China: Dinastías:
La excepcional dinastía Song (960-1279):
Entre 907 y 959, China volvió a estar sometida a las luchas intestinas que la llevaron a la división. Sin embargo, esta situación dejó paso a otro de los grandes periodos, junto al de los Han y los Tang, de la historia china: la dinastía Song . Heredera del refinamiento intelectual y palaciego de los Tang, esta dinastía representa la época de los grandes inventos chinos. El papel, la imprenta, el reloj, el uso de la brújula, el acero, el timón fijo o la pólvora son sólo algunas invenciones de esta época, La aplicación de algunos de estos avances en la navegación representó el inicio de una nueva era en las comunicaciones marítimas de China, iniciándose así el declive de la ruta de la seda terrestre. Sin embargo, al mismo tiempo, la red de caminos y canales navegables y de riego en el interior del país se desarrolló notablemente. Otros ámbitos diversos se beneficiaron de este impulso, como la agricultura, el comercio y las entidades de crédito, con la mejora de los sistemas de transporte y la implantación del papel moneda. También disciplinas tan diversas como son el mundo de las artes y la escritura, que alcanzaron un refinamiento similar a al de los Tang, la tecnología hidráulica o la ciencia astronómica experimentaron un desarrollo sin precedentes. Semejante prosperidad tuvo como resultado un auténtico estallido demográfico: con los Song se alcanzó la cifra de 100 millones de habitantes. Esta revolución fue muy apreciable en las ciudades, que prosperaron tanto en lo que se refiere a su número y tamaño como en la variedad de servicios que ofrecían a sus residentes. Suponemos los barcos chinos de la época parecidos a los actuales. Las reproducciones que se conservan son todas parciales. Los Song favorecieron el comercio y barcos chinos visitaban los puertos japoneses de Nara, Hakata y Maniwa.
Dinastía mongola Yuan (1279-1368):
Sin embargo, y a pesar del fortalecimiento del poder central del Estado a través de una sólida administración, más allá de la Gran Muralla los bárbaros del norte, encabezados por Gengis Kan, azotaban repetidamente la estabilidad de China.
El mejor método para rechazar ataques de pueblos nómadas no era la artillería ni el asedio sino el uso de arqueros a caballo.
A principios del siglo XIII Gengis había conseguido unificar las diversas tribus mongolas. En 1213 logró cruzar la Gran Muralla y conquistar Pekín. A pesar de ello, no fue hasta 1279 que su nieto, Kublai Kan, venció al enemigo e instauró definitivamente la dinastía mongola o Yuan (1279), el más vasto imperio jamás conocido. Hacia occidente el imperio mongol casi rodea el mar Negro, ocupando media península de Anatolia.
Los mongoles reestructuraron la sociedad china de manera que los chinos pasaron a ocupar los niveles inferiores, por debajo de los pueblos de las estepas. Además, militarizaron la administración civil, que se caracterizó por su dureza, a pesar de mostrarse menos intervencionistas que las anteriores dinastías en lo económico. Continuó así el período de florecimiento comercial que se había iniciado durante los Song. En su intento por marginar a la población china y situar a los mongoles en los cargos de mayor importancia, los emperadores Yuan prohibieron la celebración de exámenes imperiales... desde mitad del siglo XIV el imperio cayó presa de convulsiones internas, nacidas alrededor de sociedades religiosas de todo tipo que anunciaban la caída de la dinastía.
Dinastía Ming (1368-1644):
En 1368 Hongwu se convirtió en el primer emperador la nueva dinastía.
La proyección exterior de la dinastía Ming fue extraordinaria. Mediante las grandes exploraciones de Zheng He (1405-1433), eunuco de origen musulmán, que alcanzaron la costa de la India, Arabia o Africa Oriental, China se convirtió en la mayor potencia marítima del mundo. Temporalmente cerraron los puertos y prohibieron el comercio marítimo. El crecimiento de su marina procedía de iniciativas del gobierno pero la expansión marítima japonesa procedía de la piratería Wako, de mala reputación en Corea y China por sus ataques a poblaciones continentales y barcos.
Esta línea de avances técnicos se cortó abruptamente y en el siglo XVII se llegó a pedir a los misioneros jesuitas que ayudasen a producir mejores cañones al ejército imperial.
A principios del siglo XVII el jesuita Matteo Ricci (1552-1610) remarcaba la falta de interés de los gobernantes chinos en conquistar los estados vecinos.
La carta de Quian Long:
Quian Long [1711-1799], quinto emperador de la dinastía Qing, un famoso erudito y un buen soberano, respondió con estas frases: «Tú, oh rey, vives más allá de muchos mares. Sin embargo, movido por tu humilde deseo de participar de las bendiciones de nuestra cultura, has enviado una embajada que nos entregó tu respetuoso escrito. Pero, aunque asegures que tu veneración por nuestra celestial dinastía te llena de deseo de asimilar nuestra cultura, nuestros usos y costumbres se diferencian tan enteramente de los vuestros que os resultaría imposible trasplantarlos a vuestro suelo por más que tu enviado fuera capaz de apropiarse las concepciones básicas de nuestra cultura. Aunque fuese un alumno tan aventajado, no se habría conseguido nada.
Como soberano del amplio mundo tengo la mirada puesta en una única meta: gobernar de manera perfecta y cumplir los deberes del Estado. Los objetos raros y costosos no me preocupan. No me es posible dar uso a los productos de vuestro país. Nuestro imperio celeste abunda en todo tipo de cosas, y dentro de sus fronteras no le falta de nada. Por eso, no existe necesidad alguna de introducir mercancías de bárbaros extranjeros para intercambiarlos por nuestros propios productos. Pero, como los pueblos europeos y tú mismo tenéis necesidad absoluta de té, seda y porcelana, producidos por el imperio celeste, debo seguir autorizando el comercio limitado permitido hasta ahora en mi provincia de Cantón. No olvido la remota lejanía de vuestra isla, apartada del mundo por distantes soledades marinas, ni paso por alto el excusable desconocimiento de las costumbres del imperio celeste. Obedece tembloroso mis órdenes».
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