Conquistadores
Lope de Aguirre



Lope de Aguirre (1515-1561):
En 1559 se encontraba Aguirre entre los soldados de peor fama del Perú, donde era conocido con el sobrenombre de el Loco. Era de corta estatura pero vigoroso, tenía el aire atravesado y arrastraba una cojera, secuela de las heridas recibidas en el campo de batalla. Su mala reputación era para él una especie de gloria, pero para los administradores españoles la presencia de aquel hombre pendenciero e indomeñable suponía un peligro. Por ello se decidió embarcarle con el grupo de agitadores del cual era cabecilla en la primera expedición a tierras lejanas que se dispusiera, para mantenerlo a raya. Y esa expedición fue la que Pedro de Ursúa, del que Aguirre había sido compañero en varios viajes, emprendió con el objetivo de conquistar la legendaria tierra de El Dorado. [La fracasada expedición trama un levantamiento contra Ursúa]

Sedición y asesinato de Ursúa:
Aunque la primera intención de Guzmán era apoderarse de los navíos y regresar a Perú, Lope y los suyos impusieron la idea de que era preciso matar al gobernador y continuar la búsqueda. La opinión de Aguirre prevaleció y en la nadrugada del 1 de enero de 1561 los conjurados asesinarona a Pedro de Ursúa y a su teniente general, Juan Vargas. A partir de ese momento, Guzmán se convirtió en un instrumento de los designios de Aguirre, verdadero hombre fuerte de la expedición. Para guardar las apariencias se nombró a Guzmán capitán general quedando Lope de maese de campo. El camino río abajo de la flota estuvo llena de dificultades. El descontento volvió a manifestarse y Aguirre aprovechó para eliminar a todo el que no estuviera de su lado y para promover un cambio radical en el viaje: Obligó a Guzmán a declarar explícitamente , frente a la tropa reunída, su intención de enfrentarse al rey y conquistar el Perú. Una vez allí, Guzmán sería coronado rey. Fernando de Guzmán y algunos de sus oficiales se arrepintieron de su participación en la muerte de Ursúa y decidieron matar a Aguirre, que notó da alguna forma lo que se tramaba en su contra y decidió adelantarse. Al amanecer del 22 de mayo de 1561, al frente de un grupo de adeptos, asesinó a Guzmán, lo que, según las últimas disposiciones adoptadas por los exploradores, equivalía a cometer regicidio. Aguirre, con las manos chorreando sangre, reunió a la tropa y se proclamó Ira de Dios, Príncipe de la Libertad y del reino de Tierra Firme y provincia de Chile. Todos los dominios americanos se convertían en objetivos de conquista, y los súbditos del emperador pasaban a ser sus enemigos. Ordenó seguir el curso del río hasta el océano y emprender la conquista de Perú desde Panamá. Los barcos se perdieron en una maraña de islas e islotes, confundidos por el efecto de las mareas, que impedían conocer con certeza la dirección de la corriente. Reunidos en mar abierto, bordearon la costa y llegaron a isla Margarita el 20 de junio. El gobernador Juan de Villandrado envió algunos vecinos en botes a obtener información. Vieron en cubierta a los enfermos mientras el resto de la tropa permanecía oculta bajo cubierta. Los alimentos solicitados les fueron entregados de forma confiada.

Al día siguiente, el propio gobernador acudió a visitar a los recién llegados. Después de los saludos de rigor, y cuando las autoridades ya no mostraban ningún recelo, Aguirre deio la orden convenida y sus tropas, aprovechando la sorpresa, desarmaron y detuvieron a toda la comitiva. Un grupo de soldados desembarcó y se dirigió a la población. Al grito de ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Viva Lope de Aguirre! recorrieron sus callejuelas hasta la fortaleza que la protegía y la tomaron sin dificultad. Lope de Aguirre era el nuevo señor de la isla Margarita. Pocos días después, al enterarse de que ante la cercana tierra firme había fondeado un barco propiedad del provincial de los dominicos, decidió apoderarse de él, y con ese propósito envió a uno de sus capitanes, Pedro de Monguía, al frente de un grupo de 14 hombres. Confiando en el éxito de la operación mandó a quemar los bergantines para evitar posibles fugas. A los pocos días, un nativo llegado a la isla en piragua informó que Monguía se había pasado a las fuerzas realistas. Aguirretuvo la certeza de que el desertor habría relatado a los oficiales del emperador su propósito de marchar hacia el Perú por mar, por lo cual alteró sus planes y optó por dirigirse a Burburata y llegar a su objetivo por tierra, a través de la gobernación de Venezuela y el Nuevo reino de Granada, hoy Colombia. El 31 de agosto de 1561, en cuatro navíos confiscados y con sólo 150 hombres bajo su mando, abandonó Margarita; en dos meses habían sido ajusticiadas 25 persnas entre soldados y vecinos, las haciendas estaban arruinadas y la desolación reinaba en toda la isla. El 7 de septiembre, llegaba al puerto de Burburata. Una vez desembarcados, volvió a ordenar el incendio de las naves. En el camino hacia Nueva Valencia, todos los sospechoso de planear la fuga fueron ajusticiados sin piedad. Fue entonces cuando Aguirre dictaría su famosa carta a Felipe II en la que expuso las razones de su rebeldía frente a la corona española:

    ...yo, por no poder sufrir más las crueldades de tu obediencia y, desnaturalizándome con ellos de nuestra tierra, que es España, voy a hacerte la más cruel guerra que nuestras fuerzas pueden sustentar y sufrir, y esto cree, rey y señor, nos obliga a hacerlo el no poder sufrir los grandes apremios y castigos injustos que nos dan tus ministros...

Las noticias de la presencia de los insurrectos se extendió pronto por la gobernación de Venezuela. En Barquisimeto, su próxima etapa, se concentraron tropas y voluntarios bajo el estandarte realcon la misión de hacerles frente. El 22 de octubre, Aguirre y sus hombres entraban en Barquisimeto, encontrando la ciudad despoblada. Las escaramuzas comenzaron poco después. Algunos soldados rebeldes, temerosos de su caudillo, se pasaron a las filas realistas, provocando la cólera de don Lope. Las deserciones y las ejecuciones aumentaron rápidamente. Tras una breve batalla, el maese de campo de los realistas, Diego García de Paredes, penetraba en el campamento de los rebeldes, donde Aguirre acababa de dar muerte a su hija, "para que ningún bellaco goce de tu beldad y hermosura, ni te baldone llamándote hija del traidor Lope de Aguirre. Junto al lunático caudillo se encontraba el único hombre que le había permanecido fiel, el capitán Antón Llamoso. En aquel tenso momento, los arcabuces de los acompañantes de García de Paredes encañonaron a Aguirre, quien lejos de rendirse se abalanzó hacia ellos blandiendo la espada que había segado la vida de su hija. El cronista relata así la escena: "... al primer arcabuzazo, que le dio algo alto encima del pecho, habó entre dientes, no se supo qué, y luego, como le tiraron el segundo, cayó muerto sin encomendarse a Dios, sino como hombre mal cristiano y, según sus obras y palabras, como muy gentil hereje..."

Rey Felipe, natural español, hijo de Carlos el Invencible. Yo, Lope de Aguirre, tu mínimo vasallo, cristiano viejo, de medianos padres y en mi prosperidad hidalgo, natural vascongado, en el reino de España, de la villa de Oñate vecino. En mi mocedad pasé el océano a estas partes de Indias por valer más con la lanza en la mano y por cumplir con la deuda que debe todo hombre de bien, y asimismo y por esta razón te he hecho muchos servicios en el Perú en conquistas de indios y en poblar pueblos a tu servicio, especialmente en batallas y encuentros que ha habido en tu nombre, siempre conforme a mis fuerzas y posibilidades sin importunar a tus oficiales por paga ni socorro, como parecerá por tus reales libros. Creo bien, excelentísimo rey y señor, que para mí y mis compañeros no has sido tal, sino cruel e ingrato, y también creo que te deben de engañar los que te escriben desta tierra, que está lejos para averiguar la verdad. Y tú no te precias mucho de buscarla...

Antepasados de Shanti Andía. Pío Baroja:
De muchos capitanes, marinos, aventureros y frailes se ocupaba el libro de la familia; pero, entre todas aquellas historias, la más extraordinaria, la más absurda, dentro de su realidad, era la de Lope de Aguirre, el loco, llamado también Lope de Aguirre, el traidor. Varias veces leí las aventuras asombrosas de este hombre, que en el manuscrito se contaban con todos sus detalles. Domingo de Cincunegui, el autor de los Recuerdos históricos de Lúzaro, me ha pedido repetidas veces que registre por todos los rincones de Aguirreche, para ver si se encuentra el viejo manuscrito; pero el infolio no aparece; sin duda, a la muerte de mi abuela, se perdió; quizá a alguno de los marineros que vive ahora en el viejo caserón le habrá servido para encender el fuego. Lo que dice Cincunegui en sus Recuerdos de Lúzaro está tomado de la historia del Perú y de Venezuela. De sus Recuerdos tomo estos datos, para dar una idea de mi terrible antepasado:

Lope de Aguirre nació en el primer tercio del siglo XVI, y era vizcaíno. No se sabe de qué pueblo. En el siglo XVI aparecen tres casas de Aguirre importantes: una de Oyarzun, otra de Gaviria y otra de Navarra. Lope de Aguirre debía de ser de una de estas casas. Llegó Lope al Perú a mediados del siglo XVI, y tomó partido por Gonzalo Pizarro en la rebelión de éste. Durante algún tiempo estuvo a sus órdenes, hasta que le hizo traición y ejecutó contra sus antiguos compañeros actos de una crueldad inaudita. Era Lope hombre inquieto y turbulento, terco y mal encarado. Condenado a muerte durante una sedición, se evadió y tomó el oficio de domador de caballos. Buen oficio para poner a prueba su bárbara energía. A Lope le conocían entre los soldados por el apodo de Aguirre, el loco.

[Aciaga expedición a El Dorado:]
En 1560, el virrey don Andrés Hurtado de Mendoza, confió al capitán vasco Pedro de Ursúa una expedición para explorar las orillas del Marañón en busca de oro. Lope fue uno de los principales jefes de la partida. Una noche, el inquieto Aguirre sublevó a la tropa expedicionaria, y él mismo cosió a puñaladas al capitán Ursúa y a su compañera, Inés de Atienza, que era hija del conquistador Blas de Atienza. Lope asesinó también al teniente Vargas y dirigió un manifiesto a los rebeldes, que le siguieron. Los sublevados proclamaron general y príncipe del Perú a Fernando de Guzmán, y mariscal de campo a Lope de Aguirre. Como Guzmán reconviniera a Lope por su inútil crueldad, el feroz vasco, que no admitía reconvenciones, se vengó de él asesinándolo y cometiendo después una serie de atropellos y de crímenes. A la cabeza de sus hombres, subyugados por el terror (ahorcó a ocho que no le parecían bastante fieles), bajó por el Amazonas y recorrió, después de meses y meses, la inmensidad del curso de este enorme río y se lanzó al Atlántico. No contaba Lope más que con barcas apenas útiles para la navegación fluvial; pero él no reconocía obstáculos y se internó en el océano. Lope de Aguirre era todo un hombre. Resistió en alta mar, cerca del ecuador, dos terribles temporales en sus ligeras embarcaciones, y fue bordeando con ellas las costas del Brasil, de las Guayanas y de Venezuela. Allí donde arribaba, Lope se dedicaba al pillaje, saqueando los puertos, quemando todo cuanto se le ponía por delante, llevado de su loca furia. El fraile de la flotilla se permitió aconsejar, suplicar a su capitán que no fuera tan cruel. Aguirre le escuchó atentamente, y atentamente lo mandó ahorcar. Sintiendo quizá remordimiento en su corazón endurecido, llamó a su presencia a un misionero de Parrachagua, para confesarse con él; y como el buen sacerdote no quisiera darle la absolución, ordenó lo colgaran, sin duda para que hiciese compañía al otro fraile ahorcado. Los aventureros poco adictos a su persona iban sufriendo la misma suerte. De los cuatrocientos hombres que salieron con Ursúa, no le quedaban a Lope más que ciento cincuenta, y de éstos, muchos iban, por días, desertando. Aguirre, al verse sin la tripulación necesaria para sus barcos, les pegó fuego, y luego se refugió, con su hija y algunos compañeros fieles, en las proximidades de Barquisimeto, de Venezuela. Allí, en el campo, en una casa abandonada, Aguirre escribió un memorial a Felipe II, justificándose de sus desmanes, y para dar más fuerza a su documento, lo firmó de esta manera audaz, cínica y absurda: "Hijo de fieles vasallos tuyos vascongados, y yo, rebelde hasta la muerte por tu ingratitud, Lope de Aguirre, el Peregrino".

[Bárbara muerte de Aguirre el Loco]:
Las tropas del rey, unidas con algunos desertores de Aguirre, fueron acorralando al capitán vasco como a una bestia feroz, para darle muerte. Quebrantado, cercado, cuando se vio irremisiblemente perdido, Lope, sacando su daga, la hundió hasta el puño en el corazón de su hija, que era todavía una niña. No quiero -dijo- que se convierta en una mala mujer, ni que puedan llamarla, jamás, la hija del traidor. Después mandó a uno de sus soldados fieles que le disparara un tiro de arcabuz. El soldado obedeció. -¡Mal tiro! -exclamó Lope al primer disparo, al notar que la bala pasaba por encima de su cabeza. Y cuando sintió, al segundo disparo, que la bala penetraba en su pecho y le quitaba la vida, gritó, saludando a su matador con una feroz alegría: -Este tiro ya es bueno. Realmente Lope de Aguirre era todo un hombre. Después de muerto le cortaron la cabeza y descuartizaron el tronco, conservándose la calavera en la iglesia de Barquisimeto, encerrada en una jaula de hierro. (Pío Baroja)

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