Plancton:
Conjunto heterogéneo de organismos que viven en suspensión en las aguas de los océanos, lagos, estanques y ríos. Como son incapaces de moverse, o a lo sumo realizan movimientos erráticos, están a merced de las corrientes y de las olas. Pueden dividirse en dos grupos principales: fitoplancton y zooplancton.
Cuantitativamente los invertebrados constituyen el 95% del total de las especies conocidas.
Fitoplancton:
Compuesto de vegetales, cuyos componentes son todos microscópicos. Tanto de mar como de agua dulce comprende bacterias, organismos afines a ellas y plantas verdes (algas) en forma de células aisladas o pequeñas colonias.
La densidad del fitoplancton marino es determinable gracias a su pigmentación. La clorofila absorbe la luz solar y el dióxido de carbono atmosférico, sintetizando alimento orgánico. La luz reflejada por la clorofila de las plantas microscópicas marinas permite que los detectores de algunos satélites puedan medirla con bastante exactitud. Los científicos pueden conocer medir la concentración de fitoplancton de los océanos y mares, así como la cantidad de dióxido de carbono absorbida por aquellos. El resultado es una auténtica radiografía del aparato respiratorio del planeta. El plancton crece espectacularmente en primavera en el Atlántico Norte.
En muchas especies que viven unidas de forma permanente al sustrato (sésiles) las larvas poseen capacidad de locomoción. Durante el periodo de su ciclo vital en el que se desplazan forman parte del plancton. Se desplazan de una manera más o menos activa dentro de las grandes masas de agua que se mueven por efecto de las corrientes.
Cuando se dan las condiciones favorables se dirigen hacia el fondo y se fijan a un sustrato de forma más o menos permanente.
Algunas dan lugar a estructuras corporales muy simples, como es el caso de las esponjas, los corales, las anémonas y las gorgonias.
Son animales pluricelulares muy primitivos que carecen de una cabeza o de una región cefálica y de elementos que les permitan desplazarse.
El hierro y el crecimiento del fitoplancton:
En la costa antártica, todos los años, durante los seis meses de luz solar, el fitoplancton florece en una estrecha zona a lo largo de de la costa. Constituye el alimento de inmensos cardúmenes de krill, que son a su vez el alimento diario de focas, pingüinos y ballenas. Lejos de la costa el Océano Antártico es mucho menos fértil aunque están presentes los principales nutrientes, y tanto la temperatura como la luz solar son similares. Parece ser que la falta de hierro es lo que determina el escaso crecimiento del fitoplancton.
El hierro es muy poco soluble en agua marina y tiende agruparse en torno a partículas orgánicas que se hunden hasta el fondo. En cada partícula de suciedad hay un cinco por ciento de hierro. El hombre usa el hierro para todo. Más de la mitad del hierro que hay en el mar abierto procede del polvo de la atmósfera que se deposita allí y no de las corrientes que ascienden con los nutrientes.
En el Atlántico ecuatorial los vientos que barren el Sahara llevan el polvo muy lejos hasta Barbados. A lo largo de esta ruta no hay escasez de hierro en el agua. Pero los que soplan sobre el Antártico no cruzan casi ninguna tierra que no esté cubierta de hielo, de modo que apenas llevan polvo ni hierro al océano.
Sustancias orgánicas disueltas:
En su mayor parte son muy resistentes al ataque bacteriano.
De gran importancia para el crecimiento de los organismos marinos son algunos compuestos producidos por el metabolismo de otros organismos.
Entre los principales están los aminoácidos, carbohidratos, lípidos y vitaminas.
Muchas especies de fitopllancton necesitan para su crecimiento vitaminas como la tiamina, la biotina y la vitamina B12 (cianocobalamina).
Los organismos unicelulares heterótrofos son altamente dependientes de la B12.
Esta vitamina es sintetizada en su mayor parte por bacterias y su distribución vertical y variaciones estacionales muestran analogía con las de las sales nutritivas.
Tembién es importante la presencia de fitohormonas o auxinas, factores reguladores del crecimiento.
Zooplancton:
Compuesto de animales, con excepciones son microscópicos o escasamente visibles a simple vista. El de agua dulce está integrado principalmente por protozoos (animales unicelulares) y rotíferos, que miden entre diez milésimas de milímetros y 0,5 mm de largo, junto con gran variedad de pequeños crustáceos, cuya longitud oscila entre los 0,50 y 0,25 mm. Protozoos y crustáceos son también los elementos dominantes del zooplancton marino, acompañados de medusas, algunos gusanos, moluscos diminutos y microscópicas fases larvarias de muchos animales que viven en el fondo del mar cuando son adultos.
Una vez alcanzado el estado adulto algunos invertebrados marinos forman parte del zooplancton. Entre ellos están:
Foraminíferos: protozoos rizópodos con pseudópodos sin película superficial rígida, algunos con esqueleto interno o externo calcáreo o silíceo.
El orden de los radiolarios pertenece también a esta clase.
Misidáceos: que son crustáceos con el cuerpo segmentado en número constante.
Copépodos: crustáceos sin caparazón y con un gran ojo en el centro de la cabeza.
Rizópodos:
Los foraminíferos y los radiolarios, ambos de la clase de los rizópodos, protozoos marinos unicelulares, se encuentran en cantidades tan abundantes que han llegado a formar gruesas capas de sedimentos de gran importancia en los estudios geológicos. En los foraminíferos el caparazón de carbonato cálcico está surcado por cadenas de poros
de los que salen los pseudópodos, por medio de los cuales se alimentan y desplazan.
En épocas geológicas anteriores había especies que llegaron a tener un diámetro de varios centímetros, como los Nummulites. Su presencia en los estratos es utilizada para definir períodos geológicos. Durante el Cretácico alcanzaron su máximo apogeo y con frecuencia son llamados animales cretácicos.
Distribución:
Las mayores poblaciones se hallan en altas latitudes y en aguas alejadas de la costa o en alta mar. Las llamadas mareas rojas se deben a grandes cantidades de protozoos. Apenas hay organismos vivientes por debajo de los 200 metros de profundidad. Las poblaciones máximas aparecen entre los meses de abril y octubre. Las invernales suelen ser inferiores al 20 por ciento de la máxima de verano. Algunos crustáceos establecen ciclos migratorios verticales cada 24 horas. Comienzan a descender al amanecer y ascienden al atardecer. Los residuos digestivos y los cadáveres son convertidos por las bacterias en alimento del fitoplancton, alimento principal del zooplancton.
El meteorito KT, que golpeó el planeta hace 65 millones de años, acabó con el 70% de las especies que existían y la totalidad de los dinosaurios.
El lecho del mar en el que cayó, a 10 metros de profundidad, estaba compuesto de roca rica en azufre y el impacto esparció grandes cantidades de ácido sulfúrico. Durante varios meses por todo el planeta cayeron lluvias lo suficientemente ácidas como para quemar la piel. Desaparecieron el 92% de los foraminíferos mientras que otros organismos como los diatomos, diseñados según un plano similar y que vivían al lado de ellos, salieron relativamente ilesos.
Disminución de las capturas:
Los pescadores españoles del Mediterráneo llevan algunos años enfrentándose al problema de sardinas y boquerones de poco gramaje. El problema se presenta en las redes que se calan entre el golfo de León, en el sureste de Francia, hasta Castellón. Un trabajo de Claire Saraux y Elisabeth van Bederen para el Institut Français de Recherche pour l'Exploitation de la Mer (Ifremer), alerta de que un cambio en la composición del plancton incide en la alimentación del pescado. El pescado azul es muy sensible a cambios en el ambiente. Según el Instituto de Ciencias del Mar, ente que depende del CSIC, la biomasa de la anchoa o boquerón disminuyó para volver a recuperarse, pero no parece ser el caso de la sardina. Hay cinco veces menos sardina que en los años 90. En los caladeros del Cantábrico, donde los pescadores acordaron un parón de 5 años tras un colapso de las capturas de anchoa, se fijó el tamaño mínimo en 11 centímetros.
El sabor del plancton:
El biólogo marino doctor A.D.Bajkov nos sugirió la idea y nos envió una manga a la medida de los seres que íbamos a cazar. La "manga" era una tela de seda, con casi mil intersticios por centímetro cuadrado; tenía la forma de un gran embudo, con la boca cosida a un aro de acero de cincuenta centímetros de diámetro, y la remolcábamos detrás de la balsa. Como en cualquier clase de pesca, el resultado variaba según el tiempo y el lugar. A medida que el mar se volvía más caliente en nuestro avance hacia el oeste, iban disminuyendo las capturas y siempre alcanzamos los mejores resultados por la noche, porque parece que muchas especies se sumergen más cuando brilla el sol. De no haber tenido otra manera de matar el tiempo a bordo de la balsa, hubiera sido entretenimiento bastante el estar echados con las narices en la manga. No por el olor, que es detestable, ni porque la vista fuera apetitosa, pues aparecía como un horrible revoltijo, sino porque extendíamos el plancton en una tabla y examinábamos a simple vista cada uno de esos bichejos por separado, teníamos ante nosotros las más fantásticas variedades de formas y colores.
La mayor parte eran pequeñísimos crustáceos en forma de camarones (copépodos) o huevos de pescado que flotaban en la superficie; pero había también larvas de peces y moluscos, curiosos cangrejos miniatura de todos los colores, medusillas y una variedad infinita de pequeños seres que podían haber sido sacados de la Fantasía de Walt Disney. Algunos parecían veteados en todas direcciones, fantasmillas recortados en papel celofán, mientras que otros semejaban pequeñísimos pajarillos de pico rojizo, con conchas duras en lugar de plumas. No había fin para la extravagante inventiva de la naturaleza en el mundo del plancton. Cualquier pintor surrealista se hubiera dado aquí por vencido. En le punto en que la corriente de Humboldt vira hacia el oeste, al sur de la línea ecuatorial, podíamos sacar de la manga varias libras de puré de plancton en pocas horas. El plancton salía como un pastel, con capas de distintos colores: pardo, rojo, gris y verde, según los diferentes campos que habíamos atravesado. De noche, cuando había fosforescencia, era como tirar de un saco de centelleantes alhajas. Pero cuando las sacábamos, este tesoro de piratas se convertía en pequeños y brillantes camarones, cangrejos, y larvas fosforescentes de pescado, que brillaban en la oscuridad como un montón de brasas. Cuando poníamos en una vasija el blando mejunje, se extendía como un manjar mágico compuesto de pequeñas luciérnagas. Nuestra cosecha nocturna era tan repugnante de cerca como linda y atractiva había sido de lejos. Pero aunque oliera mal, tenía en cambio un sabor muy agradable, si uno tenía el valor de meterse en la boca una buena cucharada de fósforo. Si la cucharada contenía camarones enanos, sabía a pasta de camarones, langosta o cangrejos, y si consistía sobre todo en huevos de peces profundos, sabía a caviar y a veces a ostras. (Thor Heyerdahl. La expedición de la Kon-Tiki)
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