Florencia
Notas


La terrible inundación de 1966:
A primeros de noviembre de 1966 Unas fuertes lluvias se abatieron sobre Italia; el viernes 4 un ciclón asoló toda la Península y provocó tal destrucción que se habló de catástrofe nacional: El Arno invadió las ciudades a lo largo de su curso. En 24 horas Florencia resultó más arrasada que durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial. Las consecuencia económicas y artísticas fueron incalculables. Las tiendas del Ponte Vechio quedaron totalmente destruidas. En los sótanos de la Galería Uffizi había dos metros de agua donde se almacenaban unas ocho mil telas del Renacimiento. Los talleres de restauración quedaron devastados. Las bibliotecas perdieron cientos de miles de volúmenes de un valor incalculable. El conjunto de Santa Croce quedó cinco metros sumergido y el Crucifijo de Cimabue quedó en un estado lamentable. Quedaron bajo el agua importantes dependencias como la Biblioteca Nazionale Centrale, con 1.200.000 libros, 100.000 manuscritos, 50.000 folios y 400.000 volúmenes con compilaciones de periódicos.

Lord Byron Barrio de Santa Croce Los Uffizi Santa Croce. Fachada

Accademia della Crusca (1583):
Bajo el lema de Il più bel fior ne coglie (Coge la flor más hermosa), extraído de un poema de Petrarca, se fundó en Florencia, durante el gobierno del gran duque Francisco I de Médicis, la Accademia della Crusca [Moyuelo], con el objetivo de separar el grano de la paja en la lengua italiana. Esta venerable institución funciona aún en la actualidad y continúa teniendo su sede, en calidad de Academia Nacional, en Toscana, lugar de origen de la lengua italiana. Desde 1974 ocupa la villa de Castello de los Médicis, en las afueras de Florencia. Su cometido continúa siendo preservar la lengua vernácula toscana en su forma pura y libre de extranjerismos. Francisco de Asís escribió sus prédicas y el Cántico del hermano Sol en la lengua vulgar del centro de Italia. Con la divulgación de los tres poetas coronados la lengua toscana vulgar, el volgare se impuso en la escritura. Los autores van reemplazando los vocablos toscos por términos elegantes y restablecen expresiones latinas olvidadas. Consiguieron poner de moda la preocupación por lo culto.

Ponte Vecchio sobre el Arno Hospedale degli Innocenti San Lorenzo Perseo de Cellini


Lord Byron, Las peregrinaciones de Childe Harold:
El Arno me atrae hacia el hermoso muro blanco
donde la Atenas etruria hace suyo
el más dulce amor por sus palacios de ensueño
Ceñida por corona de colinas, recoge
su trigo, y su vino, y su aceite, y exulta de Abundancia:
la vida sonríe y el cuerno está repleto.
En las orillas donde el Arno se estrella sonriente
nace el Lujo, ese hijo moderno del Comercio,
y el Saber resucita hacia una nueva aurora.

Allí también ama la Diosa bajo el mármol, y colma
alrededor el aire de belleza; respiramos
dulzura y sólo verla nos devuelve
una parte de su inmortalidad; el velo
del cielo está a medias descorrido;
estancia, cuerpo y rostro revelan
lo que el Espíritu puede hacer donde hasta la Naturaleza fracasa; y a los
adoradores insensatos de antaño
les enviamos la luz interior que puede modelar un alma así.

Familia Pitti:
Sus miembros destacaron en el gobierno de Florencia. Buonaccorso, mercader, banquero y político, al servicio de Francia, persuadió a los florentinos (1396) para aliarse con los fanceses contra Guian Galeazzo Visconti de Milán. Luca Pitti apoyó a Cósimo de Médicis frente a la facción oligárquica y fue su principal colaborador en la reforma constitucional de 1458, pero, a la muerte de éste, intentó erigirse en señor de la ciudad frente a Piero de Médicis, quien le separó de la vida pública. Durante el siglo XV la familia se dividió en diversas ramas, extinguiéndose en el siglo XVIII. El palacio situado en el oltrarno fue convertido en una famosa pinacoteca conservando el nombre de la famila.


Poderosos:
Gobiernos atroces que, en Italia, sucedieron a las repúblicas de la Edad Media. El nuevo tirano era normalmente el ciudadano más rico de la difunta república y, para seducir a la plebe, adornaba la ciudad con iglesias magníficas y hermosos cuadros. Así lo hicieron los Polentini de Roma, los Manfredi de Faenza, los Riario de Ímola, los Cane de Verona, los Bentivoglio de Bolonia, los Visconti de Milán y, por último, los menos belicosos y los más hipócritas de todos, los Médicis de Florencia. De entre los historiadores de estos pequeños estados, nadie se atrevió a narrar los innumerables envenenamientos y asesinatos provocados por el miedo que atormentaba a esos pequeños tiranos; estos historiadores tan serios estaban en su nómina. (Stendhal)

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