Armas de fuego:
La pólvora fue inventada en China en el siglo IX aunque no se empleó con armas metálicas como en occidente.
Sus componentes (carbón, azufre y nitrato potásico) son relativamente fáciles de encontrar.
Los bizantinos y los árabes la introdujeron en Europa alrededor del 1200.
Hacia 1250 Roger Bacon escribe el primer documento europeo que describe su fabricación.
Las Crónicas del rey Alfonso XI de Castilla registran por primera vez su empleo con fines militares llevado a cabo por tropas musulmanas durante el sitio de Algeciras (1343).
Las guerras o las amenazas de guerra desempeñaron un papel fundamental en las fusiones de sociedades que dieron origen a los estados.
Las armas de fuego que introdujeron determinados grupos sirvieron como elemento aglutinador de territorios.
El arcabuz (s.XV):
Predecesor del mosquete, consigue un uso efectivo a 50 metros de distancia. Era impreciso y de menor alcance que las flechas.
El arcabuz de gancho, apoyado en un trípode, debía ser manejado por dos hombres. Se empleó por los franceses en el sitio de Arrás en 1411.
Los ejércitos de Carlos VII de Francia (1422-1461) desarrollaron unas unidades de artillería sumamente efectivas durante la guerra de los Cien Años que contribuyeron a expulsar a los ingleses de las plazas fuertes que ocupaban en Francia. Se pasó a una artillería más ligera y transportable que podía montarse y dispararse desde cureñas.
El arquitecto Michelozzo (1396-1472) fue contratado (1461) por Ragusa (Dubrovnik) para supervisar los trabajos de las fortificaciones de la ciudad. Sus aportaciones resultaron muy efectivas en las casernas cónicas y alargadas de Minceta, la principal torre defensiva. Una innovación que precedió a las casernas elípticas realizadas en Rocca de Ostia por Baccio Pontelli.
A finales del siglo XV aparecen los arcabuces de mecha, que requerían gran atención sobre el movimiento de encendido y una cuerda en combustión permanente.
Un buen arquero inglés podía lanzar por entonces 180 flechas en un cuarto de hora, que es lo que le costaba a un soldado cargar el arcabuz y hacer fuego con una mecha encendida (Gombrich).
En 1476 los campesinos y burgueses suizos aplastan en Murten al ajército invasor de caballeros del borgoñés Carlos el Temerario.
Las cargas de caballeros con cota de malla perdieron su tradicional efectividad.
La multiplicación del dinero, las ciudades y la pólvora cambió la relación del monarca con sus nobles y caballeros guerreros.
La acumulación dineraria y los préstamos otorgados por ciudades extendió el uso de contratar lansquenetes mercenarios.
Los franceses disponían de una artillería extremadamente potente cuando invadieron Italia en 1494.
Hacia 1500 el emperador Maximiliano de Habsburgo, llamado el último caballero, depende de ejércitos pagados motivados por el saqueo.
A principios del siglo XVI aparecen los arcabuces de rueda. La pólvora era incendiada por las chispas generadas por el golpe de una piedra metálica. Cuando se logró aligerarlo de peso la caballería ligera lo adoptó como arma favorita.
En 1670 se introduce el mecanismo de pedernal, más sofisticado y caro.
A finales del siglo XVII se lograba un alcance de 200 metros.
Después de cada disparo se tenía que limpiar el ánima y su extremo, el fogón, acción que se hacía mediante una especie de escoba. Era imprescindible realizar la operación porque la presencia de restos incandescentes representaba un gran riesgo de accidente en el momento de recargar la pólvora.
En el momento del cerco de Constantinopla (1453) el ejército de Mehmed II cuenta con la mejor artillería de Europa, que hace sucumbir unas murallas resistentes durante mil años.
Para el historiador Geoffrey Parker la revolución militar que supuso la artillería puso en manos de los reyes un arma que les dio el poder definitivo para avanzar hacia el absolutismo.
A finales del s.XV quedó establecida la proporción óptima de componentes de la pólvora: 75% de nitrato, 12% de azufre y 13% de carbón vegetal. Al mezclarla con alcohol se formaba una pasta que permitía producir granos que proporcionaban una mayor fuerza impulsora.
Felipe II reclutó a destacados ingenieros militares desde sus dominios italianos y a artilleros de Flandes, Francia y Alemania. Dos siglos después, los franceses subvencionaron al maestro herrero William Wilkinson en un esfuerzo para adquirir la tecnología británica para manufacturar cañones.
La ratio a la cual las tropas francesas podían disparar aumentó diez veces entre 1600 y 1750.
Conquista de nuevas tierras:
Durante las guerras preindustriales, más del 90% de los muertos lo fueron por hambre, frío y enfermedades, y no por armas.
Las armas de los conquistadores producían entre los nativos un impacto psicológico tan potente como sus efectos militares.
Vasco da Gama obtuvo los establecimientos de la costa india necesarios para el comercio de especias recurriendo a cañoneos de plazas desde su flota.
Los repetidos saqueos de los establecimientos españoles en América obligan a la construcción generalizada de defensas artilladas.
Para evitar ataques a los barcos se establece el sistema de flotas defendidas por barcos bien artillados.
En los barcos de guerra se aumenta el número de piezas de artillería añadiendo puentes sobre el casco.
Durante el ataque a Santa Cruz (1797) Nelson pierde el brazo por el disparo con metralla del cañón Tigre que se colocó a la altura de la playa en un agujero abierto en las defensas la noche anterior.
Ventaja de la artillería europea (s.XVI):
El siguiente capitán portugués despuéss de Vasco de Gama que fue a Oriente nos ofrece un símbolo elocuente de todo ello: bombardeó Calicut. Un poco más tarde, cuando en 1517 los portugueses llegaron a Cantón, dispararon una salva en señal de amistad y respeto, pero el ruido de sus armas horrorizó a los chinos (que al principio les llamaban folangki, una remota corrupción de francos). Estas armas eran mucho más poderosas que las que China había tenido nunca. Desde hacía mucho tiempo, en Asia había armas, y los chinos habían descubierto la pólvora siglos antes que Europa, pero la tecnología de la artillería no había avanzado. En el siglo XV, la artesanía y la metalurgia europeas habían dado grandes pasos, creando armas mejores que las de cualquier otro lugar del mundo. Llegarían unos progresos aún más profundos, de modo que la ventaja comparativa de los europeos iba a aumentar hasta nuestros días. Nuevamente, este progreso había tenido y tendría paralelos en otros campos, sobre todo debido a los avances en la construcción de barcos y en su manejo. Al sumarse, estas ventajas dieron lugar a la notable arma con la que Europa se abrió al mundo, el barco de vela dotado de cañones. De nuevo, la evolución no había tocado techo ni mucho menos en 1517, pero los portugueses ya habían podido repeler las flotas organizadas por los turcos y expulsarlos del océano Índico. (Los turcos tuvieron más éxito en el mar Rojo, en cuyas aguas, más estrechas, la galera impulsada con remos, que se enfrentaba a sus enemigos para aferrarlos y abordarlos, conservaba su utilidad. Sin embargo, incluso allí los portugueses pudieron penetrar hasta el istmo de Suez.) Los juncos de guerra chinos no eran mucho mejores que la galera con remos. El abandono de los remos usados para la propulsión y la colocación en los costados de un gran número de armas multiplicaban enormemente el valor de la escasa mano de obra europea.
Esta ventaja era evidente para sus contemporáneos. Ya en 1481, el Papa prohibió la venta de armas a los africanos. En el siglo XVII, los holandeses se esforzaron por conservar los secretos de la fundición de armas y por evitar que llegasen a manos de los asiáticos. Pese a todo, pasaron a ellos. En el siglo XV ya había armeros turcos en la India, y antes de que llegasen a China, los portugueses habían proporcionado cañones a los persas y les enseñaban a producirlos para que hostigasen a los turcos. En el siglo XVII, sus conocimientos sobre la fabricación de cañones y sobre artillería eran uno de los alicientes que hicieron que los jesuitas gozasen del favor de las autoridades chinas.
No obstante, incluso cuando, como temían los holandeses, los conocimientos sobre la fabricación de cañones penetraron en las sociedades orientales, ello no contrarrestó la ventaja europea. La artillería china siguió siendo inferior, pese a la ayuda de los jesuitas. (Roberts)
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En la batalla de Naseby (1645), que decidió la suerte de la Guerra Civil inglesa, los dragones de Cromwell tuvieron un papel decisivo. En los enfrentamientos de esos años se aprovechaba el poder ofensivo de arcabuceros a caballo. La infantería montada se desplazaba rápidamente para apostarse en los flancos del enemigo.
Llevaban dos pistolas, arcabuz y espada larga.
Tras una desastrosa derrota en la guerra de los Siete Años (1756-1763), los franceses rediseñaron su artillería de campo para hacerla más ligera y móvil en el campo de batalla. la progresiva disminución de peso fue un lento proceso de experimentación. La artillería móvil sólo dio resultado durante la Revolución Francesa, cuando dirigentes como Napoleón la combinaron con nuevas tácticas y estrategias.
Japón renuncia a las armas de fuego (s.XVII):
Fueron introducidas en 1543 llevadas por dos aventureros portugueses provistos de arcabuces que llegaron en un barco de carga chino. Los japoneses quedaron tan impresionados por la nueva arma que iniciaron una producción autóctona de escopetas, cuya tecnología perfeccionaron mucho, hasta el punto de que en 1600 poseían ya más y mejores escopetas que cualquier otro país del mundo. Pero había por otro lado factores que actuaban en contra de la aceptación de armas de fuego en Japón. El país poseía una numerosa élite guerrera, los samuráis, para quienes las espadas constituían símbolos de clase y obras de arte (e instrumentos para subyugar a las clases inferiores). Los hábitos marciales japoneses consistían en combates cuerpo a cuerpo entre espadachines samuráis, que se celebraban en público, con alocuciones rituales a las que seguía una lucha de elegante garbo. Ésta conducta resultó letal en presencia de soldados rasos que disparaban sus escopetas con mucho ruido y sin gracia. Además, las escopetas eran un invento foráneo y acabaron por ser despreciadas, al igual que otras cosas extranjeras en Japón a partir de 1600. Los samuráis, con peso sobre el gobierno, empezaron por restringir la producción de armas de fuego a unas pocas ciudades, instituyéndose luego una licencia gubernativa para la producción de escopetas, que después era concedida sólo a las fabricadas con destino al propio gobierno. Por último, se redujeron los pedidos oficiales de armas de fuego hasta que Japón se quedó de nuevo casi sin escopetas, a excepción de algunas como recuerdo. (Jared Diamond)
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