Comercio Canarias-Berbería:
S.XVI:
Las relaciones comerciales con la costa africana habían tenido desde el principio un carácter dudoso, por la poca diferencia que se solía hacer entre la trata comercial y la expedición de rescate, que tenía más de rapiña que de comercio. Así y todo, hubo contactos comerciales, por más que escasos, en los primeros años del siglo XVI. Por un lado, había contactos llevados a cabo con buena fe, en que los moros vendían, a cambio de dinero o de manufacturas, esclavos negros que habían capturado ellos mismos; por otra parte, hay noticias, entre 1510 y 1520, de expediciones comerciales a Berbería, en que se vende trigo a los moros. (A.Cioranescu)
Situación del comercio marítimo y pesca (1698):
Mucha más constante protección requería el preciocísimo ramo de la industria canaria; quiero decir, la antigua pesca de la costa de Berbería, que, siendo casi de primera necesidad para la subsistencia de los isleños, pudiera ser un manantial de su riqueza y ceder en grande utilidad de toda la nación. Pero esta industria, nunca bastantemente alabada, había estado siempre como abandonada al cuidado y economía de los mismos pobres pescadores que, sin otra providencia que la del cielo, se vieron muchas veces insultados de los piratas y esclavos de los moros. Había algunos años que los capitanes generales Nieto, Varona, y Eril trataban de dar a la pesca protección y seguridad. Una fragata guardacostas parecía el medio más oportuno para que, convoyando los barcos, los pusiese al abrigo; pero se veían obligados a desistir, no encontrando fondos suficientes para el gasto.
A los principios del mando del conde del Palmar, quiso la corte tomar conocimiento de este asunto. Se esperaba que contribuyese a la deseada protección. Sin embargo todo se redujo a despachar una real cédula [1698], por la que se mandaba que las islas armasen de su cuenta aquel guardacostas. Las islas estaban demasiado extenuadas para hacer semejante esfuerzo; y la pesca, libre ya de los armadores franceses por la paz de Ryswick, continuó como pudo sin convoy.
Al mismo tiempo se movían todas las posibles agencias, para renovar el comercio de vinos con las islas Barbadas, otro ramo seco de la subsistencia del país. El mismo conde del Palmar, como regidor de Tenerife, acompañado de los licenciados don Juan de la Torre y don Francisco Ferraz de Caraveo, celebérrimo jurisconsulto que honraba las Canarias y era oráculo de las leyes en Madrid, había impreso en esta corte dos memoriales al rey sobre aquella materia. El rey había mandado a su embajador y cónsul general en Londres se interesasen por las islas. Pero los ingleses sólo estudiaban el modo de sacar clandestinamente la poca moneda que de América llegaba a las Canarias, por más vigilancia que se pusiese para impedirlo.
Este comercio de la América, siempre precario para nuestras islas y siempre limitado a frutos, puertos y tiempos, a número, peso y medida, se acababa de prorrogar por algunos pocos años, con la carga de transportar familias a la isla española y el impuesto de diez y siete reales y medio por tonelada, destinados para el seminario de San Telmo de Sevilla. Es verdad que se concedían diez plazas perpetuas a otros tantos jóvenes canarios que quisiesen ir a estudiar allí náutica y pilotaje. Pero esta transmigración era costosa, y las islas no hubieron menester el seminario de Sevilla para producir los más excelentes pilotos y los escritores más acreditados del arte.
(Viera y Clavijo)
|
Importaciones de trigo (s.XVIII):
Curiosamente, más tarde fueron los marroquíes los que vendieron trigo a los canarios. Después de haber permanecido durante dos siglos en pie de guerra, los vecinos acabaron por entenderse. En tiempos de guerra o de carestía, se padecía en las Islas por falta de trigo y de cera para las iglesias. Al no existir tratados entre los dos países, se salvaba la dificultad por medio de comercientes franceses o ingleses residentes en Santa Cruz, que tenían correspondencia con nacionales establecidos en Berbería. La situación fue regularizada por la Real Cédula de 16 de agosto de 1766, que decretaba la libertad del comercio con Marruecos y la habilitación de los puertos de Santa Cruz y de La Palma para este comercio. Como los años de 1768 y 1772 fueron malos para el campo, la libertad resultó providencial para Canarias. Se importaron grandes cantidades de trigo, compradas en el puerto de Mogador, con el solo inconveniente de deber pagarlo en dinero al contado, porque a los moros no les interesaba el malvasía. (Cioranescu)
► En época de malas cosechas se requería un abastecimiento al por mayor. Los pagos en moneda de cantidades señaladas de cereal requerían una autorización previa de las autoridades.
► Para paliar la escasez de alimentos isleños en gran número recurrieron a higos tunos con gofio. Periódicos del siglo XIX registran que podía llegarse a comer incluso las pencas.
En la cocina mexicana están presentes las hojas tiernas de nopal en muchos platos tradicionales.
En los peores momentos en las Islas se echó mano de raíces de helecho y semillas de plantas silvestres como el cosco de zonas costeras.
Similitud de la zona costera:
Lanzarote y Fuerteventura están a una distancia de 96 km de la costa continental.
Durante las épocas glaciales del Cuaternario, hace 18.000 años, era de apenas 60 km.
La franja continental de la costa sahariana es árida y parecida a zonas costeras de Lanzarote y Fuerteventura.
En ella están presentes de forma visible las tabaibas y cardones junto con otras pequeñas plantas.
En cuanto a la fauna, son muy pocas las especies comunes que se encuentran en esta franja sahariana y en Canarias.
|