Los marqueses de Comillas. Monumentos:
El principal promotor de la actividad artística de la villa fue el indiano don Antonio López y López, cuyo ascenso económico y social había sido imparable desde su regreso de Cuba y el establecimiento de sus negocios en Barcelona, culminando con la concesión en 1878 del título de marqués de su villa natal (Comillas), como reconocimiento de Alfonso XII al apoyo económico y material prestado en la lucha contra la insurreción cubana. A partir de este momento la villa de Comillas se personalizó en la figura del marqués levantando un Monumento a su memoria.
Inicialmente entre las mejores arquitecturas de la villa se encontraban las propiedades de la mayoría de los miembros del círculo del marqués. El núcleo central, una especie de pequeña ciudad jardín, estaba conformado por las casas de Ocejo (primera residencia del don Antonio López), la Portilla, el Llano y la Cavaduca, construidas entre 1860-1880. Estas residencias, aún bastante desornamentadas, carecían del talante exótico que caracterizó a las construcciones posteriores. Durante este período también se levantó la Coteruca, con ese aspecto pintoresco que contrastaba con la sobriedad de las viviendas del momento.
El conjunto de Sobrellano.
El conjunto familiar de Ocejo se completó con la construción del palacio y capilla-panteón de Sobrellano. El marqués adecuó de este modo sus propiedades a su nueva posición social. El conjunto fue proyectado por Juan Martorell hacia 1878, constituyendo un claro ejemplo de la reacción pintoresca frente al clasicismo. Para la construcción de la capilla-panteón el arquitecto siguió modelos del gótico perpendicular inglés y centroeuropeo, dando como resultado una catedral en miniatura, acorde con el espíritu profundamente religioso del artífice y de don Claudio López Bru, segundo marqués de Comillas. En su interior se levantaron los panteones del primer marqués, su hermano Claudio, y el segundo marqués; los tres fueron realizados por destacados escultores catalanes modernistas, como José Llimona y Barbany y Agapito Vallmitjana. Dentro de la capilla el presbiterio se ornamentó suntuosamente con el altar y mesa de bronce pulido, el frontal con los símbolos de los Evangelistas y el Agnus Dei, y la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. También se añadió el mobiliario religioso diseñado por el joven Antonio Gaudí, aún de aires góticos, pero que anuncia ya el modernismo.
La inauguración de la capilla-panteón de Sobrellano en 1881 coincidió con la visita de Alfonso XII a Comillas. La estancia de la familia real provocó la transformación de la villa, realizándose numerosas obras e improvisándose un ambiente exótico y fantástico. Las casas de Ocejo y la Portilla se acondicinaron como residencias regias, adornándose y amueblándose fastuosamente con objetos diseñados en talleres de Barcelona. Se construyeron numerosos kioscos (kiosco de los jardines de Ocejo, diseñado por un joven Gaudí) y arquitecturas efímeras, como arcos conmemorativos para recibir a la comitiva, caracterizados por sus formas orientalizantes (neoárabes o neomudéjares), creándose un ambiente exótico adecuado al veraneo y al ocio.
En 1888 se inaguró el grandioso palacio de Sobrellano, en el que se recogían diferentes tendencias, que iban desde el gótico civil inglés hasta el recuerdo de los palacios venecianos, pasando por un tratamiento de los relieves cercano a los mocárabes musulmanes. Este palacio es en realidad un espacio para ser mostrado, un espacio de aparato cargado de objetos y elementos que reflejaban la personalidad de los marqueses de Comillas. El gran salón se concibió como el centro simbólico del palacio, decorándose con ocho paneles pintados por Eduardo Llorens, que mostraban las aportaciones que la familia del marqués había realizado a la historia reciente de España
Otras obras modernistas y pintorescas.
Algunos destacados artistas catalanes del siglo XIX intervinieron en otras importantes obras de Comillas. Cristóbal Cascante y Colom, además de dirigir las obras de Sobrellano y la Universidad Pontificia, realizó un primer diseño del monumento a Don Antonio López y López y proyectó el nuevo edificio del Santo Hospital de Comillas. Luis Doménech y Montaner realizó, respetando el proyecto original de Cascante y Colom, el definitivo Monumento al marqués de Comillas y la fuente de los Tres Caños, levantada en la plaza del mismo nombre. Este mismo arquitecto proyectó la reforma del cementerio de la villa, que acogía las ruinas de una antigua ermita gótica, incluyendo elementos pintorescos y acentuando la sensación de ruina romántica. Asimismo construyó en el mismo camposanto el panteón de la Familia de Don Joaquín de Piélago. Casimiro Pérez de la Riva realizó el panteón de la Familia Pérez de la Riva, inspirado en el austero estilo neoegipicio, contrastando con el sentido escultórico del proyectado por Luis Doménech y Montaner.
Finalizando el siglo XIX la influencia de la arquitectura inglesa llegó a Comillas, como consecuencia de la admiración de la burguesía española hacia el mundo anglosajón. Francisco Hernández Rubio proyectó para el prado de San José el Chalet del Duque de Almodóvar del Río, contrastando con el eclecticismo del Palacio de Sobrellano y el modernismo del Capricho de Gaudí.
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