Michelangelo Buonarroti (Caprese, 1475-Roma 1564):
Hijo del podestà de Caprese (cerca de Arezzo), ingresó a los trece años en el taller de Ghirlandaio, quien, asombrado de su talento, lo recomendó a Lorenzo el Magnífico. Fue acogido en el palacio de los Médicis como si fuera de la familia. A los quince años trabajaba ya con Bertoldo en el casino de San Marcos, museo de antigüedades reunido por los Médicis. Allí esculpió el Combate de los centauros contra los lapitas (Bargello, c. 1490) donde conjuga la masa como jamás Donatello había logrado, y la Virgen de la escalera (1489-1492), relieve de poco realce, en el que la figura de la Virgen aparece como extrañamente conturbada por una trágica visión. Sólo los tres angelotes ponen en esta obra un ligero reflejo del renacimiento toscano. Una expresión tan distinta a la usual era un signo decisivo del genio de Miguel Angel.
Muerto Lorenzo el Magnífico marchó a Bolonia, donde terminó algunos trabajos comenzados por Nicollò dell'Arca y estudió la obra de Jacopo della Quercia. De su primera época en Roma data su Baco ebrio (1496-1497): el joven dios levanta una copa en su diestra y adopta una original postura basculante.
En la Pietà de San Pedro, asimismo de esta época, logra destacar el desnudo armonioso del Hijo, en el que parece centrarse el ideal clásico a que aspiró el renacimiento a finales del quattrocento, sin olvidar por ello el patetismo, tratado con grandiosidad inigualable, tanto en el conjunto como en el rostro, jovencísimo, de la Virgen.
Regreso a Florencia (1501):
De vuelta a Florencia, con 26 años, esculpió su gigantesco David (1501-1504). Al joven se le sorprende en el momento de mirar fijamente al adversario y medir la acción inminente, en la línea que separa la potencia del acto. El rostro expresa la certidumbre de la victoria sobre todo y sobre todos, el orgullo y la dignidad del hombre. Se logró una de las obras maestras más indiscutibles de todo arte y un símbolo de la nueva juventud del mundo que fue el renacimiento. También realizó las estatuas de los doce apóstoles para la catedral, de las que sólo queda el San Mateo (1503).
La batalla de Cascina:
Del otoño de 1504 a primeros de marzo de 1505, cuando el papa Julio II lo llama a Roma (y tal vez de mayo a octubre de 1506) trabajó en un gran empresa que quedó irrealizada: el fresco de la Batalla de Cascina para la Sala del Gran Consejo en el Palacio de la Señoría. En 1503 la Señoría había encargado a Leonardo que pintara la gran sala construida por Cronaca en 1495 para albergar el parlamento de la república savonaroliana.
ejecutado en competencia con La batalla de Anghiari. Probablemente dudando de que Leonardo pudiera llevar por sí solo la enorme empresa de decorar la sala.
"Piero Soderini, entonces gonfaloniere, por la gran virtud que vio en Miguel Angel, le hizo encargo de una parte de aquella sala: lo que fue motivo de que hiciera competencia a Leonardo en la otra pared". (Vasari)
Los cartones (estudios para el fresco) de ambos maestros fueron pronto divididos y perdidos. Hoy sólo se conserva (Oxford) un fragnento retocado del de Leonardo.
En la composición elegida, Miguel Angel se diferencia del estilo de su rival, cuya grandeza reconocía, aunque tal vez de mala gana.
Alternando con estas obras Miguel Angel realizó algunos tondi, esculpidos (Madonna Pitti, con influencias de Leonardo), o pintados (Sagrada Familia o tondo Doni, 1506), cuyas figuras, concebidas según un ritmo espiral, poseen un colorido que contribuye al efecto plástico de la obra.
Estancia en la Roma de Julio II:
En 1505 fue llamado a Roma por el papa Julio II, quien le encargó la realización de su sepulcro; el proyecto inicial fue diferido.
Tras pasar ocho meses en Carrara seleccionando mármoles Miguel Angel vuelve a Roma, es expulsado del palacio por orden del papa y marcha a Florencia.
Tras ser conminado a encontrarse con el papa en Bolonia, funde en bronce una estatua de Julio II (colocada en 1508 y destruida en 1511).
La Capilla Sixtina (1508-1512):
El papa hizo que el artista se ocupara de la decoración de la bóveda de la Capilla Sixtina (comenzada el 10 de mayo de 1508), en la que Miguel Angel habría de representar el prólogo y el epílogo de la Humanidad: La creación y el Juicio final.
Bramante esperaba el fracaso e impulsaba al papa a forzar a Miguel Angel para que se comprometiese a pintarla. Miguel Angel al principio se excusó y se lamentó, protestando de que aquel arte no era el suyo.
El encargo era pintar en las lunetas las figuras de los doce apóstoles, y en el techo algunas figuras decorativas. Miguel Angel propuso al papa recubrir de pinturas toda la bóveda.
"Vio, en un relámpago toda la historia divina y humana como proemio a la venida de Cristo: la creación del Universo, la creación y la caída del hombre, el pecado y el castigo del hombre, todos los acontecimientos que habían hecho posible y necesaria la Redención. Y como si esto no bastara, se propuso representar, junto a aquella epopeya, que narraba la guerra entre la Divinidad y la Humanidad, a todos los precursores directos del Redentor, todos los antepasados de Cristo según la carne, a todos los profetas y las sibilas que habían anunciado su advenimiento". (G.Papini)
Las escena bíblicas (Separación de la luz y las tinieblas; Creación del cielo; separación de las tierras y las aguas; Creación de Adán; Creación de Eva; Pecado original y expulsión del paraíso; Sacrificio de Noé; Diluvio Universal; Arca de Noé) van surgiendo en la bóveda como visiones celestiales; las figuras de las sibilas, y de los profetas, los asombrosos ignudi, representan la más pura concepción de la técnica dibujística de los florentinos, aliada aquí a la monumentalidad romana: es la culminación del renacimiento y tal vez la más completa expresión del genio de Miguel Angel.
Se acostaba en un alto andamio y la pintura le caía en los ojos.
Soportaba las vehemencias de Julio II, amigo pero que se sentía dueño y había llegado a golpearlo con un bastón.
A veces le faltaba dinero para continuar y en 1511 tuvo que ir a Bolonia, siguiendo al papa en guerra, para conseguir los fondos que le había asegurado.
"Nadie ha penado nunca lo que yo estoy penando y padeciendo ahora, sin salud y con muchas fatigas, y, sin embargo, espero con paciencia el momento de alcanzar el fin deseado".(Miguel Angel)
"Rafael llegó a Roma y pintó las Estancias en la misma época en que Miguel Angel pintaba la Sixtina; pero el de Urbino hubo de reconocer las excelencias de la pintura de Miguel Angel, a cuyo influjo no pudo sustraerse". (G.Papini)
La capilla fue descubierta al público el 31 de octubre de 1512 ante la insistencia del papa. Julio II quiso que fuese retocada con oro. Miguel Angel respondió que no veía que los hombres llevasen oro. El papa replicó: "Quedará pobre" a lo que respondió Miguel Angel: "También los que están ahí pintados fueron pobres". Julio II murió cuatro meses después. Había dicho a los cardenales en su lecho de muerte que había sido el más grande de los pecadores y que no había regido la Iglesia como debía.
Adriano VI, papa desde 1522 a 1523 se propuso hacer destruir los frescos.
Había sido preceptor de Carlos V, arzobispo de Tortosa, virrey y gran inquisidor. Ya había hecho cerrar todas las puertas del patio del Belvedere para que nadie pudiese entrar a contemplar las desnudeces de las estatuas antiguas.
... "quería echar por tierra la capilla del divino Miguel Angel, diciendo que parecía una sala de baños llena de gente desnuda, y despreciando todas las buenas pinturas y las estatuas, las llamaba lascivias del mundo y cosas oprobiosas y abominables". (Vasari)
La tumba de Julio II:
El proyecto para la tumba de Julio II, grandioso en su primera concepción, fue varias veces modificado, y finalmente reducido por deseo de los herederos del pontífice (muerto en 1513).
Habría debido surgir en la tribuna, aún incompleta, del nuevo San Pedro, comenzado más de 50 años antes por Rosellino en la época de Nicolás V.
Se decidió, al fin, la construcción de una sencilla tumba parietal, para la que se utilizaron algunas de la estatuas ya esculpidas (Raquel, Lía y el Moisés [San Pietro in Vincoli, 1515-1516]). El gran fracaso de la vida de Miguel Angel como él mismo proclamó, fue la simplificación del proyecto inicial del sepulcro de Julio II, que el artista consideró como la obra maestra de su vida. Los patéticos Cautivos o Esclavos (Louvre), labrados para esta obra, fueron concebidos, por lo tanto, para formar parte de una maravilla que jamás habría de realizarse.
Regreso a Florencia (1515):
Terminado el Moisés regresó a Florencia. Por expreso deseo del nuevo pontífice, León X, proyectó la fachada del templo Brunelleschiano de San Lorenzo, que no se realizó. Años después, a instancias del nuevo papa, Clemente VII, trabajó en la sacristía nueva de dicho templo, destinada a ser capilla funeraria de los Médicis. El pontífice deseó en un principio cuatro sepulcros, uno en cada paramento, con una imagen de la Virgen, entre los santos Cosme y Damián, presidiendo el conjunto. Finalmente el proyecto se redujo a dos sepulcros, con las estatuas de los duques Julián y Lorenzo (Il pensieroso), La acción y la contemplación entronizadas sobre los sarcófagos, que llevan yacentes los desnudos del día y la noche, la aurora y el crepúsculo, simbolizando el mundo perecedero.
Oh Noche, tiempo dulce aun siendo tan negro
tú cortas el cansado pensamiento...
Tanto los elementos decorativos como las figuras están tomados del repertorio antiguo, pero nunca se ha mostrado mayor dominio sobre la composición y del nuevo estilo. Esculpió estas tumbas entre los cincuenta y los sesenta años.
El Día, que casi esconde el rostro tras el hombro, muy levantado, mira con enojada cautela hacia adelante. La Noche reclina el rostro sobre el pecho y muestra una tristeza petrificada. La Aurora tiene el rostro de la saciedad. El crepúsculo inclina la cabeza pesada y pensativa para buscar consuelo en el sueño. La tristeza llena la vida humana compuesta de días veloces que se persiguen y se semejan en su inutilidad.
Deseoso Clemente VII (Médicis) de guardar en un suntuoso monumento los tesoros bibliográficos adquiridos por Cosme el Viejo, Pedro y Lorenzo el Magnífico, encargó a Miguel Angel la construcción de una rica biblioteca (La Laurenziana), así como los planos del vestíbulo y la escalinata. Los planos son de Miguel Angel, así como las primeras obras, pero el conjunto fue terminado por Vasari.
Hasta 1530, época en que hizo crisis las libertades en Florencia, participó como ingeniero en la fortificación de la ciudad contra las tropas del papa y las del emperador (fortificaciones de San Miniato 1528-1530). Derrotada Florencia, los enemigos de la derrotada república quisieron asesinar a Miguel Angel, que huyó a Roma donde fue acogido por Clemente VII y fijó allí definitivamente su residencia (1534). Dominado por su ardiente amistad por T.Cavalieri y por un culto apasionado por la belleza terrestre, compuso arrebatados poemas y dibujos muy cuidados de temas mitológicos (Ganímedes, Faetón).
El Juicio Final de la Capilla Sixtina (1536-1541):
A instancias del nuevo papa Paulo III, volvió a la pintura con el Juicio Final de la Capilla Sixtina. El conjunto, concebido a los sesenta y dos años, es desarrollado por el artista como el eterno drama que escapa al poder del tiempo y del espacio; en él, sobre un fondo inmenso de auténtico visionario, pintó un rebullir de figuras desnudas flotando sobre los rojizos fulgores del infierno. La obra, calificada por Vasari de stupenda meraviglia del secolo nostro, es un anticipo de la ampulosa pulsación del barroco, pero con un acento de desesperación, con una atmósfera de tempestad, consustanciales con el temperamento apasionado del artista.
Los ángeles siguen llamando a los muertos con las trompetas. Se trata del comienzo del Juicio, 314 figuras humanas representan los miles de millones de almas que habrán de comparecer ante el Juez el último día. Se ha identificado gran número de rostros (Dante, Savonarola, Vittoria Colonna, Tommaso del Cavaliere, el fiel criado Urbino, Julio II...). Miguel Angel pinta un pavoroso autorretrato en el mísero despojo de la piel de San Bartolomé. Se reconoce como mártir de los poderosos, los adversarios y de sus ensueños más que humanos.
Pietro Aretino se unió a la conspiración de moralistas que criticaban la desnudez de diez figuras humanas. Le aconseja que imite "la modestia florentina, la cual, bajo unas hojas áureas, encierra las de su bello coloso, y eso que está en una plaza pública y no en lugar sagrado". En su carta a Miguel Angel de noviembre de 1545 escribe:
"... en el tema de tan alta historia, mostráis los ángeles y los santos, estos sin ninguna honestidad terrena y aquellos sin ornato celestial alguno...; y quien sea cristiano, pero más estime el arte que la fe, tendrá por espectáculo real tanto el decoro no observado en los mártires y en las vírgenes como en el gesto del que es arrebatado por los miembros genitales, que hasta en los prostíbulos cerrarían los ojos para no mirarlo". (Aretino)
En 1564 la Congregación del Concilio, con el consentimiento de Pío IV, ordenó que se cubriesen las desnudeces. El trabajo se confió a Daniello de Volterra, y a la muerte de este (1566) fue continuado por Girolano de Fano. Otros recubrimientos se hicieron bajo Sixto V y bajo Clemente XIII. En tiempos de Gregorio XIII y de Clemente VII se pensó en tapar con cal todo el fresco.
Fe, religión e Iglesia:
Desde la adolescencia no había dejado de ser un cristiano lleno de fe y de deseos de perfección, combatido y tentado por la adoración pagana de las formas. Su fe juvenil se inspiró principalmente en Dante y Savonarola. Es de suponer que le causara indignación la corrompida Roma de los papas que conoció. Su admiración por Vittoria Colonna, por el cardenal Reginaldo Pole y por Berni -sospechosos de simpatías protestantes- confirma que esperaba una reforma disciplinaria y espiritual de la Iglesia.
En los últimos años de su vida Miguel Angel, arrastrado por los vaivenes espirituales de la Reforma católica, expresó en sus obras y en sus escritos una fe dolorosa, cierta necesidad ineludible de penitencia.
Las fábulas del mundo me han quitado
el tiempo dado para contemplar a Dios,
y no sólo he olvidado sus mercedes,
sino que, al olvidarlas, he pecado
A partir de 1543 se consagró principalmente a la arquitectura. Sucedió a A.Sangallo en las obras del Vaticano, y proyectó la cúpula, que no terminó, así como en las del palacio Farnesio, donde realizó la atrevida cornisa. El resto de sus construcciones tienden igualmente a manifestar el acento sobrehumano, patético, con que concebía la arquitectura: proyecto de Santa María degli Angeli, en las Termas de Diocleciano; la impresionante Porta Pia (c. 1560); los planos para la urbanización de la plaza del Capitolio.
Sus últimas esculturas son tres Pietà en las que el cuerpo que contenía la esperanza de los hombres es retenido en su caída por unas manos amorosas.
Esculpidas con sus últimas fuerzas en sus últimos años, en los que pensaba en la muerte más que nunca, son la atormentada manifestación de la oración y de la esperanza de Miguel Angel.
- la de la Catedral de Florencia:
Trabajaba en ella desde 1553. El Nicodemo que sostiene a Cristo es un retrato del maestro según Vasari. Debía adornar el altar de su capilla funeraria en Santa María Maggiore de Roma. El mármol de mediocre calidad lo irritó hasta el punto de que rompió a golpes la pierna izquierda del Cristo. La estatua inconclusa, regalada a un amigo, fue trasladada a Florencia y estuvo colocada en la catedral. Actualmente se encuentra en el entresuelo del Museo de la Obra del Duomo.
- la Pietà de Palestrina: Aunque se ha discutido su autoría, ningún artista conocido su época habría podido imaginar una obra así. Estructurada por Miguel Angel y retocada por algún alumno seguramente. Se conserva mucho la original idea de una íntima compenetración de los tres cuerpos. El conjunto es de una gran solemnidad severa.
- la Pietà Rondadini: Trabajada en noches insomnes a la luz de una vela. Presenta huellas de continuos cambios de ideas en la mente del artista. Funde la figura de Cristo con la de su Madre en una masa gigantesca, en la que el autor parece haber prescindido de toda concepción estética, incluso de la realidad objetiva del mundo físico, en una alucinante búsqueda de la espiritualidad.
La figura de la madre en su dolor apenas tiene fuerzas para no dejar caer el descarnado y colgante cadáver divino. El Cristo no tiene boca y sus ojos entornados se inclinan hacia la tierra.
Era un enamorado de de la obra de Dante. La releía continuamente y reflexionaba sobre ella. La Comedia influyó mucho en la concepción del Juicio Final. Se había ofrecido al florentino León X para "hacerle sepultura conveniente y en lugar honroso". El exilio es el suceso de la vida de Dante que más le conmueve.
Ojalá fuera yo él, nacido para tan alta fortuna;
por su áspero exilio y su virtud
trocaría el más feliz de los estados.
Su amistad con la poetisa Vittoria Colonna, que le inspiró las famosas Rime, iluminó los últimos años de su vida.
El arte que aprecié y en el que fui
tan celebrado ¿adónde me ha llevado?
Pobre, viejo y esclavo de los otros,
deshecho estoy si no me muero pronto.
Sus funerales se celebraron con gran solemnidad en San Lorenzo y fue enterrado en Santa Croce.
Miguel Angel es el maestro de lo sublime, de los efectos grandiosos. Su arte no cesó de enriquecerse, de evolucionar, ganando siempre en vigor patético. Su influencia dominó todo el s. XVI, tanto por la pureza de su clasicismo como por su complejidad formal y espiritual.
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