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Invasión de Irak



Invasión de Irak (29/03/2003):
En 1998 los inspectores de la ONU habían abandonado Iraq por las obstrucciones a su labor. En enero de 2001 Colin Powell tomó posesión de la secretaría de Estado en el gobierno de Bush. Considerado representante de la tendencia moderada en el seno del equipo presidencial. Había dimitido como presidente del comité de jefes de estado mayor, en desacuerdo con el presidente Clinton (1993). Sostuvo la necesidad de limitar las intervenciones exteriores de EE.UU. y a la vez, de llevarlas a cabo con el amparo de coaliciones internacionales. Así se hizo contra el régimen talibán afgano con el respaldo de la OTAN, de aliados europeos e islámicos. El 20 de septiembre de 2001 en una carta abierta al presidente, un grupo de intelectuales conservadores como Francis Fukuyama, William Kristol, Charles Krauthammer, Richard Perle, Norman Podhoretz y la ex embajadora ante la ONU Jeane Kirkpatrick, pedían a Bush que acabara con el régimen de Saddam Husein, aunque no fuese posible probar su conexión con el 11-S. Durante todo 2002 la administración había intentado vincularlo con Bin Laden. Rumsfeld afirmó que había agentes de Al Qaeda en el norte de Irak. Colin Powell presentó como prueba una cinta con la presunta voz del jefe terrorista que exhortaba a la defensa de Irak. El 8 de noviembre de 2002 el consejo de seguridad concluye una serie de duras gestiones norteamericanas con Francia, Rusia y China aprobando la resolución 1441, que conminaba a Saddam Husein a que entregara su arsenal o demostrara a los inspectores que carecía de armas de destrucción masiva.

Nuevas inspecciones (noviembre 2002):
En diciembre de 2002 los inspectores de la ONU retoman las investigaciones en Irak. En los tres meses siguientes pareció cada vez más evidente que EE.UU. apoyado en el consejo de seguridad de la ONU por Gran Bretaña y España, veía como inevitable una intervención militar, al considerar que el trabajo de los inspectores no daría resultado alguno, dada la escasa colaboración del régimen iraquí. A pesar de que los máximos responsables del equipo de inspectores, Hans Blix y El Baradei, pidieron en sucesivas ocasiones más tiempo para concluir su misión, EE.UU., Gran Bretaña y España presentaron el 24 de febrero de 2003 el borrador de una segunda resolución que autorizaba el uso de la fuerza. Ante las reticencias presentadas por Francia y Rusia, que el 10 de marzo anunciaron su decisión de vetar cualquier resolución que autorizara una acción militar.

División dentro de la UE:
A principios de 2003 el canciller alemán Gerhard Schröeder promete en una campaña electoral que lo mantendría por escaso margen en el poder, que Alemania no participaría en la guerra ni la aprobaría, con resolución de la ONU o sin ella. En febrero se refuerza el eje Francia-Alemania que Rumsfeld llamó con desdén la vieja Europa. Blair, Aznar, Berlusconi y otros cinco líderes del resto de la UE firmaban una carta de apoyo a la estrategia de Bush. Aznar escribiría en sus memorias que la Cumbre de las Azores marcó el punto más alto de la relevancia internacional de España. En el marco de los preparativos de la guerra contra Irak, el gobierno norteamericano decidió la entrega de ayuda militar especial a Turquía, lo que generó una crisis en la OTAN al oponerse Alemania, Bélgica y Francia a un aumento de la ayuda militar a Ankara. Estos países consideraban que aceptar la propuesta de EE.UU. suponía comprometer la Alianza en el previsible ataque a Irak, acción que ellos reprobaban. Tras varias reuniones infructuosas se llegó a una solución de compromiso: el 19 de febrero, el comité de planificación de la defensa, organismo de la OTAN del que Francia no forma parte, acordó emplazar en Turquía aviones de radar Awacs, misiles Patriot y unidades de defensa frente a ataques químicos y biológicos. A cambio, a instancias de Alemania y Bélgica, se aprobó una resolución por la cual los aliados apoyaban los esfuerzos de la ONU en busca de una salida pacífica a la crisis.

Turquía:
Francia, Alemania y Bélgica vetaban la movilización de la OTAN para apoyar el despliegue militar norteamericano en Turquía. Erdogan, ante los planes de invasión de Irak, cambió la postura adoptada por Gül, y ofreció en febrero la cooperación militar a EE.UU., en el marco de la OTAN, organización a la que pertenece Turquía. Se había negociado una notable contraprestación económica. Sin embargo, su propio partido lo rechazó en la Gran Asamblea Nacional (Parlamento). A finales de febrero EE.UU. había desplegado 150.000 soldados en Qatar, Kuwayt y Arabia Saudí. Esperaban desplegarse en Anatolia junto a los norteamericanos, 40.000 británicos y 2.000 australianos. El 20 de marzo, momentos antes del inicio de la invasión, la Gran Asamblea Nacional aprobó la ayuda a las tropas estadounidenses. Tres días más tarde, Erdogan era elegido formalmente primer ministro por la cámara legislativa. Ya en octubre, logró que la Gran Asamblea aprobara el envío de 10.000 soldados turcos a Irak, aunque un mes más tarde, su gobierno decidió no mandarlos ante la negativa del Consejo provisional iraquí.

Desembarco de la coalición y combates navales (marzo 2003):
Las instalaciones portuarias de Irak, situadas cerca de las confluencias de los ríos, tienen el inconveniente de un escaso calado. En la localidad de Umm Qasr [Um Kasar], situada en la península de iraquí de Al-Faw [Al Fao], al sureste de Basora, tiene su base principal la armada de Irak, que proporcionaba el control del acceso a Shat al-Arab. En la península se encuentran las dos principales terminales petroleras iraquíes, Khor Al-Amaya y Mina Al-Bakr. La península había sido tomada por Irán en con dos ambiciosas operaciones, la primera batalla de Al Fao y la Operación Amanecer 8 (1986). El 20 de marzo de 2003 comienza la batalla de Al Fao, un desembarco aliado precedido de bombardeo naval y aéreo. La vigilancia de la parte sur de la marisma aluvial del Tigris-Éufrates corrió a cargo de tropas británicas. Las playas de Al Fao estaban minadas y las plataformas petrolíferas tenían instaladas cargas explosivas. Los bombardeos aliados debían silenciar la artillería iraquí e impedir movimientos de los Fedayines de Sadam. Se abrió fuego de artillería desde la isla kuwaití de Bubiyán y las fragatas británicas HMS Richmond, HMS Marlborough, HMS Chatham y HMAS Anzac. Los marines emplearon helicópteros AH-1 Cobra. En el interior del golfo Pérsico, en apenas un día de combates desde el aire se destruyeron 21 buques de guerra iraquíes. Los cazas norteamericanos tenían su base en el portaaviones Roosevelt.

Los atacantes pusieron cerco a Bagdad el 3 de abril. En el frente norte, aunque Turquía negó el permiso de paso a los norteamericanos para la invasión de Irak, los guerrilleros kurdos avanzaron sobre Mosul y Kirkuk apoyados por fuerzas especiales de EE.UU. El 9 de abril Bagdad era ocupada y el régimen iraquí se derrumbó. Robert Fisk afirmó durante sus inicios que la invasión sólo iba a perpetuar la violencia o a prolongarla con actores diferentes. Contra el parecer de Kofi Anan y el de varios países, partidarios de que la transición a un nuevo régimen fuera supervisada por la ONU, el gobierno norteamericano se arrogó ese derecho y limitó la función de la ONU a tareas humanitarias. España no participó ofensivamente. Amparada en el llamamiento humanitario que a todas las potencias realizó la resolución 1483/2003 del Consejo de Seguridad de la ONU, envió allí tropas que se instalaron en Diwaniya después de que la coalición occidental hubiera ocupado todo el territorio iraquí con la ayuda de los kurdos del norte. El hospital de campaña español atendía todo tipo de enfermedades y cirugías en beneficio de los lugareños. Permanecieron hasta que el 19 de abril de 2004 Zapatero dio una unilateral y fulminante orden para ser retiradas.

Proceso de construcción de instituciones democráticas:
El 15 de octubre de 2005 se sometió a referéndum el texto del proyecto constitucional, que obtuvo el voto afirmativo de algo más del 78% de los electores. La fórmula consensuada por chiitas y kurdos fue la de Estado republicano, parlamentario, democrático y federal; reconocimiento de la pluralidad nacional, confesional y cultural del país; definición del islam como religión oficial del Estado y una fuente básica de legislación), a la que se oponía la minoría suní. El 22 de febrero de 2006, un atentado destruye en Samarra la cúpula dorada de la mezquita de Al Askari, uno de los principales santuarios de los chiitas iraquíes. Se desencadenó una espiral de violencia iniciada por las represalias contra los suníes. En abril la Asamblea Nacional reeligió como presidente del país a Talabani, que encomendó la formación de ejecutivo al chiita Nuri al Maliki. El 30 de diciembre de 2006 Saddam fue ejecutado en la horca, en cumplimiento de una sentencia del Alto Tribunal por la muerte de 148 chiitas en la aldea de Dujail (1982). El 22 de enero de 2007 un doble atentado con coches bomba en Bagdad produjo más de un centenar de muertos. El modelo de reconstrucción elegido por Bremer, inspirado en ideas neoliberales, alcanzó altos niveles de ineficacia, despilfarro y descontento entre la población. Con el tiempo se reveló un índice muy elevado de corrupción entre las empresas privadas encargadas de la reconstrucción. En febrero de 2007 Tony Blair anunció que iba a retirar 1.600 soldados.

Juicio, condena y ejecución de Saddam Hussein (2005-2006):
Detenido a mediados de diciembre de 2003 por fuerzas estadounidenses y kurdas (iraquíes), el líder iraquí, humillado tras la publicación en mayo de 2005 de unas imágenes (tomadas en su prisión de máxima seguridad presumiblemente por el ejército estadounidense) en las que se le veía en ropa interior, pero también considerado todavía por muchos como un símbolo del orgullo árabe frente a la prepotencia de EE.UU., fue sometido a juicio el 19 de octubre por un tribunal especial iraquí, entre excepcionales medidas de seguridad. Sobre el ex dictador pesaban alrededor de 500 cargos, aunque en principio sólo iba a ser juzgado por doce de ellos. En el primer y tormentoso proceso fue juzgado, junto a otros siete ex altos cargos del Gobierno, por la muerte de 143 chiitas, asesinados en 1982, en la localidad de Dujail, en represalia por un atentado frustrado contra el propio Hussein. Otros casos documentados por los que iba a ser juzgado eran el empleo de armas químicas sobre ciudadanos kurdos, nuevas represiones contra chiitas y la invasión de Kuwait. El proceso se llevó a cabo según el procedimiento y la actual legislación iraquí, más rígida que la estadounidense. Como era previsible, el juicio contra Hussein levantó una enorme controversia e, incluso, provocó protestas no sólo de organizaciones árabes sino de algunas ONG occidentales, como Human Rights Watch y Amnistía Internacional, que denunciaron la ausencia de garantías procesales suficientes para el acusado. También se produjeron incidentes con el equipo internacional encargado de la defensa, del que dimitió el abogado jefe por discrepancias con los letrados estadounidenses, al tiempo que uno de sus miembros fue secuestrado y asesinado en Bagdad poco antes del juicio. Finalmente, el propio juicio (cuya celebración supone un incómodo antecedente para la nutrida nómina de los dictadores y caciques árabes) tuvo que ser suspendido y aplazado hasta finales de noviembre de 2005, al no presentarse los testigos, temerosos de sufrir represalias por parte de los antiguos baazistas y otros partidarios de Saddam que integraron los grupos de la insurgencia. Tras un año de juicio, en el que Saddam se mantuvo retador en todo momento y acusó al tribunal de falta de legitimidad para juzgarle, el 5 de noviembre de 2006 fue condenado a morir en la horca. La sentencia del Alto Tribunal Penal iraquí era esperada con gran expectación en todo el país, en el que el Gobierno había tomado grandes medidas de seguridad, entre ellas el toque de queda en Bagdad y otras grandes ciudades, que no impidieron la celebración de numerosas manifestaciones a favor y en contra de la condena. Otros dos acusados fueron igualmente sentenciados a la pena capital, mientras que sobre los cinco restantes recayeron diferentes penas de prisión. Dos días después se inició un segundo proceso judicial por la campaña militar de Al Anfal, en la que murieron alrededor de 180.000 kurdos, entre los años 1986 y 1988. Fue ejecutado en la madrugada del 30 de diciembre de 2006. Su muerte fue acogida con explosiones de alegría entre las comunidades chiitas y kurdas, y con violentas protestas por parte de sus partidarios sunitas baazistas. Las indignas condiciones en que fue ajusticiado, aireadas a través de diversas filmaciones realizadas con teléfonos móviles, causaron un gran impacto en la opinión pública mundial y muchos analistas alertaban sobre las imprevisibles consecuencias que podrían derivarse del grave error político de convertirlo en un mártir para un amplio sector del mundo árabe.

En 2008 EE.UU. lanza un ataque relámpago sobre Abu Kamal, situada al este de Siria, cerca de la frontera con Irak. Soldados norteamericanos acabaron con la vida de Badran Turki al-Mazidih, Abu Ghadiya, encargado de enviar combatientes extranjeros a Al Qaeda en Irak. En octubre de 2018 el kurdo Barham Salih se convierte en el octavo presidente de Irak. Había sido primer ministro del Gobierno Regional del Kurdistán.

En enero de 2020 la Casa Blanca autoriza la operación para eliminar al general iraní Soleimani, el jefe de los guardianes de la revolución. Está demostrada más allá de toda duda su participación en numerosos atentados, matanzas y acciones bélicas contra soldados y civiles de variados países. Un dron lanzó una bomba de precisión sobre su vehículo cuando se encontraba en las inmediaciones del aeropuerto de Bagdad. Era la mano derecha militar y diplomática del ayatolá Ali Jamenei. Era el director supremo de la intervención iraní en favor de Bachar el Asad en la guerra de Siria, en coordinación con el partido chií libanés Hezbolá y con las organizaciones chiíes iraquíes. Se le debe conceder gran parte del mérito por el eficaz papel jugado por las milicias chiíes en la derrota del Estado Islámico. Durante algunas operaciones contra el Estado Islámico se llevó a cabo una coordinación más o menos explícita con los militares estadounidenses. El gobierno iraquí se pronunció calificando la operación como acto de guerra y prometiendo duras consecuencias. Las decisiones de tal envergadura se entiende que precisan el debate y autorización previa del Congreso. Como viene siendo habitual para la administración Trump tampoco se consultó con los aliados europeos. En octubre de 2019 estallan unas protestas que dan lugar a importantes cambios en el ejecutivo. En noviembre de 2019 Adil Abdul-Mahdi dimite como primer ministro junto con su gabinete. En mayo de 2020 Mustafa Al-Kadhimi pasa a ocupar el cargo de primer ministro. Los partidos proiraníes acusan a Al-Kadhimi, responsable de la inteligencia durante largo tiempo, como cómplice en la operación para la eliminación de Soleimani. Tras una reunión con Biden se anuncia que no habrá fuerzas de EE.UU. con un papel de combate en Irak a partir del 31 de diciembre de 2021. La mayoría de las tropas estadounidenses permanecían como parte de la Coalición Internacional para la Operación Inherent Resolve, cuyo objetivo es luchar contra el Estado Islámico. Las milicias respaldadas por Irán ejercían una dura presión contra el gobierno iraquí insistiendo en la salida de tropas. Muchos dan por echo que estas Fuerzas de Movilización Popular están implicadas en los ataques con drones y cohetes contra convoyes y bases logísticas estadounidenses, así como de un intento de asesinato contra Al-Kadhimi.

En febrero de 2024 EE.UU. lanza un ataque aéreo contra objetivos vinculados con Irán en territorios de Irak y Siria. Previamente avisó al gobierno iraquí, que llamó al acto una violación de su soberanía. Se lanzaron más de 125 bombas de precisión sobre 85 objetivos en siete lugares. EE.UU. señalo al grupo Kataib Hizbulá, formado por combatientes proiraníes, como responsable de la muerte de los tres soldados norteamericanos. El grupo es una de las múltiples milicias proiraníes que conforman la Resistencia Islámica en Irak. Desde el estallido de la guerra en Gaza habia reivindicado más de 150 ataques contra posiciones estadounidenses en Irak y en Siria. Las Fuerzas Armadas de Irak condenaron los bombardeos y aseguraraon que tendrían consecuencias imprevistas y repercusiones desastrosas en Oriente Medio. Biden aseguró que la respuesta continuará durante el tiempo que Washington considere necesario.

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