Piratería
John Hawkins



Sir John Hawkins (Plymouth, Devon 1532-Puerto Rico 1595):
Comenzó su carrera en el comercio marítimo africano y pronto se convirtió en el principal comerciante de esclavos británico. Para sus incursiones a enclaves portugueses en Africa hacía con frecuencia escala en Tenerife. Inició un conflicto con los españoles llevando esclavos de Guinea a las Indias. Tráfico prohibido a extranjeros no autorizados. Su primer embarque de esclavos (1562-1563) fue por cuenta de una sociedad londinense. Robó mercancías y esclavos de barcos portugueses apostados en Guinea. Con amenazas de ataques exigía a las autoridades locales que le permiteran vender su carga a los colonos de las tierras americanas de Felipe II. Tras su regreso a Londres Felipe II sigue sus preparativos a través de la correspondencia que mantiene con el embajador español Silva. Su primera expedición fue tan rentable que en la siguiente (1564-1565) contó con la participación de un selecto grupo que incluía a la reina Isabel I. Su tercer viaje en compañía de Drake (1567-1569) acabó en desastre. Su última acción al abandonar el fondeo en Santa Cruz de Tenerife hacia La Gomera fue disparar sobre la parte habitada de la ciudad. Después de la venta en el Caribe de mercancías y esclavos capturados en Guinea, necesitado de provisiones y carenado, entró con engaños en San Juan de Ulúa, cerca de Veracruz. Permaneció mediante coacciones hasta la llegada de barcos de la flota de Indias. En un combate entre barcos en fondeo su escuadra se retiró con la pérdida de cuatro de los seis barcos. Este combate abierto suponía una clara extralimitación en el procedimiento agresivo que tenía pactado con Isabel I.

En 1571 ayudó a impedir una conspiración que pretendía la sustitución de Isabel I por María Estuardo en el trono de Inglaterra. En 1577 Hawkins sucedió a su suegro, Benjamin Gonson, como tesorero de la marina. Más tarde (1589) asumiría nuevas responsabilidades como organizador. Destaca su labor de reconstrucción de viejos galeones y el diseño de barcos más rápidos y mejor artillados. Estas mejoras hicieron posible la victoria sobre la Armada Invencible (1588). A bordo del Victory, ocupó el tercer lugar en el mando durante el enfrentamiento con la Armada Invencible. Su participación en este acontecimiento le valió el ser nombrado caballero. Aunque carecía del genio estratégico de Drake, fue valeroso y supo aplicar sus conocimientos sobre los nuevos navíos. Fue el artífice de la estrategia de bloqueo en las Azores para interceptar los barcos españoles en su regreso de las Indias. En 1595, con 63 años de edad, partió junto con Francis Drake en una flota de 27 barcos para asaltar los puertos españoles en las Indias. Murió en la víspera de un ataque fracasado a Puerto Rico (12 noviembre 1595).


Hawkins en Tenerife (1560 y 1567). Por José Manuel Ledesma:
A partir de 1598, una media mensual de tres navíos de corso británicos llegaban a los puertos de Santa Cruz y Garachico, suponiendo los robos y los rescates un gran detrimento para el comercio y la navegación de cabotaje. El pirata más representativo de esta primera época fue John Hawkins que, fingiendo ser un honrado comerciante de paños y vinos, llevó a cabo su primer viaje a Santa Cruz en 1560. Cuando regresó al año siguiente, comunicó al Cabildo que no se atrevía a descargar las telas que traía por temor a que fueran a imputarle el hurto de una nave de la carrera de Indias, pero debido a que la ropa llegaba oportunamente, se le aseguró que no había mala disposición en su contra. Repitió el viaje un año más tarde, llevándose de piloto al vecino de Santa Cruz Juan Martín -pues necesitaba un Maestre Canario como requisito legal para su entrada en Guinea- En esta localidad africana saqueó varios barcos portugueses, vendiendo luego lo substraído en Santo Domingo. Buscado y perseguido por sus fechorías, dos navíos suyos, con productos indianos, le fueron confiscados en Lisboa y Sevilla. En 1564 retornó a Tenerife; al conocer que no podía desembarcar en Santa Cruz lo hizo en Adeje, donde la familia Ponte lo recibió y agasajó durante una semana; no obstante, huyó al conocer que en La Laguna acaban de procesarlo por sus violentos actos en Berbería, Guinea y Las Antillas. El gobierno español, provisto de toda la documentación referente a las actividades de Hawkins, presentó su protesta en Londres donde le prometieron que esos desmanes no se repetirían. Pasados tres años (1567) los comerciantes ingleses le nombraron jefe de la mayor expedición mercantil vista en Canarias, siendo dos de estas naves propiedad de la Reina. Aunque la flota se mantuvo a distancia del puerto durante los cinco días de estancia en el fondeadero, el pirata recibió mantenimiento y la visita de numerosos amigos. El Gobernador, Vélez de Guevara, considerando que era difícil apresarlo, puesto que los navíos tenían una artillería superior a la de los Castillos y además no estaban a tiro, no ordenó nada en su contra, por lo que una vez conseguido su deseo de avituallamiento, Hawkins zarpó tranquilamente. (José Manuel Ledesma)


La escala de 1563. Por Luis Cola:
Hay un curioso capítulo de las "relaciones comerciales" hispano-británicas que tiene lugar durante la alcaldía de Juan Báez. Se trata de la inesperada visita que el pirata inglés John Hawkins realizó al puerto de Santa Cruz en junio de 1563, a su regreso de América, con el objeto de aprovisionar sus navíos, que había fondeado frente al Bufadero. El pirata no desembarcó, pero pidió a una barca española que venía de Canaria que solicitase en su nombre permiso para comprar víveres, lo que le fue concedido. Por el acuerdo alcanzado, no sólo comerciaron con Hawkins varios vecinos de Santa Cruz, sino incluso el beneficiario de su iglesia Mateo de Torres y el propio alcalde Juan Báez Cabrera. Por medio de barcas se le suministraron víveres, agua y quince barricas del apreciado malvasía tinerfeño, y los ingleses obsequiaron con un espléndido convite a bordo de sus barcos a los emisarios españoles. no es necesario señalar que cuando llegó la noticia de lo sucedido a las autoridades y al Santo Oficio, se produjeron denuncias de cuyo resultado no tenemos noticias. [...] Poco después, la tranquila vida del puerto se vería alterada por el revuelo producido por la recluta de un contingente de 300 hombres, a los que se unió otra partida de tropas reclutada en Canaria, que se embarcaron en socorro del marqués de Lanzarote, Agustín de Herrera, cuya isla sufría el ataque de los corsarios de Fez. En esta época eran tan habituales las correrías e incursiones de los piratas berberiscos a las islas orientales, como las de los canarios a las costas africanas en busca de botín y rehenes. Sólo el propio Agustín de Herrera llegó a realizar, al menos, catorce de dichas incursiones o cabalgadas. (Luis Cola Benítez)


Sir Richard Hawkins (1562-1622):
Corsario, almirante y parlamentario inglés. Hijo de John Hawkins y continuador de la actividad de su predecesor. Empezó a navegar con su padre distinguiéndose por su valor en los combates. Después de un viaje a Brasil con su tío acompañó a Drake en una operación de ataque a los establecimientos españoles en las Antillas y Florida. Hizo el viaje de regreso en compañía de los colonos que Sir Walter Ralegh había trasladado a Roanoke. Participó en el ataque de la Armada Invencible (1588) al mando del buque Swallow. Dos años más tarde Acompañó a su padre en el intento de capturar la flota de Indias en las costas de Portugal. Esta primera prueba para apropiarse de las riquezas americanas durante su traslado a la Península no tuvo éxito. En 1593, a bordo del buque bautizado Dainty por la reina Isabel>, embarca en una larga expedición pirata a las costas sudamericanas. Tras atravesar el estrecho de Magallanes saqueó Valparaíso. Fue atacado por seis barcos españoles y se vio obligado a rendirse. Estuvo tres años preso en Perú y fue liberado en 1602 a cambio de un rescate de 3.000 libras. En 1603 fue nombrado caballero por Jaime I. Dedicó dos años a escribir Observation on His Voyage into the South Seas, relato interesante aunque lleno de inexactitudes. En 1620, a la edad de 58 años, comandó una expedición contra los piratas berberiscos en las costas mediterráneas del norte de Africa sin gran éxito.

Expedición al mar del Sur (1593). Por Carlos Martínez Valverde:
[...] Como su progenitor, fue de los primeros marinos que se dedicaron al lucrativo y vituperable comercio de esclavos. Esta actividad y atacar a los barcos españoles procedentes de las Indias para saquearlos, fueron el resumen de su vida. En su expedición al mar del Sur en 1593, con dos navíos y una pinaza armados por su cuenta, el mayor de aquéllos de 500 tons y 32 cañones pero con muy mala marinería, le costó gran trabajo pasar el canal de la Mancha; casi tardó tres meses en llegar a las Canarias; después la estima equivocada estuvo a punto de hacerle perderse en las costas de Guinea. El navío donde no iba se volvió a Inglaterra. Sufrió mucho del escorbuto y le maltrató severamente el mal tiempo en esta expedición, de la que dice Lope de Vega en la Dragontea, la hacía Hawkins para vengar la derrota de su padre frente a San Juan de Ulúa. Creyó descubrir las Malvinas, que ya estaban descubiertas por otros, entre ellos por Davis, también inglés, el año anterior. Las llamó Hawkins Maidenland, en honor a la "virginal" Isabel, su soberana, and in perpetual memory of her chastitie. Una vez en el mar del Sur entró audazmente en Valparaíso, robando a los buques allí fondeados. Se dirigió de Valparaíso a Quintero, Arauco y Pisco, y allí les persiguió la armada enviada por el virrey del Perú, compuesta de seis buques, mandados por Beltrán de Castro, pero Hawkins pudo evadirse aprovechando un temporal que sobrevino en la noche, mas al norte del ecuador fueron alcanzados los ingleses por la escuadra del Perú, y ya no pudo evitar la acción. Muchas bravatas decían los ingleses, pero al llegar a las manos con los españoles quisieron arriar bandera, no consintiéndolo Richard Hawkins, que logró hacer una buena defensa. Los prisioneros fueron bien considerados y especialmente Hawkins, tanto en Panamá como en Lima, el Cuzco y Sevilla, tratado siempre con distinción; así el elogia, en su diario, a sus vencedores. En 1602 consiguió la libertad, volviendo a Inglaterra [...].


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