiasmo, para ir descubriendo como un sueño medido, a mi verdadero sentimiento.
Mis recuerdos cribados, analizados y rehechos en ese significativo y perfecto espacio, son los que me han dado la oportunidad de hacer toda la libertad ante las formas y colores del Atlántico que la Naturaleza en su multiplicidad creadora, me mostraba sus secretas combinaciones de niveles estéticos, que desconocía.
Crear con absoluta libertad, sin miedos y sin recetas, conforta el alma y abre un camino a la alegría de vivir.
(César Manrique, 1986)
A César Manrique, pastor de vientos y volcanes. Alberti:
Vuelvo a encontrar mi azul,
mi azul y el viento,
mi resplandor,
la luz indestructible
que yo siempre soñé para mi vida.
Aquí están mis rumores,
mis músicas dejadas,
mis palabras primeras merecidas de la espuma,
mi corazón naciendo antes de sus historias,
tranquilo mar, mar pura sin abismos.
Yo quisiera tal vez morir, morirme,
que es vivir más, en andas de este viento,
fortificar su azul, errante, con el hálito
de mi canción no dicha todavía.
Yo fui, yo fui el cantor de tanta transparencia,
y puedo serlo aún, aunque sangrando,
profundamente, vivamente herido,
lleno de tantos muertos que quisieran
revivir en mi voz, acompañándome.
Mas no quiero morir, morir aunque lo diga,
porque no muere el mar, aunque se muera.
Mi voz, mi canto, debe acompañaros
más allá, más allá de las edades.
He venido a vosotros para hablaros y veros,
arenales y costas sin fin que no conozco,
dunas de lavas negras,
palmares combatidos, hombres solos,
abrazados de mar y de volcanes.
Subterráneo temblor, irrumpiré hacia el cielo.
Siento que va a habitarme el fuego que os habita.
(Rafael Alberti, 1979)
Lanzarote:
[...]
Barcas y faros y noches,
barcas sobre el mar
poblando la soledad.
Barcas, voces, idas desoladas.
Miro esa luna que quiere ser un sol,
miro ese grito dibujado en la corteza,
esa vena, esa sangre todavía lejos de su meta.
Esas hojas de silencio sobre un mar rojo.
Miro ese pozo donde sufre un amor,
miro ese horno donde el pan se cuece,
en la piedra, el sol, la lava parada,
en ese monte que habita la noche,
vibrante de estrellas calcinadas,
de gritos inaudibles, de matanza y belleza.
[...]
(Henri Robert, 1957)
Ecología y turismo:
César Manrique sería de las primeras personas en alzar la voz en esta Isla por las actuaciones arquitectónicas y urbanísticas. Ya en 1959 reclamaba públicamente la creación de una “conciencia insular de lo que realmente debe ser el urbanismo”.
Años más tarde, en 1965, cuando enfrentábamos el proceso de transformación del modelo económico de la Isla, declaró: “Siento un poco de miedo ante la avalancha turística que se avecina a Lanzarote”. Y en 1978, publica “S.O.S. por Lanzarote”, un manifiesto que gritaba a los lanzaroteños: '¡No toleren el menor daño a la Isla!'
En 1984, y por la instalación de hamacas en las playas de Papagayo, César Manrique se enfrenta públicamente a Honorio García, alcalde de Yaiza. Este mismo año apunta una dictadura de la estética como idea para acabar con el libertinaje especulativo. “Momento de parar”, es otro de sus manifiestos que aparece en 1985. En septiembre, en el acto de presentación del Patronato Insular de Turismo, criticó que la especulación "barata" de los empresarios se estuviera cargando la Isla.
En febrero de 1986, apenas principiaba aquel año, César Manrique en un congreso sobre la vivienda del futuro que se celebraba en el Auditorio de Los Jameos del Agua, en presencia de un significativo número de intelectuales alemanes, y manifiesta ausencia de nuestras autoridades que volvían a darle la espalda, leyó “Lanzarote se está muriendo”, el manifiesto que supondría la primera piedra de la contestación social de los siguientes años en defensa del territorio. También en marzo, bajo el lema '¡Salvar Lanzarote!' César Manrique convoca a una reunión al presidente del Cabildo, los alcaldes y al delegado del Gobierno. (Rafael Fuentes)
Cultura y paisaje:
Toda esa urbanización sin sentido ha causado una pérdida de identidad territorial. La gente se pregunta qué está pasando. Tanto localmente como en el contexto de la globalización. Todo eso causa en las personas desorientación, desasosiego, la sensación de que aquí hay algo que no funciona. La preocupación por el paisaje per se no se entiende si no es en este nuevo contexto del territorio. Se han removido las consciencias y se ha convertido en bandera de muchos sectores de la población y, finalmente, de la política también. Ha llovido cuando tenía que llover. Más que un debate estético, se ha convertido en una cuestión territorial y cultural. Sobre todo, el paisaje es un tema de debate cultural. Cuanto más culta es una sociedad, más respeta sus paisajes, conservando los elementos que le dan sentido y mejorándolo cuando es necesario" (Joan Nogué).
Reseña:
Polifacético artista (arquitecto, escultor y pintor) César Manrique. Fue un firme defensor de los valores medioambientales en las Islas Canarias, y especialmente en su isla natal. Premio Mundial de Ecología y Turismo y Premio Europa. Algunas de las obras más destacadas que diseñó son el Taro de Tahiche, los Jameos del Agua, el Mirador del Río, el Jardín de Cactus y el Horno-Asador de Timanfaya en Lanzarote, el Lago Martiánez y Playa Jardín en Puerto de la Cruz, el Centro Comercial La Vaguada en Madrid, los Miradores de la Peña en El Hierro y el del Palmarejo en La Gomera, y los Parques Marítimos en Santa Cruz de Tenerife y Ceuta. Había nacido el 24 de abril de 1919. Murió en 1992 en un accidente de tráfico en Teguise (Lanzarote).
La educación y la cultura de un pueblo van más allá de sus costumbres festivas, romeras o carnavaleras.
La cultura de un pueblo se refleja sobre todo en el valor con que cuida y defiende los paisajes y sus tierras, así como las construcciones ancestrales que constituyen historia viva de su identidad y patrimonio material de su alma, de su esencia.
Un pueblo que no defiende su identidad, no solo es un pueblo inculto, sino muerto. (César Manrique)
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