Piratería
Evolución



Evolución de la piratería:
Junto con el tráfico fenicio con Occidente se desarrolló un fuerte núcleo pirático en el Egeo con centro en Delos. El objetivo fue en un principio la obtención de prisioneros, que proporcionaban rescates. En la isla de Delos había mercados para la venta de esclavos. Polícrates, rey de Samos, enmarcó el gran período de hegemonía de la piratería antigua. Posteriormente, Mitrídates, rey del Ponto, utilizó a los piratas del Mediterráneo en su lucha contra Roma dándoles un porcentaje sobre lo que saqueaban.

Roma. La guerra de los piratas (67 a.C.):
Los barcos
etruscos vistos en la lejanía fueron asociados con temidos asaltantes. Roma combatió duramente a los piratas. Pompeyo emprendió una expedición contra los piratas del Mediterráneo que privaban de víveres a Roma. Provisto de poderes excepcionales por la lex Gabinia mandó escuadras a diferentes sectores y se reservó los accesos a Cilici, guarida tradicional de los piratas. La campaña terminó en tres meses; se consolidó la pacificación del mar mediante el trasplante de algunas poblaciones piratas. El mandato extraordinario para eliminar la piratería da la ocasión a Pompeyo para someter el Ponto, Armenia y Siria. Su popularidad le hace formar parte del triunvirato con César y Craso (60 a.C.). Entre el 61 y el 55 a.C. mandó a construir en el Campo de Marte un enorme complejo, iniciando este tipo de propaganda política para catalizar el consenso popular. Tras los violentos disturbios del 52 a.C. se convierte en cónsul único. Con la caída del imperio romano la decadencia del comercio privó a la piratería de su razón de existir.

Ataque naval etrusco. Cerámica Galera Nave vikinga

Los vikingos (s.VIII):
En el siglo VIII, piratas sarracenos surcaron el Mediterráneo; sin embargo, el centro de la actividad pirática la ocupaban los piratas nórdicos, que infestaban las costas de Europa occidental: los normandos: vikingos emprendieron pronto la conquista de los países donde desembarcaron. El nombre de vikingos, deriva del antiguo término nórdico vikingr, usado para describir a escandinavos en viaje de pillaje, en los que saqueaban, asesinaban y también comerciaban. Practicaron frecuentemente el comercio de esclavos y el secuestro a cambio de rescate. En el siglo IX cesaron sus saqueos y se convirtieron frecuentemente en mercaderes. Desde que el comercio con Oriente recobró su importancia en la época de las cruzadas, el florecimiento de las repúblicas italianas se vio acompañado del incremento de la piratería.

Venecia derrota a los piratas de Dalmacia:
En el año 1000 los piratas de Dalmacia eran los dueños del Adriático, hostigando el tráfico marítimo, tráfico vital para los intereses comerciales de la república de Venecia y el imperio de Bizancio. El Adriático había sido desde muy antiguo un mar en el que la piratería era un modo habitual de vivir, con bases en diversos puntos de Dalmacia. El emperador Constantino encarga a Venecia la policía del Adriático a fin de mantener unas rutas de navegación seguras. El Dux de Venecia Orseolo (991-1009) construye una gran flota y en sucesivos ataques destruye todos los refugios de los piratas de Dalmacia. El triunfo de la flota veneciana tiene lugar el día de la Ascensión. En público agradecimiento el emperador de Bizancio otorga a Orseolo los títulos de "Dux de Venecia y de Dalmacia", otorgándole además franquicias para comerciar en todos los puertos de Grecia, Tracia y Chipre. Después de ocho siglos el día de la Sensa se celebra el Sponzalizio col mare, boda entre el Dux de Venecia y la mar a bordo de la galera ricamente engalanada Bucentauro. El Dux arroja un anillo a la mar y pronuncia Os desposamos oh mar, en símbolo de nuestro leal y perpetuo dominio sobre vos. En enero de 1798 se destruyó el último Bucentauro durante la invasión de las tropas napoleónicas.

Piratas berberiscos:
Durante la edad media ésta se practicó abiertamente, dando origen a la creación de importantes capitales comerciales; los nuevos protagonistas fueron los piratas berberiscos; su principal foco, con centro en Metredia, fue el norte de Africa; acrecentados por los musulmanes andaluces expulsados de España en 1492, y unidos a los corsarios del sultán de Constantinopla, llegaron a dominar tres cuartas partes del Mediterráneo; sus jefes, los hermanos Barbarroja, hicieron de la piratería una empresa oficialmente otomana, cuyo impulso se prolongó hasta la derrota de Lepanto de 1571. La dominación francesa de Argel (1830) acabó con los piratas berberiscos. Durante la edad moderna, el escenario de la piratería se trasladó a América. El sistema comercial del monopolio hispano atrajo a las Antillas, principalmente, a los piratas. Nuevos matices se añadieron a la piratería clásica: los bucaneros y los filibusteros, cuya existencia no hubiese sido posible sin la ayuda encubierta de los gobiernos británico, francés y neerlandés. Su objetivo era robar a los barcos españoles que de América se dirigían a la península, y el tráfico de esclavos negros; pero al afirmar que se trataba de un acto de rebeldía por no aceptar el monopolio hispano y portugués, su actuación adquirió un carácter político.

Castillo de Santa Rosa

Defensas contra los asaltos en la América de Felipe II:
En estos mismos años, las costas mediterráneas de Italia y de España y, sobre todo, las islas cercanas vivían bajo el agobio de la continua amenaza de los piratas turcos, tunecinos y argelinos, que se revela en las angustiosas peticiones de las Cortes y en la literatura contemporánea, sobre todo el Quijote. En 1574, el pirata chino Ma-Hong, con sesenta y dos champanes y más de 4.000 hombres, saqueaba a Manila y, poco después, los japoneses, mandados por Tay-Zufú, intentaban apoderarse de Cagayán. La amenaza de los moros y de malayos era constante para el naciente Imperio español en Oceanía. La obra de los piratas, exclusivamente negativa, amenazaba destruir la obra de España, que por todas partes fundaba ciudades, establecía explotaciones agrícolas y ganaderas, con un carácter de asimilación y de permanencia que sólo encuentra semejante en la Historia en la obra civilizadora de Roma. Bajo la amenaza continua del saqueo y de la matanza, la colonización se hacía imposible y los colonos amenazaban con abandonar sus tareas si no se les protegía. El gobernador de Cartagena de Indias advirtió a Felipe II, después del terrible saqueo de Drake, que la única manera de evitar la despoblación sería proteger la ciudad con fuertes murallas. A fin de defender su inmenso Imperio de los ataques piratas, el rey se decide a emprender la obra gigantesca de amparar con fortificaciones tantos millares de leguas de costa, desde Lisboa a Filipinas y desde la Florida al cabo de Hornos. Estas fortificaciones son el más duradero vestigio de la obra de España. Esta obra tan costosa, que parece imposible que bastasen para ella los tesoros de las Indias, tenía una misión pacífica: la de hacer posible el trabajo de los colonos. Felipe II se valió de los grandes ingenieros militares italianos, especialmente de Juan Bautista Antonelli, los cuales crearon el tipo de fortaleza con fortísimos muros en talud, con plataformas para los cañones y con garitas cilíndricas, que está esparcido por todas las costas que dominó España en el Antiguo y en el Nuevo Mundo. En 1586, el Consejo de Indias envió a Antonelli a América y se comenzaron las fortificaciones de Cartagena, de Cuba, de Puerto Rico, de Santo Domingo y de San Juan de Ulúa, frente a Veracruz. En 1589 se construyó el castillo del Morro, a la entrada de la bahía de La Habana. Más adelante se iniciaron las obras defensivas de Portobelo, de San Agustín en la Florida, de Venezuela y del Brasil. Este colosal esfuerzo fue eficaz y puede decirse que salvó al Imperio. Los piratas, que carecían de artillería de sitio y que no tenían otro refugio que sus naves, no podían triunfar sino por sorpresa, en comarcas indefensas. Los colonos, envalentonados, se defendieron mejor. En 1595, Drake fracasó ante San Juan de Puerto Rico, y por el mismo tiempo Richard Hawkins era apresado en Atacama y debió la vida y la libertad a la caballerosidad del virrey Hurtado de Mendoza. (Marqués de Lozoya)

Relaciones entre piratas y comerciantes:
Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el contacto de los piratas con el mundo de los negocios fue muy estrecho; se formaron sociedades para financiar expediciones. Por otra parte, la acción de los piratas se fue modificando de acuerdo con los adelantos técnicos; la primitiva técnica del abordaje fue abandonada al armarse los barcos con cañones; el negocio del mar requirió mayores inversiones, de ahí que los capitanes de los barcos estuviesen muy ligados con los comerciantes de especias de Amsterdam o Londres, con los banqueros italianos o con los comerciantes de Liverpool; las expediciones requirieron una organización más compleja; los barcos mercantes fueron transformados para el ejercicio de la piratería.

El tratado de Ryswick (1697) entre las potencias coloniales trasladó la piratería de Hispanoamérica a América del N y, sobre todo, al continente asiático (mar Rojo y costa de Malabar); fueron los funcionarios de la compañía de las Indias quienes iniciaron en contra de los neerlandeses, las acciones piráticas en el océano Indico con base en Madagascar. Pero el fin de la piratería occidental estaba próximo. En el siglo XIX sólo perduraron algunos piratas aislados en ciertas costas de Africa, golfo Pérsico, China y Polinesia. El desarrollo industrial y la máquina de vapor, hicieron las empresas muy costosas y arriesgadas; la piratería se vio impotente ante el avance técnico de los medios de comunicación y de organización defensiva. A finales del siglo XX asaltos de embarcaciones con base en Somalia mantuvieron una presencia continuada en los medios de comunicación mundiales.

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