Unión Europea: Reino Unido




El Reino Unido en la UE:
Winston Churchill fue de los primeros líderes europeos en pronunciarse a favor de unos Estados Unidos de Europa, pero nunca quedó claro hasta qué punto quería que el Reino Unido participara en el proyecto. En un discurso pronunciado en la Universidad de Zurich (1946) dijo: Existe un remedio que logrará que Europa vuelva a ser libre y feliz. Se trata de recrear la familia europea, en la medida en que podamos, y dotarla de una estructura bajo la que pueda prosperar en paz, en seguridad y en libertad. Debemos construir algo parecido a los Estados Unidos de Europa. Para Churchill el interés del Reino Unido se hallaba en la intersección entre tres círculos, Estados Unidos, la Commonwealth y Europa, y Londres no debía dejar que ninguno de ellos dominara a los demás. Esta idea se proyecta desde entonces sobre todos los primeros ministros británicos, que se han debatido entre la necesidad de sumarse a la construcción europea y la resistencia a perder soberanía. A finales de la década de 1950 los países de la Commonwealth recibían el 40% de las exportaciones británicas. Se hacían notables esfuerzos por mantener el vínculo. Harold Macmillan, primer líder británico en solicitar el ingreso, tomó la decisión con grandes reservas. La clase dirigente británica no creía en el proyecto europeo, pero prefería intentar controlarlo desde dentro que quedarse fuera. El partido laborista no secundó la solicitud y, tras el non de De Gaulle en 1963, Harold Wilson accedió al liderazgo laborista con unas sólidas credenciales antieuropeas, pero como primer ministro volvió a proponer la adhesión.

    [Tanto Adenauer como De Gaulle, nacidos en el siglo XIX, ya ancianos y en el poder, compartían la visión de que una Europa con Inglaterra dentro sería más bien una fuente de divisiones que de concordia. Para Adenauer en Europa occidental sólo podría ir bien lo que llevaran a hombros alemanes y franceses. Se podía entrever la desconfianza que generaba la relación especial entre EE.UU. y Gran Bretaña.]

Década de 1970:
El ingreso se produjo en 1973, siendo primer ministro Edward Heath, convencido europeísta. Encabezando previamente la delegación negociadora anunció: Somos parte de Europa por geografía, tradición, historia, cultura y civilización. Pero a los dos años, Harold Wilson, en su tercer mandato, sometió a referéndum la permanencia (1976). El sí ganó por el 66%. El referéndum dejó una imagen de fondo de un país dividido en una cuestión de gran relevancia. Sorprendió que la postura ante lo que se quería para el país no fuese monolítica. En 1979 Thatcher sucede a Callaghan como primer ministro. Había hecho campaña a favor del sí en el referéndum y cuando llego al poder apostó por la creación del Mercado Único. En Thatcher creció el recelo por los aspectos sociales y federalistas del carismático Jaques Delors, presidente de la Comisión Europea, y el resurgimiento de la fortaleza alemana.

El escollo de la PAC:
En 1984 Thatcher consigue el Cheque europeo, un descuento en la contribución del Reino Unido al presupuesto de la Unión Europea. Tenía sentido como mecanismo de compensación por una cuestión agrícola. La mayor parte del presupuesto de la UE se destina a financiar la Política Agrícola Común (PAC), de la que el Reino Unido se beneficia muy poco. Su sector agrícola es muy pequeño en términos de porcentaje sobre el PIB. El gasto agrícola, que representaba el 75% del presupuesto comunitario cuando el cheque fue introducido, pasaría a situarse en el 40%. Con la ampliación de la UE aumentó el número de países con una riqueza considerablemente por debajo de la media. La nueva situación supuso el incremento del presupuesto de la PAC y la contribución británica.

En 1982 Kohl sucede a Helmut Schmidt como canciller. Le tocaría recabar apoyos para una rápida reunificación alemana. En 1985 Thatcher acogió con satisfacción la aprobación del Acta Única Europea, que aceleraba el proceso de integración. Pero más tarde cambió de parecer y fue adoptando posiciones cada vez más euroescépticas, sobre todo tras abandonar el poder. En un discurso ante el Colegio Europeo de Brujas dijo: No hemos hecho retroceder con éxito los tentáculos de la intervención estatal en Gran Bretaña para ver cómo se vuelven a imponer a nivel europeo, con un súper Estado Europeo que ejerza su poder desde Bruselas. [Perdió el liderazgo conservador en buena parte por separarse de la línea mayoritaria de su partido, entonces europeísta]. En 1987 entra en vigor el Acta Unica Europea. En noviembre de 1989 cae el muro de Berlín. En noviembre de 1990 Major sucede a Thatcher como primer ministro.

● John Major proclamó la voluntad de situar al Reino Unido en el corazón de Europa, pero se vio obligado por la presión de los mercados a sacar la libra esterlina del Sistema Monetario Europeo —primer paso hacia la moneda única— y tuvo que hacer muchos equilibrios para no enajenarse a ninguno de los dos sectores de su partido, ruidosamente dividido entre europeístas y euroescépticos. Tony Blair votó a favor de la pertenencia a la Unión en el referéndum de 1975. Más tarde, en 1982, se presentó a sus primeras elecciones para los Comunes defendiendo la salida, bajo el liderazgo de Michael Foot. Sin embargo, alcanzó el poder con un programa europeísta y siguió la línea más proeuropea desde el ingreso del Reino Unido en 1973. (Carles Casajuana, 2016)

En 1998 Schroeder sucede a Kohl como canciller. En su primera campaña electoral Blair había dicho: El hecho es que Europa es hoy la única vía a través de la que podemos ejercer poder e influencia. Manuvo al Reino Unido fuera del espacio común de Schengen y aceptó la Carta Social de Derechos, vehementemente rechazada por los conservadores. Cuando se ponía en marcha la UEM en enero de 1999 el Reino Unido, junto con Dinamarca y Suecia, decidió autoexcluirse en el primer arranque. El 1 de enero de 2002 el proceso de unión monetaria culminó con la entrada en circulación del euro como única moneda de curso legal en los doce países del grupo. El Reino Unido rechazó la adopción del euro como moneda nacional.

Diferencias sobre la intervención en Irak (2003):
En 2002 Tony Blair difunde un informe sobre el arsenal iraquí con afirmaciones y estimaciones exageradas. En 2003 se celebra la Cumbre de las Azores sobre la invasión de Irak. Quedan patentes las diferencias de posicionamiento entre los países de la UE. Tony Blair abogaría abiertamente por la intervención contra el régimen de Saddam Hussein. En varias ocasiones hizo referencia a información confidencial que aseguraba la existencia de armas de destrucción masiva, principal argumento para la invasión. A principios de 2003 el canciller alemán Gerhard Schröeder promete en una campaña electoral que lo mantendría por escaso margen en el poder, que Alemania no participaría en la guerra ni la aprobaría, con resolución de la ONU o sin ella. En febrero se refuerza el eje Francia-Alemania que Rumsfeld llamó con desdén la vieja Europa. Blair, Aznar, Berlusconi y otros cinco líderes del resto de la UE firmaban una carta de apoyo a la estrategia de Bush. El informe Chilcot, la investigación oficial sobre la participación británica, se inicia en 2009 y se hace público en 2016. Es claramente crítico con la actuación de Blair, movida por lo que calificó como una "confianza ciega".

En 2005 Blair acepta una reducción de 10.500 millones de euros en el Cheque británico correspondiente al periodo 2007-2013.

En 2007 Reino Unido presionó para modificar la denominación de ‘Ministro de Exteriores de la Unión’ contemplada en la difunta Constitución por la de Alto Representante; Londres temía una pérdida de soberanía a favor de las instituciones comunitarias y no aceptaba la denominación de ministro, por las connotaciones que tiene este título con el de un Estado. El resto de países aceptó el cambio para no poner en peligro la totalidad del acuerdo. Según las encuestas en 2013 la mayoría de los británicos estaban a favor de abandonar la Unión. En 2009 se inicia el mandato presidencial permanente del Consejo Europeo. El candidato más probable que se barajaba era Tony Blair, pero ocupó el puesto el belga Van Rompuy.

Inmigración:
En 2015 la inmigración neta al Reino Unido había sido de 333.000 personas, más del triple de la meta de 100.000 previamente anunciada por el Gobierno. En 2016 el número de inmigrantes polacos asciende a 800.000. Muchos británicos piensan que la inmgración está descontrolada. El líder de Vote Leave Boris Johnson y el líder nacionalista del Ukip Nigel Farage usaron durante la campaña un tono que bordea la xenofobia. La conservadora Sayeeda Warsi criticó su actuación afirmando que sus mensajes anti-inmigración han contribuido a crear una situación explosiva en nuestras calles. Los estudios indican que los inmigrantes europeos, mejor formados que el trabajador medio británico, son claramente productivos y contribuyen positivamente en el PIB. El año elegido para el referéndum coincidió con el auge de la crisis de refugiados de Siria. Huían más personas de las guerras, los conflictos y las persecuciones que en ningún otro momento desde la II Guerra Mundial.

Reticencias británicas:
Crece el sentimiento de que las instituciones de la UE son disfuncionales a la vista de los últimos seis años de mala gestión de la crisis griega por políticos europeos miopes e interesados. Londres nunca ha visto con buenos ojos el compromiso por una mayor integración militar, esbozado en el último tratado europeo, con el argumento de que la defensa común ya se gestiona en el seno de la OTAN, a la que pertenecen casi todos los socios comunitarios. Antes del Brexit la UE concedió al Reino Unido el recorte de derechos a trabajadores comunitarios. Dos populismos entran en contacto para su apoyo mutuo cuando se califica de enemigo a la UE. En junio de 2018 se filtran comentarios de Boris Johnson que hablan de dar la batalla ante el enemigo y sugiere inspirarse en las bruscas y temerarias maneras de Trump para negociar la salida de la UE.


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