Napoleón:
Obtuvo una serie de victorias notables en Italia que forzaron una retirada temporal de Austria de la guerra. Intentó derrotar a Gran Bretaña organizando un ataque a las fuerzas británicas en Egipto y Oriente Próximo. La buena marcha de la campaña en tierra quedó frenada por la victoria de Nelson en Abukir (1798) y se vió atrapado por los británicos. Siguió un año más de lucha que no pudo acercarse a una victoria decisiva.
Ante la crisis del Directorio Napoleón decidió abandonar a su ejército y regresar a Francia para salvar el país. Cuando llegó a París se unió a una conspiración contra el gobierno. Bonaparte y sus compañeros tomaron el poder durante el golpe de Estado del 9-10 de noviembre de 1799 (18-19 de brumario según el calendario revolucionario) y establecieron un nuevo régimen, el Consulado. Según la constitución del año VIII, Napoleón, que había sido nombrado primer cónsul, disponía de poderes casi dictatoriales. La Constitución del año X, por él dictada en 1802, otorgó carácter vitalicio a su consulado y, finalmente, se proclamó emperador en 1804. El electorado mostró su respaldo absoluto a cada una de estas reformas. Bonaparte cruzó los Alpes con un ejército en 1800 y derrotó a los austriacos en la batalla de Marengo, con lo que su poder quedó afianzado. Entabló negociaciones para restablecer la paz en Europa y conseguir que el Rin fuera reconocido como la frontera oriental de Francia. Asimismo, firmó el Concordato de 1801 con el papa Pío VII, que apaciguó los ánimos en el interior del país al poner fin al enfrentamiento con la Iglesia católica, originado desde el inicio de la Revolución. En cuanto a la política interior, Napoleón reorganizó la administración, simplificó el sistema judicial y sometió a todas las escuelas a un control centralizado. La legislación civil francesa quedó tipificada en el Código de Napoleón y en otros seis códigos que garantizaban los derechos y libertades conquistados durante el periodo revolucionario, incluida la igualdad ante la ley y la libertad de culto.
Gran Bretaña, irritada por la hostilidad de las acciones de Napoleón, reanudó la guerra naval con Francia en abril de 1803. Dos años después, Rusia y Austria se unieron a Gran Bretaña en la Tercera coalición. Nelson derrota a las escuadras aliadas de Francia y España en Trafalgar en octubre de 1805.
Descartó su plan de invadir Inglaterra y dirigió sus ejércitos contra las fuerzas austro-rusas, a las que derrotó en la batalla de Austerlitz el 2 de diciembre de 1805. Conquistó el reino de Nápoles en 1806 y nombró rey a su hermano mayor, José; se tituló rey de Italia (1805), desintegró las antiguas Provincias Unidas, que en 1795 había constituido como República de Batavia, y fundó el reino de Holanda, al frente del cual situó a su hermano Luis, y estableció la Confederación del Rin (que agrupaba a la mayoría de los estados alemanes) que quedó bajo su protección. Fue entonces cuando Prusia y Rusia forjaron una nueva alianza y atacaron a la confederación. Napoleón aniquiló al ejército prusiano en Jena y Auerstedt (1806) y al ruso en Friedland. En Tilsit (julio de 1807), estableció un acuerdo con el zar Alejandro I por el que se reducía enormemente el territorio de Prusia (Tratados de Tilsit); también incorporó nuevos estados al Imperio: el reino de Westfalia, gobernado por su hermano Jerónimo, y el ducado de Varsovia, entre otros.
Inglaterra organiza coaliciones con Austria y Rusia (1805), Rusia y Prusia (1806-1807) y Austria y los insurrectos españoles (1809).
Se proclama rey de España a José Bonaparte (1808) pero la población española resiste.
Bonaparte venció a los austriacos en Wagram en 1809, convirtió los territorios conquistados en las Provincias Ilirias (en la actualidad parte de Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia y Montenegro) y conquistó los Estados Pontificios. Después de repudiar a Josefina, contrajo matrimonio en 1810 con María Luisa, archiduquesa de Austria. El Imperio alcanzó su máxima amplitud en 1810 con la incorporación de Bremen, Lübeck y otros territorios del norte de Alemania, así como con el reino de Holanda, después de obligar a abdicar a su hermano Luis I Bonaparte.
En 1811 se rompe la alianza franco-rusa.
En 1812 comienza la campaña de Rusia (junio).
Los ingleses vuelven a ocupar Portugal y expulsan a los franceses de España.
En 1813 Francia pierde Alemania.
En 1814 se inicia la invasión de Francia.
París capitula el 30 de marzo.
El emperador abdica en Fontainebleau (6 de abril) y queda recluido en la isla de Elba (4 de mayo).
Regreso a Francia:
Las negociaciones del Congreso de Viena auguran un severo castigo a Francia, iniciadora de la Revolución. Las grandes potencias amplian sus dominios. Prusia en Renania, Austria en Italia y los Balcanes y Rusia en Polonia. Inglaterra obtiene bases para afianzar su dominio marítimo.
Se refuerzan estados como los Países Bajos y el reino de Cerdeña para impedir futuras expansiones de Francia. Los vencedores reorganizan Europa sin atender a los deseos de los pueblos y siguiendo los principios de legitimidad, restauración y solidaridad de los príncipes.
El 25 de febrero de 1815 Napoleón escapa de la isla para tomar el poder ante la impopularidad de Luis XVIII y la inestabilidad económica y social de Francia. El 25 de marzo sus enemigos europeos deciden acabar con él y le declaran la guerra. Se crean cinco ejércitos que consiguen movilizar ochocientos mil soldados. Napoleón parte para Bruselas al mando de ciento veintiocho mil hombres.
La derrota de Waterloo acabó con su segundo imperio de 100 días.
Legado administrativo:
El Código Napoleónico se implantó en todos los Estados creados por el Emperador. Se abolieron el feudalismo y la servidumbre y se estableció la libertad de culto (salvo en España). Le fue otorgada a cada Estado una constitución en la que se concedía el sufragio universal masculino y una declaración de derechos y la creación de un parlamento; fue instaurado el sistema administrativo y judicial francés; las escuelas quedaron supeditadas a una administración centralizada y se amplió el sistema educativo libre de manera que cualquier ciudadano pudiera acceder a la enseñanza secundaria sin que se tuviera en cuenta su clase social o religión. Cada Estado disponía de una academia o instituto destinado a la promoción de las artes y las ciencias, al tiempo que se financiaba el trabajo de los investigadores, principalmente el de los científicos. La creación de gobiernos constitucionales siguió siendo sólo una promesa, pero el progreso y eficacia de la gestión fueron un logro real.
España e Hispanoamérica:
En Bayona obligó a abdicar a Fernando VII (05/05/1808), que quedó preso en el castillo de Valençay hasta 1814.
Dos meses después puso en el trono a su hermano José (1808-1813).
Antes de abdicar, Fernando VII transmite el ejercicio de la soberanía a la Junta Suprema de Gobierno que había dejado instalada en Madrid el 10 de abril al salir a entrevistarse con Napoleón.
La llegada a España de José Bonaparte recrudeció la guerra de la Independencia. Napoleón se trasladó a España durante un tiempo y consiguió varias victorias, pero la lucha se reanudó tras su partida, prolongándose durante cinco años la guerra entre las tropas francesas y las españolas (apoyadas por Gran Bretaña), jugando un papel fundamental la lucha de guerrillas. Este conflicto supuso un gran desgaste humano (se ha estimado en 300.000 bajas) y económico para Francia que contribuyó al debilitamiento final del Imperio napoleónico.
Para Hispanoamérica, la figura de Napoleón es fundamental. Su intervención en España, las abdicaciones de Carlos IV y Fernando VII, la entrega del trono español a su hermano José, que reinó en España y las Indias con el título de José I; la promulgación de la Constitución de Bayona en 1808, que reconocía la autonomía de las provincias americanas del dominio español; sus pretensiones de reinar sobre aquellos inmensos territorios, cuyos habitantes nunca quisieron aceptar los planes y designios del emperador, son elementos básicos para entender los movimientos de emancipación y las guerras hispanoamericanas por su independencia.
● La pobre especie humana ha servido de juguete a todas las ambiciones, de pasto a todas las tiranías. (Babeuf, Manifiesto de los Iguales)
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