Oro: Extracción:
Presentación: Polvo, pepitas y filones:
Los alquimistas estuvieron durante siglos buscando sin conseguirlo la piedra filosofal que transformara los metales en oro.
El oro se presenta en formaciones rocosas y en depósitos aluviales o placeres, que pueden ser de origen reciente y estar cerca de la superficie, o profundos y antiguos y hallarse cubiertos con rocas depositadas posteriormente. En los placeres, el oro metálico aparece mezclado con guijos, arena o arcilla, al haber sido transportado desde su lugar de origen por la acción del agua y depositado en su nuevo emplazamiento por acción mecánica, por deposición química o por una y otra. En los depósitos aluviales se presenta en fragmentos de tamaño variable desde el de partículas pulverulentas hasta el de grandes pepitas. Los depósitos auríferos que desencadenaron las riadas humanas hacia California, Australia y Alaska, eran aluviales, al igual que los yacimientos de los Urales en Siberia. En la más importante fuente de oro de Africa del Sur, que produce la mayor parte de las existencias mundiales de este metal, aparece formando venas o filones.
Proceso de separación del oro:
El brillo del sueño dorado de los buscadores de oro del lejano Oeste se apaga bien pronto al sumar el coste del trabajo con el equipo necesario y la contaminación resultante del proceso. Mientras los héroes de las películas de Hollywood dan con pepitas de oro removiendo un poco su cedazo, en una explotación de oro real hay que revolver una tonelada de roca, arena o grava para obtener sólo medio gramo de oro. Pero, por otra parte, excavar o dragar no es más que el primer paso.
Además de ser uno de los metales más escasos en el mundo, el oro es también uno de los menos reactivos. Uno de los pocos elementos que interactúa con él es el cianuro, que puede convertirse en un contaminante poderosísimo en el aire, el agua y el suelo de los alrededores de las minas de oro. Por ser difícil de eliminar de modo económico, las soluciones de desecho que contienen cianuro se dejan a menudo en charcas al aire libre, para que este elemento sea descompuesto con el tiempo por la luz ultravioleta.
En el método tradicional de procesado de oro se añade el cianuro al mineral triturado, y la mezcla de oro disuelto se filtra a través de carbón vegetal activado. El carbono presente en el carbón atrae al oro, que se separa de la solución. El concentrado de oro se lava después para eliminar el carbón y pasa al proceso final
se presenta una dificultad añadida cuando la mena del oro contiene carbón de modo natural, lo que se da en el 40% de las minas de EE.UU. En este caso, el compuesto disuelto de oro permanecerá unido al carbono de la mena y no serán atraídos por el carbón vegetal. Para evitarlo, los minerales que contienen carbono se pueden pretratar de varias maneras. En la más corriente, el mineral es finamente molido y tostado a temperaturas elevadas para quemar el carbono. Alternativamente, se hace burbujear gas de cloro a través de un lodo de agua y mineral molido para oxidar el carbono. Ambos procesos son costosos y contaminantes, lo que puede hacer antieconómica la explotación.
Microorganismos para separar el oro de la mena:
Determinadas especies de bacterias, hongos y algas que producen y absorben iones de cianuro proporcionan una salida al problema. Añadiendo estos microbios al mineral molido se elimina la necesidad de tratamiento adicional y resulta posible procesar minerales con un contenido en oro bajísimo, de hasta 50 miligramos por tonelada.
Si bien estos métodos de utilización de microbios en explotaciones auríferas han sido ya patentados, siguen en vías de desarrollo y no se utilizan aún a gran escala. Se libera una solución de microbios productores de cianuro en un tanque que contiene lodo de mineral aurífero finamente pulverizado. Tan pronto como el mineral entra en contacto con el cianuro, el oro presente en él se oxida para formar un compuesto de oro y cianuro. El oro soluble es absorbido entonces por las células de los microorganismos, proceso químico automático que tiene lugar incluso cuando los microbios están muertos. Esta bioabsorción puede ser utilizada en minerales que contengan carbono, sin necesidad de tratamiento previo. Los microbios presentan una afinidad para el oro disuelto muy superior a la del carbono presente de modo natural en el mineral, al que vencen con facilidad en la competición por hacerse con el oro disponible.
Después de que el oro ha sido absorbido por los microbios, la mezcla es enviada a un tanque de decantación, donde los microorganismos van a parar al fondo. La separación de los mcrobios del mineral puede acelerarse añadiendo compuestos químicos, centrifugando, filtrando o seleccionando. Los microbios separados son entonces secados y quemados, y se recupera el oro de sus cenizas. cada tonelada del mineral produce aproximadamente un cuarto de kilo de biomasa desecada, de la cual tan sólo el uno o el dos por ciento es oro. (E.S.Grace)
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► Explotación a cielo abierto de Las Médulas (s.I d.C.):
Galicia es una de las regiones de Europa con más hallazgos de antiguos adornos de oro.
Su fuente principal estaba en la zona del Sil, donde los romanos se afanaron con gran empeño hasta agotar el mineral.
Por medio de un túnel en la roca vaciaron la montaña Las Médulas (El Bierzo, León).
Plinio el Viejo, hace una descripción de la explotación a cielo abierto con numerosos detalles técnicos.
Durante su juventud había sido administrador de las minas, las mayores de su tipo en todo el imperio.
Los romanos utilizaban el sistema llamado Ruina montium para extraer oro en explotaciones mineras abiertas.
Para separar los componentes de tierras de aluvión con polvo de oro, el agua de arroyos se canalizaba y embalsaba en la parte superior de la mina.
Una serie de compuertas daban acceso a una red de canales excavados con múltiples ramificaciones en función de la orografía.
Los canales se convertían en túneles cuando se hacía necesario salvar obstáculos compactos de considerable tamaño.
► Golden Rush:
Según contaba el buscador con suerte George Carmack, en agosto de 1896, recorriendo la parte alta del Rabbit Creek, un arroyo del Klondike, su grupo encontró un lugar muy prometedor con abundancia de pepitas a simple vista. Colocó un escrito en el tronco de un abeto y marcó cuatro zonas de quinientos pies a lo largo del arroyo para sus dos acompañantes. Más tarde daría al lugar el nombre de Bonanza Creek. Se disponía a marchar a Fortymile para registrar legalmente el lugar cuando vio a otro grupo de tres buscadores conocidos a los que avisó del hallazgo. Para reclamar nuevas concesiones en los aledaños entre sus conocidos avisó con la antelación suficiente a algunos pero se abstuvo de hacerlo con otros.
En el Yukón, según un censo de 1900 de Skagway, ciudad de la costa, el 95% de sus habitantes eran hombres y de ellos el 96% eran blancos. Durante la fiebre de Klondike acudieron a localidades como Dawson City o Circle City muchas mujeres para las que no había disponibles puestos de trabajo con un sueldo suficiente para vivir. Las concesiones mineras eran otorgadas únicamente a los hombres. Entre ellas las que resultaban peor tratadas eran las trabajadoras sexuales indígenas y de ascendencia africana. Muchos de los buscadores estaban tan mal preparados para tan inhóspito entorno que no habrían sobrevivido sin la ayuda de los indígenas de la zona.
En 1898 Jack London, con 22 años de edad, había pasado en el Yukón por penalidades y escorbuto, y todo el polvo de oro que obtuvo tenía un valor de 4 dólares y medio.
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