El paso del nordeste:
Difícil acceso para la navegación:
Las costas árticas son navegables donde reciben la influencia de ramificaciones de aguas cálidas de la corriente del Golfo, en su extremo occidental.
El mar Blanco, la penetración marina más profunda, permanece helado ocho meses al año. La costa rusa es baja y de perfil rectilíneo, la noruega rocosa, muy articulada con profundos fiordos. Los fiordos de Noruega, como los de Escocia e Islandia, son más profundos que las bahías irlandesas o las rías gallegas, bretonas o del Aveiro.
Los estuarios de los ríos, en un mar cuyas mareas experimentan desniveles de 10 metros en los canales estrechos, constituyen buenas vías de penetración.
El mar de Kara, el mar de Laptiev y el mar de Siberia Oriental permanecen helados durante gran parte del año.
Las costas son bajas, muy dentadas por los ríos, y bordeadas de pantanos helados.
Primeras expediciones:
En 1553 parte la expedición de Hugh Willoughby (10 mayo).
Logró alcanzar el cabo Norte, cerca de la actual frontera entre Finlandia y Rusia.
Quedó atrapado y murió.
Richard Chancellor, al mando de la tercera nave consiguió llegar a pie a Moscú.
Su ruta de supervivencia se aprovechó como ruta comercial empleada por la Muscovy Company.
En 1594 Willem Barents tuvo que volver al llegar a la costa oeste de Nueva Zembla.
En su segunda expedición atravesó el estrecho de Kara, al sur de la isla Vaygach y también tuvo que regresar.
En su tercer viaje descubrió las islas de Svalbard. Murió en la costa este de Nueva Zembla cuando su barco quedó aprisionado (1597).
En 1609 Henry Hudson zarpó en el Half Moon, de 73 toneladas, al servicio de la Compañía Holandesa de Indias Orientales, en busca de un paso
en el noreste hacia Extremo Oriente por el norte de Rusia. Tras pasar el cabo Norte, ante la masiva presencia de hielos decidió cambiar los planes y atravesar el Atlántico hacia el oeste.
Tres siglos de expediciones:
La primera se organizó en 1523, bajo la dirección de Francisco Sebastián Cabot, y componíase de tres buques, al mando del malogrado sir Hugh Willoughby, que pereció en Laponia con toda la tripulación. Uno de sus tenientes, Chancellor, fue al principio más feliz y pudo abrirse camino directamente por los mares árticos, entre la Mancha y Rusia; pero él también debía naufragar y perecer en una segunda tentativa. Un capitán enviado en su busca, Stephen Borough, consiguió franquear el estrecho que separa Nueva Zembla de la isla Waigate, penetrando en el mar de Kara; pero los hielos y las brumas le impidieron ir más lejos... Dos expediciones intentadas en 1580 fueron igualmente infructuosas. Mas no por eso se desistió del proyecto quince años más tarde. Esta vez fueron los holandeses los que organizaron sucesivamente tres expediciones al mando de Barentz para buscar el paso nordeste; pero Barentz pereció en 1596 en los hielos de Nueva Zembla... Diez años más tarde, Henry Hudson, enviado por la Compañía Holandesa de las Indias, fracasa en su empresa del mismo modo después de tres expediciones sucesivas... Los daneses no fueron más felices en 1653. En 1676, el capitán John Wood sufre la misma suerte. Desde entonces, juzgándose irrealizable la empresa, todas las potencias marítimas renuncian a ella... Rusia persistió, porque le interesaba muchísimo, así como a todas las naciones septentrionales, hallar una vía marítima directa entre sus costas y la Siberia. En el espacio de un siglo no han enviado menos de dieciocho expediciones sucesivas para explorar Nueva Zembla, el mar de Kara y las regiones orientales y occidentales de Siberia; pero si esas expediciones dieron a conocer mejor aquellos parajes, también se reconoció la imposibilidad de abrir un paso continuo por el gran mar Artico. El académico van Baër, que intentó la aventura por última vez en 1837, después del almirante Lütke y Pachtusow, declaró públicamente que aquel océano no es mas que un simple glaciar tan impracticable para los buques como puede serlo un continente. (Julio Verne. El Naufragio del Cynthia)
Ultimos días de la expedición de Willoughby (1554):
La bahía en la que habían decidido invernar pronto se transformó en un desierto desolado. La pesca era imposible debido al espesor del hielo, y con las primeras nieves desaparecieron los animales salvajes. Incluso las aves, conscientes de la proximidad del invierno, migraron a unos climas más cálidos. Pronto los témpanos de hielo atraparon primero y luego oprimieron a los barcos, y no hubo escapatoria. La tripulación estaba cada día más hambrienta, y Willoughby envió partidas en busca de alimentos, de gente, de ayuda. Sir Hugh escribió: "Enviamos tres hombres en dirección sud-sudoeste, en busca de gente, pero no pudieron encontrar a nadie".Un último equipo de exploradores confirmó lo que Willoughby había temido, que estaban aprisionados en un desierto deshabitado. Transcurrieron más de cinco años antes de que un buque que partió de Inglaterra en su búsqueda descubriera por fin lo que les había sucedido al Bona Esperanza y al Confidentia. Al penetrar en la bahía donde Willoughby decidiera invernar, los navegantes que acudían con la intención de rescatarle tropezaron con los cascos fantasmales y deteriorados de las dos naves, que habían acabado sus días como osarios. Los últimos y sombríos meses de las tripulaciones siguen envueltos en el misterio, pues Willoughby, roído por el hambre, dejó de efectuar las anotaciones cotidianas en el diario de navegación. (Giles Milton)
Tercer viaje de Barents (1596):
Poco después de pasar Nueva Zembla quedó bloqueado por el hielo no muy lejos de donde se había bloqueado durante su primer viaje en 1594. La nave resultó dañada y con ella construyeron una casa en la orilla, donde pasaron el invierno. Barents dibujó unos mapas muy precisos que serían aprovechados por Nordenskiöld en su exitoso viaje (1878-1890).
En primavera, con sólo dos bajas por el escorbuto, retomaron el camino hacia el sur en dos botes. El 20 de junio Barents murió y fue enterrado en Nueva Zembla. El resto del grupo alcanzó la costa del continente a finales de agosto, donde, por azar, fueron rescatados por una nave comandada por Corneliszoon Riip. Marino que había partido con Barents y se había separado para explorar la isla de Svalbard.
Nordenskiöld cruza el estrecho de Bering (1879):
El finlandés Erik Nordenskiöld fue avanzando en el conocimiento de la zona en dos expediciones previas a la del Vega.
La expedición reconoció la isla de Taimir y la zona del cabo de Cheliuskin. Al llegar a los 67º de latitud, cerca del cabo Kuliuchin, el Vega quedó apresado entre los hielos. Un hielo compacto, que les obligó a invernar. Trabaron relaciones amistosas con los indígenas, uno de los cuales, bautizado con el nomnbre de Vasili, tenía un certificado en ruso que acreditaba su calidad de gobernador. Pero eran todos analfabetos e ignoraban el idioma ruso. El 18 de julio de 1879 el deshielo dejó libre el vega. El 2 de septiembre anclaba en Yokohama siendo el primero en navegar desde Siberia pasando por el estrecho de Bering.
Una ruta que implicara la espera hasta el deshielo del siguiente año no era comercialmente viable.
La ruta marítima septentrional (1930):
Los exploradores occidentales confiaron durante mucho tiempo, aunque sin lograrlo, el poder abrir el paso del nordeste de Europa a Oriente, desde el Atlántico norte hasta el Pacífico a través del mar Artico y el estrecho de Bering. El éxito de la URSS, a partir de 1930, en lograr la apertura de esta ruta marítima septentrional, se logró mediante notables esfuerzos y sin escatimar gastos, y sobre todo, por razones de prestigio. Estaba en dependencia el desarrollo tecnológico y recibió una ayuda modesta por parte de la naturaleza, debido a que, entre los años 1920 y 1940, los mares árticos elevaron algunos grados la temperatura de sus aguas. En 1932 se demostró por vez primera la viabilidad de la ruta al efectuar su primera travesía sin interrupción el rompehielos Sibiryakov.
Los terminales de la ruta son, en el oeste Murmansk y Arkhangel, y en el este los puertos soviéticos del Pacífico, especialmente Vladivostok, con una distancia intermedia de unos 11.270 km. La navegación se limita a los períodos estivales de aguas abiertas en los mares que flanquean las costas del Artico y del Pacífico en la URSS. La estación se prolonga durante cuatro meses en el oeste, y tan sólo tres en el este. Las expediciones marítimas tienen que estar altamente organizadas y colaboran en ellas estaciones meteorológicas costeras, con aviones de reconocimiento que vuelan anticipadamente para volver con información sobre las condiciones del hielo, así como rompehielos, algunos con energía nuclear, que ayudan a mantener despejado el canal para el convoy de varios centenares de buques de carga especialmente preparados. Tan sólo se puede realizar una expedición en cada estación, pero los submarinos pueden navegar bajo el hielo durante todo el año, y gracias a ello desplazarse libremente entre los océanos Atlántico y Pacífico. Hasta ahora, el mar septentrional sigue siendo virtualmente una vía fluvial interior de la URSS.
Las leyes internacionales que delimitan las aguas dibujan un mapa jurisdiccional del Artico sujeto a varios problemas a la hora de adjudicar derechos sobre el territorio. La explotación de sus recursos geológicos y petrolíferos necesitará de laboriosos acuerdos entre Rusia, EE.UU. Canadá, Dinamarca, Islandia y Noruega.
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