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Hegel



Hegel. La filosofía de la Historia.
El fin de la reflexión filosófica ante la Historia Universal:

Con el único fin de tratar filosóficamente la Historia, es decir considerar la Historia como algo pensante, puesto que en todo lo humano interviene el pensamiento. A la filosofía le son atribuidos pensamientos propios y con estos pensamientos se dirige a la Historia tratándola como un material, disponiéndola con arreglo al pensamiento y construyendo a priori una Historia o lo que ha acontecido de modo que los sucedido se muestra ante nosotros mediante el enlace de acontecimientos con causas y fundamentos de los sucedido (Historia Pragmática). El pensamiento lógico es necesario para las deducciones que se hacen de la Historia. Pero para el tratamiento filosófico de la Historia no basta con la forma pragmática y el concepto filosófico. La Historia sólo debe recoger puramente lo que es, los acontecimientos y actos ateniéndose a lo dado, la labor de la Filosofía parece hallarse en contradicción con ese fin, llevando pensamientos a la Historia con arreglo a los cuales trata. Relaciona el pensamiento y lo sucedido. La estructura fundamental de la filosofía de la historia en Hegel, se basa en:

  1. En el Antiguo Oriente, sólo una persona es libre: El Autócrata
  2. En la Antigüedad Clásica se llega al 2º estadio en el que algunos son libres, pero también hay esclavos que no lo son.
  3. En el Mundo Moderno: todos los hombres son libres.

Para Hegel, con la aceptación de la religión cristiana, no desapareció inmediatamente la esclavitud, ni se organizaron racionalmente los gobiernos y las constituciones no se fundaban en el principio de la libertad. Desde el comienzo mismo de su desarrollo fisiológico, Hegel aceptó el rechazo kantiano de toda religión supraracional y estatuaria. Lo que originó que Hegel se apartase de Kant, no fue una opinión más elevada del cristianismo tradicional, sino de los griegos. En el contraste entre cristianismo y Grecia que hace Hegel en sus escritos religiosos, queda clara la primacía del mundo griego sobre el cristianismo. Por tanto, la idea principal de la filosofía de la historia de Hegel sería que: La historia es el relato del desarrollo de la libertad humana, el último momento en que se desarrolla el espíritu y el momento en que la idea toma conciencia de si misma.

La visión racional de la Historia Universal:
A la Filosofía se le hace el reproche de que va con ciertos pensamientos a la Historia y considera esta según esos pensamientos, pero el único pensamiento que aporta es el de la RAZÓN, que rige el mundo y que por tanto la Historia Universal transcurre racionalmente. La razón filosófica-mente hablando es la SUSTANCIA, materia infinita de toda vida natural y espiritual. Debemos buscar en la Historia un fin universal, el fin último del mundo, no un fin particular del espíritu subjetivo del ánimo y debemos aprenderlo por la razón. La Historia Universal ha transcurrido racionalmente y el espíritu universal es la sustancia de la Historia. A veces el estudio de la fuentes históricas lleva a invenciones a priori, por tanto, la primera condición es la de recoger fielmente lo histórico pero no solamente viviendo la superficie visible, sino que es necesario emplear la reflexión, hace falta ver más allá de lo perceptible para ver los conceptos y la maraña de acontecimien-tos, para conocer lo sustancial hay que acercarse con la razón sin trastear la verdad con apreciaciones subjetivas. El punto de vista de la Historia de la Filosofía Universal no se obtiene por abstracción de puntos de vista generales, su principio espiritual es la totalidad de puntos de vista, no se ocupa de particularidades, sino de un pensamiento universal en conjunto. Busca el espíritu de los aconteci-mientos que hace que estos surjan, busca lo esencial. A pesar de sus malas y posteriores interpretaciones, Hegel no ha pretendido jamás que la historia halla sido racional en todos sus pormenores. Lo que sí pide, es que se ejercite un filósofo en encontrar algo de razón en la historia. Hegel necesita su filosofía para enfrentarse con la historia, trataba de hacer patente para si mismo y para los demás que, los sufrimientos que registra la historia entera no se han sufrido en vano. Así mientras que, ni siquiera, Platón o Aristóteles habían sabido que el hombre, en cuanto tal, es libre, ello era algo admitido actualmente. La idea popular del optimismo es engañosa; jamás participó de la opinión que se extendió a finales de s.XIX, según la cual la felicidad había ido en aumento a través de la historia y la dicha definitiva estaba a la vuelta de la esquina; ni creyó tampoco que se habían venido sacando gradualmente enseñanzas de la historia, de forma que, a la larga, las tragedias serían inevitables. No sería demasiado llamar trágica a su visión de la historia; Hegel se halla cercano a Niestzsche en el pensamiento del esfuerzo por alcanzar una meta y la ausencia de la felicidad como meta en sí misma. Hegel parece justificar toda la barbarie de la Historia Humana, pero dice que en la realidad y la razón humana se integra la contradicción, momentos positivos y negativos, el bien y el mal desde una postura ética. Esto hace que el prototipo de pensamiento, aunque lo queramos o no, dista del mal como un componente real de la existencia humana.

Las categorías racionales de la Historia:
(Proceso dialéctico) Hegel distingue tres clases principales de historia. Historia Original Descripción de los hechos y acontecimientos que el historiador tiene frente a si. La historia de Tucidides es un modelo apropiado de esta variedad de la historia. Historia Reflexiva Que sería una historia general que fuese más allá de los límites de la experiencia histórica. Esta constituiría la historia didáctica. Historia Filosófica o Filosofía de la Historia Este término no significa otra cosa, según Hegel, que la consideración reflexiva y cuidadosa de la historia; la anterior reflexión es como afirmar que, el pensamiento pasa a intervenir en la consideración de la historia. Aunque al modo de ver de Hegel, la única idea que la filosofía aporta es la simple idea de la razón, que esta domina al mundo y que la historia mundial es un proceso racional. La idea general de Hegel es la siguiente:

    "Del mismo modo que el filósofo sabe que la realidad es el autodesenvolvimiento de la razón infinita, sabe también que la razón ha de operar en la historia de la humanidad, pero no se puede decir de que modo, de antemano, va a actuar; para descubrirlo hemos de estudiar los acontecimientos, tal como los describen los historiadores en el sentido ordinario, y tratar de diferenciar el proceso racional significativo de toda la masa de material. Ahora bien, la historia mundial es el proceso por el cual el espíritu llega a una conciencia real de sí mismo como libertad. Así pues, la historia mundial es el progreso de la conciencia de la libertad".

La primera categoría surge del cambio de los individuos, pueblos y estados, que existen en un momento, atraen nuestro interés y luego desaparecen. Es la categoría de la VARIACIÓN. Pero una nueva vida surge de la muerte, el espíritu resurge rejuveneciendo, es la 2ª categoría del espíritu, EL REJUVENECIMIENTO, es una purificación y elaboración de sí mismo. La 3ª categoría es un fin último en sí y por sí, la razón rige el mundo. La providencia divina preside los acontecimientos del mundo, es la sabiduría infinita que realiza su fin último y racional del mundo. La razón, el pensamiento, el "nons" se determina a sí mismo con entera libertad. Los fenómenos históricos son lo concreto, los caminos de la providencia hacia los fines de la Historia. Para Hegel es imposible conocer a Dios, la sabiduría de Dios se reconoce en la Naturaleza, la idea de conocer a Dios es subjetiva, sólo existe en el sentimiento. Lo espiritual, lo que llamamos Dios es la verdad sustancial, es el ser pensante. La libertad es la culminación suprema de la razón y es lo que da sentido a la Historia y lo que permite pensar la Historia filosóficamente.

La Historia Universal como progreso necesario y racional del espíritu hacia la conciencia de la libertad:
Todo hombre pasa de ser un ser sensible a un ser conceptual, de la ingenuidad a la crítica se produce el paso del yo al nosotros y el espíritu subjetivo se vuelve objetivo, se siguen una serie de normas en las sociedades humanas, en los pueblos el espíritu avanza hacia las síntesis superadoras para conseguir los fines universales. El movimiento del espíritu utiliza la humanidad como medio para su propia elevación liberadora. Un pueblo es como la esencia o la sustancia que necesita la determinación del concepto, la determinación formal. La conciencia de la libertad surge en principio como libertad íntima (de pensamiento, de religión) para pasar a libertad de acción, pero la verdadera libertad es la libertad humana en cuanto a manifestaciones del Espíritu absoluto que no tiene otro fin que sí mismo. La historia mundial es el proceso por el cual el espíritu llega a una conciencia real de sí mismo como libertad. " La historia mundial es el progreso de la conciencia hacia la libertad ". pero esta conciencia se obtiene sólo y a través de la mente humana, y el espíritu divino, tal como se manifiesta en la historia a través de la conciencia del hombre, es el espíritu del mundo. La historia, por tanto, es el proceso por el cual el espíritu del mundo llega a explicar la conciencia que tiene de si mismo como libre. Pero el historiador ha de ocuparse más de las naciones que de los individuos; así la unidad en el desarrollo concreto del espíritu del mundo es el espíritu nacional o espíritu del pueblo. Con esto se refiere Hegel, a la cultura del pueblo manifestada no sólo en su constitución política y en sus tradiciones, sino también en su moral, su arte, religión y filosofía. Hegel afirma que, en la historia del mundo, los individuos que intervienen son los pueblos; las totalidades son los Estados. Hay que notar, que la razón importante por la que Hegel insiste en que la Historia del Mundo es la Historia de los Estados, es que a su parecer, el espíritu nacional existe por sí mismo, sólo en y a través del Estado. Así pues los pueblos que no están constituidos en Estados nacionales quedarán, prácticamente, excluidos de la Historia del Mundo. Hegel supone que, en cualquier época del espíritu del mundo hay una nación determinada que representa de forma especial el desarrollo del espíritu del mundo. Este pueblo es el que predomina en la historia mundial de su época y sólo puede estar una vez en este puesto privilegiado. Su espíritu nacional se desarrolla, alcanza el cenit y declina, Hegel piensa, sin duda, en la forma que España, por ejemplo, se convirtió en un gran Imperio. Pero supone también, sin más, que una nación no puede ocupar nunca el centro del escenario más de una vez, y esto es discutible. El deseo de Hegel de encontrar una determinada nación mundialmente histórica para cada época, contribuye a limitar su concepción de la historia.

El gobierno de la razón en el mundo y en la historia, y el problema del mal:
Si la historia es un proceso racional, en el sentido de que es un proceso teológico, un movimiento hacia una meta que está determinada por la naturaleza del Absoluto, más que por ninguna decisión humana, puede parecer que todo lo que ocurre está justificado por el mismo hecho de que ocurra. Y si la historia del mundo es el más alto tribunal en el que se juzga a las naciones, puede parecer que el poder es la razón. Ejemplo: si una nación conquista a otra, parece deducirse que su acción está justificada por el éxito. Para Hegel, aunque parezca lo contrario, defendiendo esta postura no era un cínico, estaba convencido del valor del ser humano, como tal, y no sólo del de algunos. Su caso no es el del cínico que cree que el poder es la razón, como del exageradamente optimista que piensa que en la historia lo racional es el factor dominante. Es discutible, sin embargo, que a la larga no lleguen a la misma meta Hegel y el cínico, si la razón prevalece siempre. En la Historia, el poder triunfante está siempre justificado, aunque lo está por que tiene razón y no por ser fuerte. Hegel admite por ejemplo, que los juicios morales puedan aplicarse a los que el llama "los individuos de importancia histórica mundial", pero aclara también que tales juicios tienen para él una mera rectitud formal. Desde el punto de vista de un sistema dado de ética social, un gran revolucionario puede ser un hombre malo, pero desde el punto de vista de la historia mundial, sus hechos están justificados porque cumplen los requerimientos del espíritu universal. Podemos decir, por tanto, que es la postura metafísica de Hegel, más que su carácter cínico, lo que le lleva a justificar todos los acontecimientos propios del historiador o del filósofo de la historia.

La Ilustración o la soberanía de la razón como una revolución de la textura del espíritu:
Tomada como una revolución en la "textura" del espíritu, el hombre encuentra el verdadero sentido en sí mismo, rigen las leyes puestas por el entendimiento, todo se fundamenta en el interior. Apartándose de la religión toma por base un "ser natural" bien de naturaleza física o espiritual y lo considera como lo verdadero y en contra a lo establecido por la religión. La Ilustración también ataca al estado que como pensante toma otra actitud frente a la reali-dad obra del derecho natural de la Ilustración. Derecho y Ética se fundan en una voluntad humana. La razón de Estado tiene ahora otros objetivos como el principio del máximo bien general. Universalidad de pensamiento, finalidad universal del Estado en busca del mayor bien general. El principio de la ilustración es la soberanía de la razón, la exclusión de toda autoridad. Ilustración es la preponderancia de las leyes de la naturaleza, frente a toda autoridad de la fe religiosa y de las leyes positivas del derecho, en particular el político. Con la Ilustración todo lo especulativo es expulsado y borrado de las cosas divinas y humanas. El entendimiento con sus leyes se ha orientado bajo la forma de la Ilustración, en contra de la religión, tomando como base un ser natural, ya de naturaleza física o espiritual. La religión tiene un contenido especulativo, y en consecuencia, contraria al entendimiento. La Ilustración pasó por Francia a Alemania, donde sufrió un análisis a fondo; en Alemania la Ilustración estuvo al lado de la teología. En Francia tomó una dirección contraria a la religión; en Alemania la Reforma había corregido ya el celibato o la holganza, no había una riqueza muerta en manos de la Iglesia; no existía una injerencia del poder eclesiástico en el derecho temporal, ni existía el principio de legitimidad de origen divino para reyes o príncipes. Federico II es modelo de gobernante para Hegel, con quién el interés real del Estado obtiene su Universalidad y su justificación suprema. Demostró la independencia de su poder, resistiendo el poder de casi toda Europa coaligada con Prusia, ya que su rey era diferente y tenía unas actividades y moralidad diferente a las sustentadas por los que solían sentarse en los tronos. Federico es considerado como un rey filósofo, y fue el primero que comprendió como rey y no como persona privada, la universalidad del pensamiento, poniéndola en contribución en el desempeño de su puesto (poniéndola al servicio de su mejor forma de desempeñar su labor como rey). Tenía como principio el mayor bien de su Estado y no dejaba prevalecer lo particular cuando era opuesto al fin del Estado. Abolió los privilegios, gremios y demás particularidades, todos los derecho tradicionales que existían en formas de derechos privados, perdiendo éstos su validez, siendo subordinados al mayor bien general. Los principios universales se consolidaron en el pueblo francés y produjo en él la revolución.

La Revolución Francesa como momento histórico, sublime en la conquista de la libertad del hombre:
La Revolución Francesa tiene en el pensamiento su comienzo y su origen; la determinación suprema que el pensamiento puede hallar es la libertad de la voluntad, que es la libertad del espíritu en el obrar, y brota inmediatamente en el principio de la Iglesia Evangélica. Pero esta libertad de la voluntad no se refiere a la de un espíritu particular, sino del espíritu universal. La voluntad absoluta es el querer ser libre, la voluntad libre ha sido reconocida como el fundamento sustancial de todo derecho. Se ha dicho que la Revolución Francesa ha salido de la filosofía y a ésta se la ha llamado la sabiduría temporal. Pero esta filosofía empieza por ser tan sólo pensamiento abstracto, no una concepción concreta de la verdad absoluta; este pensamiento tiene relaciones con la realidad y se ha convertido en una violencia contra lo existente, y esta violencia es la revolución. El pensamiento se ha convertido en violencia allí donde lo positivo que tenía enfrente era violencia. Ha habido revoluciones en Francia, Italia, España; ésta surge en los países románicos, pero donde reina la libertad de la Iglesia Evangélica hay paz; los protestantes han llevado a cabo su revolución con la reforma. El fenómeno principal de estas revoluciones, los principios de estas revoluciones, son principios de razón, pero establecidos solamente en su abstracción y que por tanto resultan fantasías y polémicas frente a todo lo existente. Los principios de la razón deben ser aprendidos correctamente, sólo entonces llega la verdadera libertad al trono. Ya antes de la Revolución Francesa, los grandes habían sido abatidos y sus privilegios abolidos, pero lo mismo que el clero, habían conservado todos sus derechos frente a la clase baja. Francia era en aquél tiempo un conglomerado caótico de privilegios contrarios a todo pensamiento y razón, un estado absurdo, un reino de injusticia. La dura opresión que pesaba sobre el pueblo, el boato y dispendio que rodeaban la Corte, dieron el primer impulso al descontento. Se vio que los impuestos del pueblo eran empleados en el derroche y nada más. Al no haber reaccionado el gobierno en contra de esta corrupción, la reforma fue a la fuerza violenta, y tuvo que ser hecha por el pueblo, pues los favorecidos no querían perder sus privilegios. En esto influyó que fuese un gobierno católico, que no consideraba el concepto de la libertad, de la razón de las leyes, como obligación última y absoluta. Así fue la primera vez que se reconoce que el pensamiento debe regir la realidad espiritual; la libertad tiene dos determinaciones: una concierne al contenido, otra a la forma de libertad. El Estado debe garantizar la libertad real que comprende: la libertad de la propiedad y de la persona y terminar con todo vínculo feudal, además comprende también la libertad del trabajo. La libertad formal es la de hacer y realizar las leyes, el cumplimiento y mantenimiento de las mismas; en el exterior persigue la independencia de la nación, en el interior ha de cuidar de la administración. La cuestión principal es: ¿De quién ha de partir la voluntad que tome las decisiones? ¿El monarca?, pero si las leyes son para todos, todos deben tener la oportunidad de tomar resoluciones, los pocos deben representar a los muchos, pero frecuentemente no hacen sino oprimirlos. Así vemos que los más oportuno es que aquéllos individuos que han de realizar las leyes, se dejen llevar por su fuero interno. Esta voluntad interna es la última garantía que tiene el gobierno y el pueblo. Todas las opiniones y pareceres sobre las leyes, la constitución o el gobierno deben acatar al Estado. Las leyes de la religión, no deben interferir en las del Estado. Siguiendo el curso de la Revolución Francesa y transformación del Estado, vemos que éste era un poder absoluto, la cabeza el monarca y el cuerpo legislativo quien hacía las leyes. Esta constitución se hallaba viciada y con discrepancia interna. El gobierno pasó en teoría al pueblo, en la práctica a la Convención Nacional y sus comités; el gobierno se instauró sobre la base de la virtud, pero la virtud es un simple principio que sólo distingue entre los que tienen voluntad interna y los que no la tienen, pero como la voluntad interna sólo es reconocida y juzgada por si misma, entra en juego la suspicacia, y la virtud cuando tan pronto se hace sospechosa, está acabada. La sospecha lleva al cadalso al monarca; se apoderaron del gobierno la virtud y el terror. Esta virtud terrorífica ejerce su poder sin formas judiciales; cuando esta tiranía sucumbió, surgió un nuevo gobierno organizado. El jefe y monarca era ahora un Directorio de 5 personas, que formaban una unidad moral pero no individual; la suspicacia que imperaba también en el Directorio hizo caer este gobierno, ante la necesidad absoluta de un poder gobernante. Napoleón se erigió en poder militar, con él se puso de nuevo una voluntad hacia el exterior, subyugó a toda Europa y difundió por todas partes sus propias instituciones liberales; sólo pudo ser derribado por la individualidad y la voluntad interna de los pueblos que conquistó. Con la caída de Napoleón, cayeron las constituciones que había dado Francia, y se restableció una monarquía. El influjo de la Revolución Francesa ha sido grande: el liberalismo ha dominado sobre todo en las naciones latinas, pero no ha tenido éxito en Francia, luego en España e Italia. Hay que resaltar que estas revoluciones sólo son políticas, no religiosas; la religión no ha ganado ni perdido con ellas, y sin que se altere la religión, no puede tener éxito ninguna revolución política. La abstracción del liberalismo ha recorrido así desde Francia al mundo románico, pero éste siguió encadenado a la esclavitud política, por obra de la servidumbre religiosa. Es falso creer que pueden romperse las cadenas del derecho y la libertad sin la emancipación de la conciencia, y que pueda haber una revolución sin Reforma, estos países han recaído en su antiguo Estado.
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