Miklos Rozsa (1907-1985):
Nacido en Budapest, en 1907, inició sus estudios de violín a los cinco años con Lajos Berkovits, para continuarlos, en 1926, en el conservatorio de Leipzig. Tres años más tarde, daba su primer concierto. Instalado en París desde 1931, allí compuso sus primeras sinfonías y, en 1935, cuando trasladó su domicilio a Londres, escribió el ballet Hungaria. Fue precisamente en esa década, la de los treinta, en la que Rozsa comenzaba a disfrutar de una posición desahogada,
cuando su carrera cambiaría drásticamente, de la mano del húngaro Alexander Korda.
Korda le encargó que escribiese la partitura para La condesa Alexandra (1937), de Jacques Feyder, protagonizada por Marlene Dietrich. Tras ella, pasaron por sus manos Las cuatro plumas (1939) y El ladrón de Bagdad (1939).
Instalado en California, se convirtió en uno de los compositores de música para películas más prolíficos de Hollywood, llegando casi a especializarse en las de género negro, entre las
que destacan Perdición (1944), de Billy Wilder, y Forajidos (1946), de Robert Siodmak.
A finales de los 50, gozaba ya de un merecido prestigio
que se incrementó cuando fue elegido para arropar las escenas de Ben-Hur, El Cid y Quo vadis.
En 1981, se parodió a sí mismo en Cliente muerto no paga, protagonizada por Steve Martin y que rendía homenaje al cine negro de los años 40.
Con Rozsa nació la moda de grabar en discos las bandas sonoras de las películas y, aún hoy, es uno de los compositores con más Lps editados con sus creaciones.
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