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Oro americano



Oro americano:

Carta de Colón:
De allí sacarán oro; en otras tierras, para haber de lo que hay en ellas, conviene que se lo lleven, o se volverán vacíos, y en la tierra es necesario que fíen sus personas de un salvage. Del otro que yo dejo de decir, ya dije por qué me encerré; no digo así, ni que yo me afirme en el tres doble en todo lo que yo haya jamás dicho ni escrito, y que yo estó a la fuente, genoveses, venecianos y toda gente que tenga perlas, piedras preciosas y otras cosas de valor, todas las llevan hasta el cabo del mundo para las trocar, convertir en oro: el oro es excelentísimo, del oro se hace tesoro, y con él, quien lo tiene hace cuanto quiere en el mundo, y llega a que echa las ánimas al Paraíso. Los señores de aquellas tierras de la comarca de Veragua, cuando mueren entierran el oro que tienen con el cuerpo, así lo dicen: a Salomón llevaron de un camino 666 quintales de oro, allende lo que llevaron los mercaderes y marineros, y allende lo que se pagó en Arabia. De este oro hizo 200 lanzas y 500 escudos, y hizo el tablado que había de estar arriba dellas de oro y adornado de piedras preciosas, e hizo otras muchas cosas de oro, y vasos muchos y muy grandes y ricos de piedras preciosas. Josefo, en su crónica De antiquitatibus lo escribe. En el Paralipómenon y en el libro de los Reyes se cuenta de esto. Josefo quiere que este oro se hubiese en la Aurea; si así fuese digo que aquellas minas de la Aurea son unas y se convienen con estas de Veragua, que, como yo dije arriba, se alarga al Poniente 20 jornadas, y son en una distancia lejos del polo y de la línea. Salomón compró todo aquello, oro, piedras y plata y allí le pueden mandar a coger si les place. David dejó en su testamento 3.000 quintales de oro de las Indias a Salomón para ayuda de edificar el templo, y según Josefo era el destas mismas tierras. Hierusalem y el monte Sión ha de ser reedificado por manos de cristianos: quién ha de ser, Dios, por boca del Profeta, en el décimo cuarto salmo lo dice. El Abad Joaquín dijo que éste había de salir de España. San Jerónimo a la santa muger le mostró el camino para ello. El Emperador del Catayo ha días que mandó sabios que le enseñen en la fe de Cristo. ¿Quién será que se ofrezca a esto? Si nuestro Señor me lleva a España, yo me obligo de llevarle, con el nombre de Dios, en salvo. Esta gente que vino conmigo han pasado increíbles peligros y trabajos. Suplico a V. A., porque son pobres, que les mande pagar para luego, y les haga mercedes a cada uno según la calidad de la persona, que les certifico que a mi creer les traer las mejores nuevas que nunca fueron a España. El oro que tiene el Quibian de Veragua y los otros de la comarca, bien que según información él sea mucho, no me pareció bien ni servicio de Vuestras Altezas tomarlo por vía de robo: la buena orden evitará escándalo y mala fama y hará que todo ello venga al tesoro que no quede un grano. Con un mes de buen tiempo yo acabara todo mi viage; por falta de los navíos no porfié a esperarle para tornar a ello, y para toda cosa de su servicio espero en aquel que me hizo y estaré bueno. Yo creo que V. A. se acordará que yo quería mandar hacer los navíos de nueva manera: la brevedad del tiempo no dio lugar a ello, y cierto yo había caído en lo que cumplía. (Colón, Carta sobre el cuarto viaje, 1502-1504)

Carta de Américo Vespucio (1500):
Ninguna especie de metal allí se encentra, excepto oro, el cual en aquellos países abunda, aunque nada de ello hemos traídos nosotros en esta nuestra primera navegación; y de esto nos dieron noticias los habitantes, los cuales nos afirmaban que allá tierra adentro había grandísima abundancia de oro y que entre ellos no es estimado en nada ni tenido en aprecio. (Américo Vespucio a Lorenzo di Pierfrancesco de Medici)

Orfebrería Quimbaya:
Las Quimbayas y sus vecinos desarrollaron una de las más avanzadas orfebrerías de todo el mundo prehispánico, tanto técnica como artísticamente. Los Quimbayas históricos utilizaron el oro de filones auríferos practicando galerías inclinadas, tan estrechas que sólo un hombre podía descender por ellas; era un trabajo reservado a los esclavos. Y utilizaron también el oro aluvial. Aunque también usaron el cobre, el material más utilizado fue la tumbaga con un bajo contenido de oro, un 30 por 100, dorando después la superficie. Entre las herramientas para el trabajo del metal se cuentan agujas, cinceles, espátulas, cuchillos, grapas, botadores y buriles, así como sopletes de arcilla y crisoles de piedra o de arcilla refractaria. La variedad de técnicas conocidas fue asombrosa: fundición en molde abierto para pequeños objetos macizos; fundición a la cera perdida para ejemplares huecos y para añadir adornos a la figura principal; repujado y martillado, laminado... Otras técnicas secundarias y utilizadas sobre todo para decoración fueron el hilo fundido, la falsa filigrana, el recorte, el calado, la incisión, la aplicación engarzada y engastada. Aunque conocieron el sistema de soldadura, generalmente usaban el procedimiento del vaciado a la cera, que constituía una especie de soldadura indirecta. Algunos objetos fueron fabricados con oro metálico, en granulos finos, o simples cristales reducidos de una solución aurífera, en forma de oro precipitado. El oro en este estado y mezclado con una sustancia plástica y aglutinante, se puede trabajar, humedecido como si fuera arcilla, directamente con las manos. Posteriormente se puede hacer tan consistente como se desee con un calentamiento proporcional hasta darle aspecto de oro fundido y de hecho se han confundido los objetos realizados de este modo con los vaciados a la cera. Las obras más antiguas de orfebrería Quimbaya pueden remontarse al 400-500 d. C. y entre ellas las mejores se encuentran en una colección descubierta en 1891, en unas tumbas del distrito de Finlandia, parte de la cual se encuentra en el Museo de América de Madrid. Fue regalada al gobierno español en 1892 con ocasión de la celebración del IV Centenario del descubrimiento de América y es conocida vulgarmente con el nombre de Tesoro de los Quimbayas. Entre las representaciones más comunes se encuentran las figuras humanas, de gran interés etnográfico, que parecen representar personajes de alto rango. Son hombres y mujeres, de pie o sentados, desnudos, pero con gran cantidad de adornos en forma de diademas, narigueras y orejeras de formas diversas, collares y bandas en los tobillos y bajo las rodillas y en las manos, elementos rematados en formas espirales o los objetos utilizados para el consumo de la coca. Abundan las narigueras de formas variadas, anulares, de media luna, triangulares, laminadas o claveteadas, y unas en forma de clavo torcido o torzales, de interés porque parecen corresponder a las últimas fases del desarrollo cultural quimbaya. Hay también pectorales, pinzas de depilar en forma de conchas de almeja, mascarillas, cucharas, recipientes de formas varias y pequeños insectos que constituyen cuentas de collar. También se representan armadillos, aves, peces, tortugas... (Emma Sánchez Montaner)

Ponderación de la mina:
La mina, junto a las explotaciones perlíferas, fue la reina de la lejana América hasta fines del siglo XVI, en que, por falya de hombres, comenzó su decadencia. En la jerarquía de tesoros del siglo XVI se da la proporción de 78 a 80% de plata, 17 a 19% de oro y 1 a 2% de perlas. Juntos representaban cerca del 95% del conjunto de valores exportados hacia Europa. En los últimos años del s.XVI el azúcar, los cueros, los tintes (cochinilla, índigo) y la farmacopea representaban del 7 al 8% de las exportaciones. Hacia el s.XVIII alcanzaron porcentajes del 15 al 20%. Los tesoros americanos y el trigo mediterráneo guardan una relación porcentual de valor del orden de 1 a 35 (un siglo de producción de trigo equivalía a 900.000 toneladas de plata). Aunque la riqueza surgida de las minas de América quedaba a mucha distancia de la producción agrícola de Europa, ningún otro producto intercambiado por vía marítima pudo compararse a los tesoros americanos, que, a través del Atlántico, enjugaron el déficit de la balanza de pagos del Nuevo Mundo durante todo el siglo XVI. En la época del saqueo, a principios del s.XVI y con una producción anual de 10 a 15 t de equivalente plata. El proceso productivo pudo implicar la intervención de medio millón de hombres. A fines del s. XVI entre 150 y 200.000 trabajadores conseguían una producción 15 veces superior a la de principios de siglo, pero con un valor dos veces y media superior, teniendo en cuenta la radical caída del poder adquisitivo de la plata. La empresa minera era posible a condición de que el trabajo del indio fuera casi gratuito, bien directamente, como en el caso de Perú, o indirectamente, como en México. Aquí fueron los obrajes, productores de mantas, los que recurrieron al trabajo forzado remunerado por debajo del coste de producción y de reproducción del hombre.

El precio de la extracción en vidas de indios:
Cualquiera que haya seguido a través de los textos la interminable teoría de los mitayos -hombres, mujeres y niños- que a lo largo de las rutas andinas, a veces de mil o dos mil kilómetros, se dirigían a una muerte segura, o se haya dedicado a pensar en el trabajo del minero en la mina de altura, sabe bien que el precio de la producción y de la reproducción del hombre no se ha pagado todavía, y que sin esto, la plata del Nuevo Mundo no hubiese podido existir. Mina subárida, de altura como paliativo contra las inundaciones, de bajo nivel técnico, en espera de las bombas de vapor, fue explotada quén sabe a costa de cuántos sufrimientos. La falta de oxígeno resultaba tanto más perniciosa cuanto mayor era el esfuerzo exigido. Algunos pozos tenían la boca a más de cinco mil metros de altitud: incluso los indios de los antiplanos vivían en el cerro de Potosí por encima del óptimo de altitud al que su organismo se había adaptado. Además, el frío, la escasez de alimentos, las oscilaciones térmicas. Largas filas de hombres y mujeres, pesadamente cargados de mineral, avanzando por un suelo resbaladizo, en una atmósfera pobre en oxígeno, saturada de gas carbónico, caliente y húmeda, con sus cuerpos chorreando calor, al final de las largas rampas entraban bruscamente en contacto con temperaturas inferiores a cero. Ignoramos cuántos hombres llegaron a trabajar en la mina a fines del siglo XVI, pero resulta claro que en total, directa o indirectamente, murieron algunos millones. (Chaunu)

Aumento de las reservas europeas (ss.XVI y XVII):
Las importaciones más cotizadas de América -de donde llegaban tintes, perlas y azúcar-, eran, naturalmente, el oro y la plata. La búsqueda de metales preciosos, de los que existía en Europa, a fines del siglo XV, una escasez desesperante, había sido el principal impulso conductor de las aventuras coloniales, y la fe de los conquistadores se vio ampliamente recompensada en América. Ya en los primeros años se habían hallado pequeñas cantidades de oro en las Antillas, suficientes para excitar el apetito de muchos aventureros. Las conquistas de Méjico y el Perú trajeron consigo el descubrimiento de minas de oro y plata, descubrimiento que culminó en 1545 con el hallazgo de las fabulosas minas de plata de Potosí, al sudeste del lago Titicaca. La explotación a gran escala de los enormes recursos de Potosí sólo empezó realmente hacia 1560, cuando se descubrió un nuevo método para el refinado de la plata mediante una amalgama de mercurio, mineral suministrado principalmente, en aquella época, por las minas de Almadén. A partir de este momento, la producción de plata superó ampliamente la de oro, y de 1503 a 1660 llegaron a Sevilla unos 16 millones de kilos de plata -casi el triple de las reservas europeas- frente a 185.000 kilos de oro, cantidad que venía a aumentar en una quinta parte las existencias de oro en Europa. (Helliott)

Antiguos medios de pago:
► Las bandas de cazadores-recolectores recurrían al trueque para obtener productos de procedencia algo lejana como conchas marinas, pigmentos, pedernal y obsidiana. Los yacimientos de sílex se explotaron de forma organizada mediante labores especializadas. Las chispas que se desprenden al golpear pedernal se utilizaban para encender fuego, propiedad que se aprovecharía para las armas de chispa como arcabuces. Las conchas blancas (cauris) se utilizaron como moneda durante unos 4.000 años en toda África, el Sudeste Asiático, Asia oriental y Oceanía. En la Uganda Británica, a principios del siglo XX, todavía podían pagarse los impuestos mediante cauris. ► Durante la Alta Edad Media la moneda acuñada con garantías se convertía en más fiable. Odón de Cluny (878-942), figura relevante como para entrevistarse con papas en sus viajes a Italia, consiguió permiso para que su respetada orden acuñase moneda. Las limosnas recolectadas daban a las comunidades religiosas un papel económico determinante porque podían afrontar proyectos de ambiciosas dimensiones con la necesaria financiación. Bernardo de Claraval, en su escrito Apología a Guillermo (1124) critica los excesos cluniacenses: La iglesia relumbra por todas partes, pero los pobres tienen hambre. Los muros de la iglesia están cubiertos de oro, pero los hijos de la iglesia siguen desnudos. Por Dios, ya que no os avergonzáis de tantas estupideces, lamentad al menos tantos gastos. ► Jacques Coeur (1395-1456) fue un financiero con dotes excepcionales para la gestión económica. En 1435 Carlos VII lo puso a cargo de la acuñación de moneda en Francia. Incrementó tanto su fortuna personal e influencia que fue implicado en la muerte por envenenamiento de la favorita del rey, condenado a prisión y privado de su fortuna. Protegido tras su huída por el papa Nicolás V, murió en la isla de Quíos. ● Mientras el Rey inglés, que no tenía ingresos propios, tuvo que ceder poder y atenerse a las reglas del juego para lograr el consentimiento de sus vasallos a los impuestos; la Corona española pudo gobernar de forma absoluta durante dos siglos más gracias a la plata y el oro de América. (Luis Garicano, 2015)

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