HISTORIA
Esfericidad de la Tierra
Renacimiento



Esfericidad: Imposición de la idea durante el Renacimiento:
En Occidente crece el convencimiento de la esfericidad:
Los venecianos habían procurado conservar relaciones amistosas con los poderes mahometanos de Siria y Egipto; les fue permitido instalar consulados en Alejandría y en Damasco, y a pesar de las conmociones militares de que fueron teatro aquellos países, el comercio se mantuvo siempre en un estado hasta cierto punto floreciente. Pero la línea del Norte o de Génova fue cortada por completo por las irrupciones de los tártaros y de los turcos y por los disturbios militares de los países que atravesaba; el comercio oriental de Génova estaba, no sólo en una condición precaria, sino a pique de perderse. El horizonte visible circular y su depresión en el mar, la aparición y desaparición gradual de los barcos en lontananza, no podían dejar de inclinar el ánimo de los marinos inteligentes a la creencia en la forma globular de la tierra; los escritos de los astrónomos y filósofos mahometanos habían extendido esta doctrina por todo el occidente de Europa; pero, como puede suponerse, fue recibida desfavorablemente por los teólogos.

Orbitas Disposición heliocéntrica Osa Mayor Cálculo de distancias en superficie esférica

[La idea del viaje a poniente:]
Cuando Génova estaba al borde de su ruina, ocurrióse a algunos de sus marinos que si esta opinión era exacta, podía restablecer sus negocios; un buque que navegase hacia el oeste, pasara el Estrecho de Gibraltar y siguiera por el Océano en la misma dirección, no dejaría de llegar a las Indias Orientales; había además otras grandes ventajas en apariencia; podían transportarse cargamentos pesados sin tanto costo como por la vía terrestre y sin necesidad de fraccionar la mercancía. Entre los marinos genoveses que sustentaban esta idea se hallaba Cristobal Colón. Nos cuenta que lo que llamó su atención sobre este asunto fueron los escritos de Averroes; pero entre sus amigos nombra a Toscanelli, florentino, el cual se había dedicado a la astronomía y hecho gran defensor de la forma globular. Encontró Colón en Génova poca protección; invirtió entonces muchos años tratando de interesar a diferentes príncipes en su empresa; su tendencia irreligiosa fue señalada por los eclesiásticos españoles y condenada por el concilio de Salamanca; su ortodoxia fue refutada por el Pentateuco, los Salmos, las Profecías, los Evangelios, las Epístolas y los escritos de los padres San Crisóstomo, San Agustín, San Jerónimo, San Gregorio, San Basilio y San Ambrosio. (J.G.Draper.1876)

Cristóbal Colón Astrolabio Astrolabio Cuadrante de Davis

Que el mundo es redondo, y no llano (1552):
Muchas razones hay para probar ser el mundo redondo y no llano. Empero la más clara y más a ojos vistas es la vuelta redonda que con increíble presteza le da el Sol cada día. Siendo, pues, redondo todo el cuerpo del mundo, de necesidad han de ser redondas todas sus partes, especial los elementos, que son tierra, agua, aire, fuego. La Tierra, que es el centro del mundo, según lo muestran los equinoccios, está fija, fuerte, y tan recia y bien fundada sobre sí misma, que nunca faltará ni flaqueará; y sin esto, tira y atrae para sí los extremos. La mar, aunque es más alta que la tierra, y muy mayor, guarda su redondez en medio y sobre la tierra, sin derramarse ni sin cubrirla, por no quebrantar el mandamiento y término que le fue dado; antes ciñe de tal manera, ataja y hiende la tierra por muchas partes, sin mezclarse con ella, que parece milagro. Muchos pensaron ser como huevo o pifia o pera, y Demócrito, redondo como plato; empero, cóncavo. Mas Anaximandro y Anaxímenes y Lactancio, y los que niegan los antípodes, afirman ser llano este cuerpo redondo, que hacen agua y tierra. Llaman llano en comparación de redondo, aunque veían muchas sierras y valles en él. Cualquiera hombre de razón, aunque no tenga letras, caerá luego en cuanto los tales tropezaban en llanura de su mundo; y así, no es menester más declaración. (Francisco López de Gómara, Historia General de las Indias)

Tolomeo midiendo ángulos Diferencia de alturas con el horizonte Medición de altura Regreso de Elcano tras circunnavegar el globo

Esfericidad, antípodas y gravedad (s.XVI):
Al final de la Edad Media ya casi nadie creía en la concepción del mundo como un disco plano, puesto que la idea de la esfericidad del planeta estaba prácticamente admitida, al menos por todos los hombres cultos. Así pensaban, por ejemplo, Alberto Magno, Roger Bacon, Vicente de Beauvais, Dante Alighieri, Pedro d'Ailly, para citar sólo algunos de los que se ha conservado el testimonio. Sin embargo, al mismo tiempo que se admitía la esfericidad de la Tierra, se consideraba que sólo la Ecumene, mundo habitado y habitable, era el domicilio natural del hombre. Al margen de éste existían tierras ignotas sobre las que circulaban las más fantásticas noticias. [...] Una de las cosas difícilmente aceptables por los hombres de la época, incluso en los últimos años de la Edad Media, era la existencia de antípodas. El obispo Virgilio de Salzburgo la había admitido ya en el siglo XIII, pero, naturalmente, fue perseguido por sostener doctrina tan "perversa y peligrosa". Aún en el siglo XIV, en 1327 fue por ello condenado a la hoguera Cecco d'Ascoli. La Iglesia sólo se rindió a la evidencia cuando Sebastián Elcano y sus diecisiete compañeros volvieron de la primera vuelta al mundo sanos y salvos, aunque maltrechos. Esto explica la emoción de las gentes de todas clases, aun de los más doctos, por aquella hazaña, pues era la prueba de que el horror al vacío (horror vacui) estaba injustificado. La verdad es que hasta entonces nadie se atrevía a adentrarse por el Mar Tenebroso, no sólo por miedo a monstruos y dragones, ni siquiera por la zona perusta (Aristóteles) ni el pulmón marino (Estrabón), sino por auténtico terror a quien se arriesgase a pasar más allá del límite del océano caería en el vacío, siendo devorado por el mismo. A pesar de que ya se conocía la esfericidad de la Tierra, aún se ignoraba la ley de gravitación, y se suponía que aquel que avanzase demasiado lejos por la superficie terrestre llegaría un momento que se vería arrojado al espacio, fuera del mundo. Los mismos contemporáneos de Colón aún creían en todas esas fantasías, y romperlas exigía ua arrojo y un valor casi temerarios. (José Luis Abellán)

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