Viajes
Exploraciones Asia central



Exploradores del Tíbet:
Los misioneros jesuitas portugueses:
Son los grandes viajeros europeos por Asia desde finales del s.XVI hasta mediados del XVII. El más célebre de ellos es Mateo Ricci, que lleva a cabo su labor en China. De 1631 a 1632 Azevedo parte de Agra hacia el norte, atraviesa el Himalaya y regresa por una zona intermedia entre Lahore y Delhi. De 1661 a 1662 el jesuita Grueber viaja desde Pekín a Agra, atravesando el Tíbet de norte a sur y pasando por Lhassa. De 1603 a 1605 el jesuita De Goes rodea el Tíbet. Parte de Agra hacia el oeste, pasa por Kabul, Pamir, norte del desierto de Taklamakan, desierto de Gobi y Pekín. De 1626 a 1632 el jesuita J.Cabral viaja por el norte del golfo de Bengala, sur del Tíbet y parte del Himalaya. Algunos negociantes y aventureros ingleses penetran en la zona. El macizo tibetano no fue ocupado por el Imperio chino hasta una época tardía. Los jesuitas portugueses penetran en él en 1624 y construyen una iglesia.

Hipólito Desideri (1715-1721):
Nacido en 1684 en Pistoia. Se hizo misionero jesuita y a los 27 años navegó hacia la India. Inspirado por los misioneros portugueses que habían cruzado hacia el Tibet occidental un siglo antes en busca de comunidades cristianas. Salió en compañía del también jesuita Emanuel Freyre. Desde el monasterio de Tashigang les acompañó la escolta de caballería de una princesa tártara que se dirigía hacia Lhassa. Llegaron a Lhassa diez meses después de salir de Cachemira. Roma le ordenó regresar y Desideri salió del Tibet en 1721.

En 1745 se cierran todas las iglesias coincidiendo con el fin de la era de esta Orden religiosa. A principios del s.XIX dos capuchinos italianos llegan a Lhassa desde Nepal pero no logran establecerse. En 1825 Gran Bretaña se halla presente en Nepal, Sikkim y Buthan. A partir de 1870 los intentos de penetración mediante exploraciones encubiertas o de carácter militar enfrentan a rusos (Prejevalski) y británicos desde Irán a China. El primer ruso en el Tibet (antes de 1840) es Bitchourine, autor de una obra sobre la historia del Tibet publicada en San Petersburgo. El padre Huc, autor de un célebre relato, es uno de los escasos viajeros franceses (s.XIX).

Después del viaje de Elphinstone a Afganistán (1809) mientras Napoleón intenta amenazar a la India por tierra, los objetivos imperiales de Gran Bretaña tropiezan con los del imperio ruso en Asia central a lo largo de todo el siglo. Una serie de aventureros al servicio del Estao, que adoptan la indumentaria local para pasar desapercibidos, recorren repetidamente el Asia central, Tíbet, las fronteras chinas, Pamir y Persia. Para Gran Bretaña el Raj indio es el punto de apoyo de una política que culmina con su penetración militar en China a mediados del s.XIX. Los rusos se expanden de forma continua hacia el sur (Cáucaso, Asia central y la frontera chino-mongola).

Aumento del conocimiento geográfico de Asia (finales del s.XIX):
La medición trigonométrica de la India probablemente fue la más importante empresa geográfica que tuvo lugar durante el siglo XIX. Tuvo su origen en una serie de estudios independientes que empezaron en 1767, pero que no se plasmó en un único proyecto nacional hasta 1883. La exhaustiva medición topográfica empezó en 1800 y duró 70 años. En ella participaron equipos de agrimensores (topógrafos) que midieron cada palmo del subcontinente con cadenas métricas, triangulaciones y teodolitos. La medición se empezó en Madrás, en la costa este, extendiéndose en abanico hacia el norte y el sur, llegando, finalmente, hasta el Himalaya. La operación fue dirigida por George Everest y su sucesor, Thomas Montgomerie. No obstante, para los británicos que exploraban la India los más misteriosos y prometedores lugares eran los que se encontraban al norte del Himalaya. Sin embargo, no se organizó ni una sola expedición para explorar el corazón del Asia central, aunque, durante siglos, valerosos personajes se habían adentrado en las desconocidas regiones interiores, a veces disfrazados de comerciantes musulmanes, siendo algunos de ellos asesinados por las tribus indígenas o por recelosos gobernantes. Muchos de ellos eran oficiales del ejército que realizaban misiones de espionaje para su país, en la carrera que habían emprendido Gran Bretaña y Rusia para hacerse con el control de Asia central y de las tierras colindantes. Los rusos también enviaron osados exploradores como C.P.P. Semenov, que fue a las montañas Tien Shan, o el conde Nikolái Przhevasky. Por su parte, la Real Sociedad Geográfica británica rindió homenaje a muchos de sus exploradores, algunos tan importantes como Henry Haversham Godwin-Austen, en cuyo honor se nombró la segunda montaña más alta del mundo conocida también como K2; George Hayward, por la labor realizada en la cordillera de Karakoram; y Ney Elias, por su trabajo en China y Turkestán. Pero quizá los exploradores más intrépidos fueron los pundits, los medidores hindúes especialmente adiestrados por Montgomerie para dar exactamente dos mil pasos por milla. Estos expertos medidores se adentraron en el Tíbet disfrazados de peregrinos budistas y, equipados con equipos de medición escondidos en las fundas de los libros de rezos, trazaron secretamente los mapas de los alrededores de Lhasa, arriesgando sus vidas. Puso fin a esta etapa la gran expedición de Francis Younghusband, que marchó sobre Lhasa entre 1903 y 1904 al no conseguir resolver el conflicto por vía diplomática, y que finalmente desembocó en una batalla en la que murieron muchos tibetanos. El ambicioso explorador Sven Hedin y el húngaro Aurel Stein realizaron memorables expediciones a Asia central, llevándose consigo muchas de las obras de arte que encontraron.

Ultimos viajeros de Asia:
Hacia finales del siglo XIX, una oleada de exploraciones penetró en las hasta entonces regiones desconocidas del Asia Central, regiones que fueron atravesadas por Marco Polo y que desde entonces no habían vuelto a ser vistas por ningún europeo. El sueco Sven Hedin y Aurel Stein (nacido en Budapest) son dos exploradores excepcionales de finales del s.XIX y comienzos del XX. Son arqueólogos y geógrafos. Su campo de acción comprende todo el Turkestán. Ambos recorren amplias zonas de los desiertos de Taklamakan y Gobi. Hedin explora una buena parte del Tibet en numerosos viajes de 1893 a 1900.

Sir Francis Edward Younghusband (Murree, India 1863-Lytchett Minster , Dorsetshire 1942):
Soldado y diplomático, fue además uno de los más insignes exploradores británicos. En 1886 había viajado por Manchuria desde Pekín a Kashmir, atravesando la cordillera Karakorum por el paso durante mucho tiempo olvidado de Muztagh. Regresó a través del Turkestán chino a la India. En 1903-04 dirigió una expedición británica hasta la ciudad prohibida de Lhasa, en Tibet, que dio como resultado el Tratado Anglotibetano de 7 de septiembre de 1904. Profesor en Cambridge (1905-06) y residente británico en Cachemira (1906-09), fue ennoblecido en 1913 y presidió la Royal Geographical Society en 1919. Entre sus numerosas obras figuran The Heart of a Continent (1898), Kashmir (1909), India and Tibet: Within (1912), The Epic of Everest (1927), Down India (1930), Everest: The Challenge (1936) y The Sum of Things (1939).

Sir Aurel Stein:
Fue contemporáneo de Younghusband. Su época más conocida como explorador empezó en 1900, cuando tras escalar el Himalaya exploró el desierto de Takla Makan y reveló una gran riqueza de tesoros arqueológicos budistas. En su segunda expedición realizó importantes descubrimientos, incluidos varios documentos griegos , que aportaron muchos detalles para un mejor conocimiento de la invasión de Asia por Alejandro Magno. Sir Aurel investigó también la validez de las narraciones de Marco Polo, y se convenció de la exactitud de su obra y de que se podía aceptar por completo. Tras atravesar el desierto de Gobi, efectuó un hallazgo arqueológico de primera categoría en una estación en la Gran Muralla de China, con la inclusión de pinturas y manuscritos perfectamente conservados, que ejercieron gran influencia histórica. Entre otras cosas, los manuscritos probaron que en China ya se había descubierto la imprenta en el siglo IX. Realizó nuevos e importantes descubrimientos en el norte de India y Persia, y aunque se consideraba más bien un arqueólogo, tenía mucho de explorador.

Percy Sykes:
También británico. Su campo principal de actividad estaba en Persia y Asia Central, donde prestó sus servicios como diplomático durante 20 años, en los que realizó seis importantes viajes en regiones aún desconocidas. Al igual que los de Stein, sus viajes arrojaron mucha luz sobre los de Marco Polo y Alejandro Magno, algunas de cuyas reliquias descubrió. A partir de entonces son innumerables las expediciones que han cruzado Asia en casi todas las direcciones posibles.

Sven Hedin (1865-1952):
Aunque algunos de sus viajes le llevaron tan al norte como el lago Baikal, se centró en detalladas expediciones en el Tíbet. Su primer viaje (1886) atraviesa Afganistán y se acerca al Indo. Durante su primera expedición de importancia atravesó la región del Pamir, cartografió el lago Lop Nor, en China, y continuó su viaje hasta llegar a Pekín. Desde allí siguió viaje al Tíbet a través de Mongolia, Siberia y el desierto de Gobi. Además del Tíbet exploró Xinjiang, y descubrió los nacimientos de los ríos Brahmaputra, Indo y Sutlej. En 1906 exploró y bautizó el sistema de montañas Transhimalayas. Los relatos de sus viajes se publicaron en varios volúmenes en Resultados científicos de un viaje a Asia central (1904-1908), Trans-Himalaya (1909-1912) y El Tíbet meridional (1917-1922). En 1927 dirigió una última expedición al Asia Central compuesta de científicos suecos y chinos. Entre las obras que escribió están A través de Asia (1898), La conquista del Tíbet (1935), Mi vida como explorador (1926). Su imagen pública sufriría las consecuencias de haberse significado muy destacadamente en el apoyo al régimen nazi.

Aufchnitzer y Harrer en el Tibet (1939-1945):
Los eminentes alpinistas Peter Aufchnitzer, de Alemania, y el austríaco Heinrich Harrer protagonizaron una accidentada aventura en nuestro siglo. Ambos eran miembros de una expedición al Himalaya; al sorprenderles el estallido de la segunda guerra mundial, se vieron internados en un campo de concentración británico de prisioneros de guerra. Tras intentar varas veces la huida, al final lo consiguieron y atravesaron el Himalaya hasta el Tibet neutral, donde tenían libertad de movimientos. Aprendieron la lengua he hicieron viajes a lo largo del valle de Brahmaputra superior y hasta los desolados yermos de Changtang. Superando enormes dificultades llegaron a Lhasa, donde pobres y andrajosos se entregaron a la misericordia de una noble familia tibetana. Al igual que le ocurrió a Marco Polo, fueron muy bien recibidos, y ellos a su vez ofrecieron sus habilidades científicas occidentales, por las que fueron recompensados, pasando a ocupar cargos importantes en la corte tibetana. Sin embargo, este ascenso sólo incrementó sus actividades exploratorias. El libro de Harrer Seven years in Tibet sirve como testamento de una manera de vivir que ha permanecido invariable desde la Edad Media y que al cabo de poco tiempo iba a ser aplastada con la invasión china.

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