HISTORIA
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Compañias de Indias



Las compañías comerciales:
Las Compañías por acciones constituyeron la expresión más típica del capitalismo comercial del s.XVII, y fueron ligadas a la expansión colonial de las potencias atlánticas. Eran sociedades con cartas constitucionales especiales otorgadas por sus gobiernos. Desempeñaron un importante papel en la expansión colonial de los países europeos. Se les concedieron importantes privilegios, a veces monopolísticos y tuvieron funciones colonizadoras y administrativas. En el siglo XVII tuvieron especial importancia en Norteamérica y Lejano Oriente. También proliferaron en el último cuarto del siglo XIX, especialmente en Africa. La más poderosa fue la Compañía de las Indias Orientales holandesa, pero la primera de este tipo surgió en Inglaterra. En España el estado detentó el monopolio del tráfico colonial hasta el siglo XVIII. Con la creación de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas (1728) se inicia un nuevo sistema de comercio. Más tarde le seguirían la Compañía de La Habana (1740) y la Real Compañía de Filipinas (1785) ente otras.

Compañías inglesas:
La fundación de la Compañía de las Indias Orientales fue una de las postreras grandes realizaciones de la reina Isabel I Tudor, en 1600. Consistía en una asociación, no de mercancías, como las "join stock" del siglo anterior, sino de capitales, a base de acciones, que se negociaban por venta y en la Bolsa. En esta sociedad poderosísima el capital estaba despersonalizado, es decir, desvinculado de su propietario, que ya no era un comerciante aventurero, sino un simple accionista. La compañía recibía del estado el monopolio comercial de las Indias Orientales, por la ruta de El Cabo. Los ingleses no lograron establecerse en Insulindia, emporio holandés, pero colocaron los cimientos de a conquista de la India: Surate, Madrás, Bombay (ésta como dote de boda), etc. A mediados del s.XVII el tráfico de la Compañía de las Indias Orientales se llevaba a cabo mediante unos 25 barcos anuales.
Colonias del Norte de América: La actividad de las compañías de América alcanzó gran trascendencia. Más que el traslado de mercancías, su objetivo era fundar colonias de poblamiento. Eran compañías libres, a las que la corona inglesa concedía en monopolio la colonización de determinadas regiones y, lo más importante, la facultad de organizarlas según los propios estatutos de cada una.
Colonias del Sur: Las colonias del Sur nacieron de la iniciativa de la Corona, que concedió su poblamiento a algunos nobles. Imperó en ellas la tolerancia religiosa (las del norte eran calvinistas) y la tierra se repartió en latifundios. Tuvieron un carácter marcadamente aristocrático. Lord Baltimore emprendió, en 1632, la colonización de Maryland, y los lores Albemarle, Ashley y Clarendon, la de Carolina en 1663.

Compañías holandesas:
La Compañía de las Indias Orientales holandesa, creada en 1602, fue modelo de sociedad capitalista, y evolucionó más rápidamente que la inglesa en lo que se refiere a la especulación. Viajes a India y a Insulindia se habían realizado con anterioridad, e incluso se constituyeron sociedades para tal fin; la novedad de aquélla reside en unificarlas a todas, y en su carácter permanente. Esta fabulosa compañía se fundó por iniciativa de los Estados Generales. Tengamos presente que Holanda era el único país en que los burgueses gobernaban. De hecho, los magistrados de las Provincias Unidas y los directores y consejeros de la Compañía eran las mismas personas. El Estado le dio a la Compañía el monopolio absoluto de las Indias Orientales, subordinó todos sus intereses a los de ella, y a su vez contribuyó con ciertos impuestos y puso a la disposición del Estado la potencia de su flota. La Compañía estableció su centro de operaciones en Batavia, en la isla de Java, que se convirtió en el corazón de una zona intensamente activa y codiciada por los demás. En Batavia se organizó una nutrida burocracia, se afincó un ejército de 10.000 a 12.000 hombres y tuvo una dotación de 40 a 60 barcos. Desde Insulindia y las Molucas los neerlandeses fundaron factorías en Siam, Annam, China y Japón. En 1623 arrojaron a los ingleses de su zona de influencia. En 1621 los holandeses crearon una Compañía de las Indias Occidentales, de régimen más liberal que la primera, pues los accionistas, a través de sus inspectores controlaban la actuación de los directores. Sin embargo, esta participación activa de los numerosos accionistas promovió diferencias y partidos, y la Compañía acabó disolviéndose en el año 1674. Entretanto, los holandeses se establecieron en Curaçao y Pernambuco (Recife) y otros puntos del Brasil, sembrando la inquietud en las comunidades hispánicas con sus piraterías. En América del Norte fundaron una pequeña factoría en 1626, Nueva Amsterdam, que al pasar a manos inglesas en 1664 fue denominada Nueva York. La Compañía del Norte se especializó en la pesca de la ballena, actividad en la que consiguieron, una vez más, la supremacía. La flota más importante era la holandesa, que sumaba cerca de 200.000 toneladas, siguiéndole la inglesa. Al adentrarse el sXVII esta relación se inclinó a favor de Gran Bretaña. Las rutas por mar del s.XVII apenas experimentan cambios, y se hallan determinadas por las mercancías. La importante ruta de las especias que iba de Insulindia (por El Cabo y contorneando Africa) hasta Lisboa y Amberes, al ser acaparada por los holandeses tuvo ahora por objetivo a Amsterdam, cuyos burgueses señoreaban en el Indico. La pimienta perdió su primacía como producto comercial y pasó a ocupar un lugar secundario, tras la seda y las porcelanas chinas.

Compañías francesas:
Las primeras compañías comerciales francesas se remontan al ministerio de Richelieu (1642). Fueron las de Canadá (Nueva Francia) y las de las islas de América. La primera trató de robustecer la penetración francesa en las orillas del río San Lorenzo (Canadá), donde, en 1608, Champlain había fundado Quebec. La colonización de este territorio, evangelizado por los jesuitas, progresaba muy poco a pesar del atractivo de sus pieles finas. Su promoción se debió sobre todo a Colbert (1649-1683), quien lo convirtió en el almacén de trigo de Francia. La Compañía de las islas de América (1635), Antillas, llevó a cabo una actividad con frecuencia extralegal, pues los colonos que se apoderaron de Martinica, Guadalupe, Granadina, Santo Domingo, etc., además de cultivar azúcar e importar negros, practicaban la piratería y el contrabando, siguiendo las huellas de los holandeses. En 1651, la Compañía fue liquidada y las tierras vendidas a los colonos. Pero las islas permanecieron, y aún permanecen algunas, bajo la soberanía de Francia. A Colbert se debe también la creación de la Compañía del Norte (para el Báltico), la de Levante (para el Mediterráneo oriental), la del Senegal y las de las Indias Occidentales y Orientales. Esta última abrió la perspectiva de las futuras colonias de Madagascar y la India.

Rutas en el s.XVII:
En el Indico las naves holandesas recalaban en innumerables factorías, con creciente competencia inglesa. También fueron los holandeses quienes desde 1620 en adelante se establecieron en las Antillas, y protegiendo abiertamente a los filibusteros y piratas, arrebataron a los españoles la supremacía en el Caribe. Los ingleses tuvieron una ruta particular en la colonias atlánticas de América del Norte, y los franceses las suyas de la región de Quebec y Mississippi.

Metales:
La ruta de los "metales", plata y oro, que iba de Veracruz y Lima hasta Cádiz o Sevilla, perdió la magnífica vitalidad que poseyera en el siglo anterior, debido al agotamiento de las minas y al anquilosamiento de la economía española. La plata desembarcada en Andalucía ya no era trasladada a Bilbao y luego a Amberes, sino que, tras la decadencia de esta ciudad, se prefirió la ruta Sevilla-Barcelona-Génova ("el puente de oro"), para desde aquí distribuirse entre los acreedores europeos. Avanzado el s.XVII, se abandonó también dicha ruta porque apenas entraba plata.
Esclavos:
La ruta de los esclavos, en cambio, creció con la trata de negros, realizada legalmente o de contrabando por franceses, portugueses, holandeses e ingleses. Iba del golfo de Guinea hasta las Antillas y Brasil.

Puertos:
Los puertos más importantes del s.XVII fueron Amsterdam (la metrópoli de la economía colonial y de las finanzas) en Holanda; Londres, que seguía sus huellas; Copenhague, en Dinamarca; Ruan, Nantes y Burdeos, en Francia; Cádiz, y ya no tanto Sevilla, en España. En este país, Alicante, por donde antes se exportaban las lanas castellanas, había contraído su movimiento; y Barcelona, que en la Edad Media había creado un imperio en el Mediterráneo, ahora no se atrevía a avanzar más allá de Sicilia. Incluso las especias y los tejidos que procedían de Oriente los compraba en Marsella, Génova o Livorno. El Mediterráneo se había convertido en un mar local, alejado de las grandes rutas oceánicas, arrastrando a la decadencia a las florecientes repúblicas italianas (como Venecia) y a Barcelona. Sólo Marsella, beneficiada por sus pactos comerciales con Turquía, continuaba vigorosa. También los puertos hanseáticos (del norte de Alemania) perdieron su antigua hegemonía.


Compañías con actividad en Africa (s.XIX):
En el siglo XIX se emplearon compañías privilegiadas para el desarrollo del poder europeo en Africa. Destacaron la Compañía de Sierra Leona (1791), dedicada a la colonización de esclavos liberados, la Compañía Real de Níger (1886), la Compañía Imperial del Africa Oriental británica (1888) y la Compañía Británica de Africa del Sur (1889). Leopoldo II de Bélgica empleó el método de compañías en los primeros años de colonización del Congo. La compañía Británica del Norte de Borneo, fundada en 1881, sobrevivió hasta 1946 como importante medio de influencia en dicha zona. La mayor parte de las compañías de este último período tuvieron un poder más limitado que las primitivas y su ejercicio de las funciones administrativas fue relativamente pequeño.

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