HISTORIA
DOCUMENTOS
José de Viera y Clavijo



José de Viera y Clavijo (Realejo de Arriba, Tenerife 1731-Las Palmas G.C.1813):
De constitución débil, prefirió siempre la lectura al ejercicio y al juego. Estudió en el convento dominico de La Orotava, donde destacó el las tesis de filosofía escolástica que más tarde aborrecería. Desde niño versificaba con gran corrección y escasa sensibilidad. Hizo un gran número de versos durante más de sesenta años. En 1750 recibe las órdenes menores en La Laguna y poco más tarde las órdenes mayores en Las Palmas de Gran Canaria. Tuvo diversos conflictos con el Santo Oficio como pensador incómodo poco dispuesto a obedecer a la tradición. Su carrera de autor e historiador quedó condicionada por la revelación que le supuso la obra crítica de Feijoo.

    De Bayle le queda a Viera su falta de confianza para con lo que dice y piensa la gente, su necesidad de convencerse por sus propios medios, su afán de comprenderlo todo y de buscar el nexo lógico de todos los acontecimientos y de todos los hechos naturales. De Feijoo deriva la instauración y la coronación de la razón como único criterio de verdad... Todo debe ser transparente a la razón y nada debe aceptarse antes de haber sufrido esta prueba del fuego; por consiguiente, todo cuanto se considera cierto puede no serlo y debe volver a verificarse, antes de poderse admitir. Esta alianza de Montaigne con Descartes, este escepticismo frente a las verdades adquiridas íntimamente mezclado con la fe ciega en las verdades personalmente comprobadas por el método silogístico, son la principal característica de Viera. (Alejandro Cioranescu)

José de Viera y Clavijo, Feijoo y Bayle

En 1756 se traslada con su familia a la ciudad de La Laguna. Es acogido en las mejores casas de la capital como la de don Tomás de Nava Grimón, marqués de Villanueva del Prado, donde comparte tertulia con don Cristóbal del Hoyo Solórzano, don Fernando de la Guerra, don Lope de la Guerra y don Juan Antonio de Urtusáustegui. Como resultado de las tertulias recopiló 50 números de una especie de gaceta confidencial titulada Papel hebdomadario, que no se conserva y que algunos consideran el primer periódico de Canarias. El acceso a la excepcional biblioteca del marqués le permitió leer a los grandes clásicos franceses y a los filósofos y moralistas como el marqués d'Argens, Fontenelle, Voltaire, Montesquieu y Rousseau. En 1763 comienza a escribir su Historia de Canarias.

Traslado a Madrid (1770):
En 1770 le ofrecen trasladarse a Madrid como ayo del joven marqués del Viso, hijo único de don José Joaquín de Silva Bazán Meneses y Sarmiento, marqués de Santa Cruz de Mudela. En casa de este culto aristócrata, director de la Real Academia Española, recibe un trato afectuoso. Viera retrata la vida cortesana de forma similar a la del Goya desengañado. En 1772 publica el primer tomo de la Historia de Canarias y el segundo un año más tarde. Posiblemente el marqués contribuyó al pago de los gastos de impresión. En 1777 pasó a socio supernumerario de la Academia de Historia, a propuesta de su director Campomanes. Fue colega de Jovellanos como censor y como académico, padrino de Meléndez Valdés y amigo entrañable del ilustre botánico Cavanilles.

Viajes por Europa:
Acompañando al marqués del Viso viaja por Europa y aprovecha la estancia en París de casi un año para seguir conferencias y cursillos científicos. Asistió a la recepción de Voltaire en la Academia, conoció a Condorcet y a d'Alembert. Tras esta estancia parisina se renovó su interés por las ciencias a las que ofreció una intensa dedicación. En 1779 fallece el joven y delicado marqués sin descendencia. En 1780 acompaña al marqués de Santa Cruz en un viaje en el que visitaron París, Turín, Roma, Nápoles, Venecia y Viena. Tras la boda del anciano marqués visitan Alemania y los Países Bajos. En Roma obtiene documenos importantes para su Historia y una licencia para leer libros prohibidos.

Regreso a Canarias (1784):
En 1782 es nombrado arcediano de Fuerteventura en la Catedral de Las Palmas. En 1784 abandona Madrid y se embarca en Cádiz con destino a Canarias. En 1790 Antonio Porlier, miembro del Consejo de Indias, le ofreció varios empleos en Madrid que no aceptó. Vive bastante activo dedicado a las ocupaciones de su cargo, de la Real Sociedad Económica, del colegio de San Marcial y de sus trabajos literarios y traducciones. Cuestiones del momento que ocupaban la atención de sus coetáneos fueron examinadas en los cinco Memoriales del Síndico Personero. La compartida vocación didáctica de la institución se encuentra en poemas que abordan cuestiones científicas como Los Aires fijos o Las Bodas de las plantas. Otro empeño frecuente entre los entregados a la empresa divulgativa fue la traducción de obras extranjeras. Tradujo al español en prosa obras poéticas y siete tragedias del teatro francés e italiano. Sus diarios de viajes transmiten las novedades, mejoras y nuevas costumbres que presenció en diversos países. En 1797 conoce los relatos de la derrota de Nelson por el general Gutiérrez en su intento de tomar Santa Cruz de Tenerife. En 1799 escribe el Diccionario de historia natural de las islas Canarias y un año más tarde El nuevo Can Mayor o constelación canaria, colección de 13 octavas reales en las que elogia a canarios ilustres. La publicación de su Historia de Canarias le acarreó numerosos disgustos. Los estudios historiográficos posteriores sobre Canarias se remiten con gran frecuencia a esta obra. Aunque su poesía no alcanzó una valoración parecida supuso para los escritores del siglo XIX un destacado modelo literario. Murió en Las Palmas el 21 de febrero de 1813. Sus restos fueron trasladados a la catedral en 1860.

Las Sociedades Económicas de Amigos del País:
Nacieron en España, en la segunda mitad del siglo XVIII y por iniciativa de ciudadanos que por patriotismo se agruparon con el fin de fomentar la riqueza, la instrucción y la moralidad pública. La primera se fundó en Vergara, en Vascongadas, en 1765. Le siguieron otras en Madrid, Valencia, León, Barcelona, etcétera. De su importancia dice el que, en 1877, la ley las consideró comprendidas entre las corporaciones dotadas de derecho a designar senadores del Reino. La más antigua de las de Canarias fue la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, establecida el 15 de febrero de 1777, nacida en la famosa tertulia de Nava. Se ubicó en el número 21 de la lagunera calle de San Agustín. El comandante general, marqués de Tabaldosos ordenó que se instalara en la ciudad de los Adelantados y no en La Orotava como pretendía su alcalde. Procedencia de sus primeros 48 socios: 25 de La Laguna, 5 de La Orotava, 3 de Güímar, 3 de Garachico, 6 del Puerto de La Orotava, 1 de Granadilla y 5 de Santa Cruz. Le siguió la Real Sociedad de Amigos del País de Las Palmas, nacida bajo el impulso del obispo Juan Bautista Servera y fundada en diciembre de 1777. De ella fue presidente en 1790 el mismísimo Viera y Clavijo. En 1837 comenzó a funcionar la Sociedad Económica de Amigos del País de Santa Cruz de Tenerife, que se alojó en una casa situada en las inmediaciones de la Plaza del Príncipe, creo que en la calle Ruiz de Padrón. Entre sus presidentes se contaron Eduardo Domínguez Alfonso, primer presidente del Cabildo de Tenerife, y el arquitecto Manuel de Cámara. Tuvo una vida corta. También La Palma fundó, en la segunad mitad del siglo XIX, su Real Sociedad Económica de Amigos del País, que aún persiste y que entre 1867 y 1869 editó un boletín en la imprenta del periódico El Time. La que se estableció en San Sebastián de La Gomera fue de efímera existencia. (Juan Arencibia)


Sabino Berthelot (Marsella 1794-S.C.Tenerife 1880):
Durante su juventud se enroló en navíos de la marina francesa y en mercantes que hacían la ruta de las Antillas. A principios de la tercera década del siglo XIX llegó a Tenerife, en donde residió durante unos diez años. En La Orotava fundó un Liceo, en colaboración con su amigo Alexandre Auber, y allí trabajó como docente. Se encargó también del Jardín Botánico del Puerto de la Cruz, interesándose en la flora insular. De esos años son ya varias publicaciones suyas sobre aspectos de la historia natural de las islas. Así, cuando el botánico inglés P.B.Webb llegó al Archipiélago ya en la mente de Berthelot se divisaba el proyecto de elaborar una historia natural de las Canarias. Durante un tiempo Webb y Berthelot exploraron las islas, verificando observaciones y tomando infinidad de datos para esta magna empresa. Después se trasladaron a París en donde trabajaron durante años en la elaboración de un la Histoire Naturelle del Iles Canaries, con la colaboración de un grupo importante de naturalistas franceses. Esta es la obra más importante del género que se ha publicado sobre el Archipiélago Canario. Webb y Berthelot, que mantuvieron una estrecha cooperación, terminaron distanciados y las relaciones entre ellos se agriaron hasta la ruptura total. La aportación de Sabino Berthelot la Historia Natural de las Islas Canarias -su trabajo más importante- y por las Misceláneas Canarias, conjunto de descripciones, noticias, episodios y observaciones sobre las islas. Ambos trabajos integraron el tomo primero de la obra. En la Etnografía Berthelot ofreció un catálogo completo de las costumbres, organización social y política, religión, cultura material, lenguaje y tradiciones históricas de los aborígenes canarios, valiéndose de las noticias recogidas por los primeros cronistas y por los historiadores clásicos de Canarias, y fundamentándose en las señales manifestadas por las fuentes arqueológicas. Esta fue la primera contribución importante a la prehistoria canaria. En ella se establecen varias conclusiones generales que han permanecido vigentes en el campo de la antropología física referida a las antiguas poblaciones insulares. La Etnografía sería completada cuarenta años más tarde por las Antigüedades Canarias, una de las últimas obras de Berthelot.En los años de su estancia en la capital francesa tuvo oportunidad tuvo oportunidad de relacionarse con relevantes científicos. Allí desempeñó durante cuatro años el puesto de secretario de la Sociedad de Etnología y participó activamente en eventos como el Congreso Científico de Francia de 1846.

Regreso como cónsul de Francia (1847):
Enamorado de las Islas Canarias, Sabino Berthelot contempló la realización de volver al Archipiélago cuando en 1847 el Gobierno francés le nombró cónsul en Santa Cruz de Tenerife. Incorporado a esta misión formó parte de la sociedad tinerfeña como un canario más, interesándose y participando en cuestiones como la libertad de comercio o la defensa de la naturaleza insular, tal como en e su primera estancia se había preocupado en la propagación del cultivo y explotación de la cochinilla. Otros temas atrajeron también el interés y la laboriosidad del naturalista: la ornitología y los estudios sobre las pesquerías. Por otro lado, el Gobierno francés le había encargado en 1843 un estudio sobre la pesca en las aguas mediterráneas de Francia y España, fruto del cual fue un libro sobre el tema; por el otro, su afición por la ornitología le llevó a realizar un estudio sobre aves y especies marinas migratorias y a publicar un libro de divulgación titulado Mis pájaros cantores. Asimismo, numerosos artículos de Sabino Berthelot sobre temas de botánica, geografía y etnografía fueron publicados en diferentes boletines científicos. Entre ellos debemos destacar aquí la Noticia sobre los caracteres jeroglífcos grabados en las rocas volcánicas de las Islas Canarias, que fue el primer estudio realizado sobre los petroglifos e inscripciones aborígenes del Archipiélago Canario. La obra de Berthelot fue, en conjunto, el trabajo de un naturalista que, además, se convirtió en prehistoriador, campo en el que ofreció sus más valiosas aportaciones. Con él se inició hace siglo y medio la antropología prehistórica de las Islas Canarias. Sólo esto último bastaría para calibrar la importancia de la tarea llevada a cabo por este estudioso francés afincado y compenetrado con Canarias, hijo adoptivo de Santa Cruz de Tenerife -como oficialmente fue nombrado- y realmente de todo el archipiélago. (Agustín Millares Torres)

    Descripción de la subida al Teide:
    Al llegar a la cima del Teide cesa la fatiga en presencia del admirable espectáculo que se desarrolla bajo nuestros ojos. ¿Cómo describir esta sorpresa acompañada de éxtasis, esta atención seguida de vértigo que allí se experimenta? Acabamos de alcanzar uno de los puntos culminantes de nuestro hemisferio, y desde él saludamos los primeros el nuevo día, pues según M.Humbodlt los rayos del sol llegan a la cúspide del Pico unos doce minutos antes que a la llanura. Sumíanse nuestras miradas sobre el vasto océano desde una colosal altura. Hacia el Oriente percibíamos la isla de Lanzarote al extremo del horizonte; luego Fuerteventura que se alargaba hacia la Gran Canaria; en el Occidente la sombra del Teide extendíase sobre la Gomera en forma de triángulo; y un poco más lejos las islas de la Palma y el Hierro mostrábannos sus escarpadas cumbres. De modo que, todo el archipiélago canario estaba allí reunido como sobre un plano de relieve, y bajo nuestros pies Tenerife, con sus grupos de montañas y sus profundos valles. ¡Qué admirable panorama! Histoire Naturelle des Iles Canaries, París 1839.

Universidad de La Laguna Le Canarien


Elías Serra Ráfols (1898-1972):
Nacido en Mahón (Baleares) en el año 1898, concluyó sus estudios de Bachillerato en Gerona y se licenció en la Escuela de Filosofía y Letras (Sección de Ciencias Históricas) de la Universidad de Barcelona en el año 1919. A finales de 1921 comienza a trabajar como profesor ayudante en el Instituto de Segunda Enseñanza de Lérida. En 1925 realiza el doctorado en la Universidad de Madrid, leyendo un estudio sobre el tema Fernando el Católico y los payeses de remensa, que merece premio extraordinario. En el siguiente año es catedrático de Historia de España en la Universidad de La Laguna, en la que permanecerá, entregado a su labor docente e investigadora, hasta su muerte, ocurrida en 1972. Al crearse en 1940 la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Laguna fue nombrado decano, desempeñando este puesto hasta el año 1958. Fue también vicerrector de dicho centro universitario en dos oportunidades, siendo encargado expresamente del rectorado en la última de ellas (1945-1947). En la Facultad de Letras fue también director de los seminarios de Historia y Paleografía desde su fundación. Y, dada la escasez de personal docente en dicha Facultad, en cada curso académico siempre tuvo a cargo otra materia además de la de su propia cátedra, ya fuera Historia Universal, Historia de la Antigüedad Clásica, Historia del Arte o Filología Catalana y Literatura Portuguesa. Fue también director de la Revista de Historia, como publicación de la Facultad de Filosofía y Letras, desde 1941- El profesor Serra Ráfols fue gran impulsor de esta publicación y merced a su iniciativa pasó a denominarse Revista de Historia Canaria a partir de 1957. En el transcurso de su prolongado período de docencia en la Universidad de La Laguna, que cubrió por entero su vida profesional, Serra Ráfols desarrolló una importante tarea de estudio e investigación de varios períodos del pasado de las Islas Canarias. Fundamentalmente estudió el redescubrimiento moderno del Archipiélago -con especial énfasis sobre los viajes medievales catalanes y mallorquines a estas islas- y el momento de la conquista europea de las Canarias en el siglo XV. Pero también se interesó sobre otros aspectos de la historia y de la prehistoria insulares.

Le Canarien:
Por lo que se refiere al tema central de su investigación han de ser citados sus trabajos sobre El descubrimiento y los viajes medievales e los catalanes a las Islas Afortunadas, Juan de Bethencourt y Alfonso V de Aragón, Los mallorquines en Canarias, El redescubrimiento de las Islas Canarias en el siglo XIV y un estudio sobre Las crónicas de la conquista de Gran Canaria; pero su más importante contribución es la edición -realizada en colaboración con el investigador rumano afincado en Tenerife, Alejandro Cioranescu- de Le Canarien, las crónicas franconormandas de la conquista de Canarias a principios del siglo XV. Esta obra se publica en tres tomos entre 1959 y 1964 y, además de la extensa introducción redactada por Serra y Cioranescu -acompañada de un no menos extenso apéndice documental- se ofrece la primera traducción castellana de Le Canarien, en texto bilingüe anotado por los editores. La introducción proporciona un excelente estudio sobre Jean de Béthencourt y Gadifer de la Salle y su aventura en las Islas Canarias, así como las respectivas crónicas de la primigenia conquista del Archipélago. Otra contribución importante es la publicación, a partir de 1949, de los Libros de Acuerdos del Cabildo de Tenerife desde 1497, en colaboración con el investigador Leopoldo de la Rosa, con estudio, introducción y notaciones de ambos. Asimismo, Serra publica en colaboración con Juan Régulo y Sebastián Pestana, la traducción de Las Islas Canarias (de Saudades da Terra), de Gaspar Frutoso, una de as referencias más tempranas e interesantes sobre el Archipiélago. Estos volúmenes, al igual que Le Canarien, se editan dentro de la colección Fontes Rerun Canarium del Instituto de Estudios Canarios. Por lo que se refiere a la prehistoria insular, fue autor e profesor Serra de diversos artículos sobre la navegación antigua en el Atlántico, así como sobre las relaciones de las culturas canarias con las del noroeste de Africa. También se ocupó de aspectos etnográficos como los referentes al molino de mano. Al respecto hay que tener presente que fue Comisario de Excavaciones Arqueológicas, con jurisdicción en Canarias y en la antigua Africa Occidental Española. Otra d sus contribuciones relevantes fue el hallazgo de la fortaleza del Rubicón, primera fundación urbana europea en las Canarias, al sur de la isla de Lanzarote, sentando uno de los primeros precedentes de arqueología histórica en el Archipiélago Canario. Sucesivas generaciones de universitarios recibieron el magisterio del profesor Serra Ráfols, quien les inculcó la exigencia del estudio científico de la historia, partiendo siempre del documento y del dato real. Ello rindió, especialmente, sus frutos, cuando en los años setenta se creó la sección de Historia en la Facultad de Letras. Reconociendo sus méritos y servicios el Ayuntamiento de La Laguna le nombró hijo adoptivo de esta ciudad en 1959. (Agustín Millares Torres)


Carlos Pizarroso (Cádiz 1841-La Laguna 1916):
Otro de los personajes que merecerían tener una calle con su nombre en Santa Cruz es Carlos Pizarroso Belmonte, nacido en Cádiz en 1841. Era hijo del célebre actor dramático Antonio Pizarroso, de Jerez de la Frontera, y de Inés Belmonte, hija del famoso artista Blas Belmonte. Carlos Pizarroso fue un buen historiador, también poeta, novelista y filósofo. Es autor de la obra Los aborígenes de Canarias, que Miguel Maffiotte considera, en un trabajo publicado en Revista de Canarias, como uno de los trabajos más interesantes que se han escrito sobre este tema. Otro tanto opinó en la misma revista Rosendo García Ramos. Carlos Pizarroso era un caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos III, licenciado en Derecho Civil y Canónico, académico profesor de la Matritense de Jurisprudencia y legislación, miembro del Gabinete Científico de Santa Cruz de Tenerife y secretario de la Diputación provincial. Fue autor, por encargo del presidente de la Diputación provincial, Santiago de la Rosa León, de Breve reseña histórica, un opúsculo que sirvió de guía al rey Alfonso XIII durante su visita, en 1906, a Canarias. Esta publicación, que consta de 47 hojas, contiene muchas fotografías y reproduce grabados en madera del artista isleño Cirilo Romero (primer presidente de El Recreo). La otra gran obra de Pizarroso fue Anales de la Diputación Provincial de Canarias (2 tomos), una obra importantísima para la historia d elas islas. Su gran pasión fue la filosofía, razón por la que publicó varios ensayos (Ultramontanismo, Sistemas de la Idea, Contra la corriente, etcétera). Católico por convicción, como queda patente en su ensayo Ultramontanismo. Carlos Pizarroso falleció en 1916, en La Laguna.[...] (Juan Arencibia)


Antonio de Béthencourt Massieu (1919-2017):
[Sus estudios abarcaron numerosos temas como] las Islas durante el contexto de Felipe II, el desarrollo del Archipiélago a lo largo del siglo XVI, las relaciones de España con Felipe V, los ataques navales durante el siglo XVIII, el análisis de la política internacional, los ataques ingleses contra Fuerteventura en el siglo XVIII, la evolución de las ciudades atlánticas, estudios sobre el comercio entre Canarias e Inglaterra a lo largo de los siglos XVII al XIX, el desarrollo del catolicismo en Gibraltar durante el siglo XVIII, apuntes sobre la Historia de la Iglesia en Canarias, numerosos estudios sobre la isla de Gran Canaria, aspectos como las peleas de gallos en el setecientos, la pesca en la costa de África, el estudio de las relaciones comerciales, la sanidad o la evolución en nuestro territorio desde diferentes perspectivas, teniendo como principal línea de investigación la Historia Moderna. Sería director de numerosas tesis doctorales en ámbitos como las relaciones entre Canarias y América, el movimiento obrero, las órdenes religiosas, la Inquisición, la historia de instituciones, diversos episodios históricos y la implicación del Archipiélago, la esclavitud, numerosos sucesos en el panorama económico, la enseñanza de la Historia, las vías de comunicación, Canarias durante la Restauración, la Francmasonería en nuestro territorio, la demografía, el urbanismo o la evolución económica canaria. (Javier Lima Estévez, 2020)


► La obra de Leoncio Rodríguez (1881-1955) Los árboles históricos y tradicionales de Canarias constituye un repaso de elementos naturales de interés en nuestras islas. Wolfredo Wildpret, catedrático y profesor emérito de Botánica de la Universidad de La Laguna, destaca el interés y preocupación del autor por la conservación y preservación del medio, y por la labor de concienciar a los canarios y a sus autoridades para contribuir a la protección de sus singulares recursos naturales. Ayudó a divulgar la historia y el folklore canario. Ejemplo de ello fue su esfuerzo en la edición y publicación de la Biblioteca Canaria, que recoge textos antiguos y contemporáneos sobre diversas temáticas y fue reeditada en 2001. ► Pierre Bayle (1647-1706) destacó en la promoción de la práctica con rigor del método historiográfico. En su lucha contra el adorno de la Historia con invenciones la emprendió contra Antoine du Pinet (1515-1584), traductor de Plinio y prolífico autor de libros eruditos. En el siglo XVI muchas casas reales aceptaban con complacencia o alentaban la invención de historias admirables y largos árboles genealógicos. Por encargo remunerado Pinet cambió su firma por dinero e inventó una historia de tintes legendarios para la ilustre familia Agoult. Bayle atacó duramente a Pinet y lo declaró indigno de ser llamado historiador.

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