América
Filósofos



Los filósofos sobre América:
Los filósofos del romanticismo han tenido parte destacada en lo que se llamó la disputa del Nuevo Mundo que se inició hacia mediados del siglo XVIII, y se puede decir que perdura aún con referencia a la inferioridad o superioridad de América. La tesis de la debilidad o de inmadurez de la América nace con Buffon que, al examinar en forma comparativa las especies animales en América y en Europa, concluyó que en América la naturaleza viviente es mucho menos activa y mucho menos variada y, se puede decir, mucho menos fuerte. (Euvres, 1826). Las tesis de Buffon ampliaban polémicamente las que el abate De Paw había formulado en un escrito del año 1768 denominado Recherches philosophiques sur les Américains. Thomas Jefferson, un ávido naturalista, indignado con las afirmaciones de Buffon, como respuesta le envió una muestra de piel y astas de un alce de gran tamaño para demostrar que los animales americanos podían ser tan majestuosos como los europeos. Cuando Stephen Jay Gould habla de las descripciones de Buffon de las razas no europeas como inferiores parece incluirlas en la categoría de ideas racistas.

Hegel:
En manos de Hegel las anotaciones de Buffon y de De Paw resultaron, conforme a su sistema y su espíritu, determinaciones absolutas, verdades necesariamente deducidas. América es un mundo nuevo en el sentido de hallarse inmaduro y débil; la fauna es más endeble, pero en compensación la vegetación es monstruosa: Faltan en ella los dos instrumentos del progreso civil, el hierro y el caballo. Por lo tanto América es un mundo nuevo en el sentido de ser joven e inmaduro. Hasta el Archipiélago entre América del Sur y Asia muestra una inmadurez física también en cuanto a su origen. Por todo esto, América siempre se ha mostrado, y sigue mostrándose, física y espiritualmente impotente (Filosofía de la historia). Y si bien esta inmadurez es cierta, quizá precisamente por ella, América es el país del porvenir donde se revelará, en los tiempos que tenemos por delante, y quiza en el conflicto entre la América del Norte y la del Sur, el centro de gravedad de la historia universal. Pero Hegel agrega de inmediato: Como país del porvenir, América no nos atañe en absoluto. El filósofo no se ocupa de profecías. Desde el punto de vista de la historia tenemos que ocuparnos más bien del pasado y del presente, en tanto que la filosofía no se ocupa tampoco ni de aquello que sólo será, sino únicamente de lo que es y es eterno: de la razón; y con esto ya tiene bastante que hacer.

Schopenhauer (1788-1860):
Repetía las observaciones (si así pueden llamarse) acerca de la inferioridad de la fauna americana y de los indígenas y agregaba, en el lenguaje florido de sus apóstrofes, una descripción de los Estados Unidos como un país próspero, pero dominado por un vil utilitarismo y por su ineludible compañera, la ignorancia, que ha abierto el camino a la estúpida mojigatería anglicana, a la necia presunción y a la brutal vulgaridad unida a una estulta veneración por las mujeres. (Die Welt). El elitismo que algunos creen ver en los textos de Schopenhauer sobre un mundo dominado por la mediocridad, es de naturaleza intelectual y moral, no social o económica. Schopenhauer consideraba los viajes como una actividad superficial y un intento de huir del aburrimiento interno, un problema que la gente lleva consigo a dondequiera que vaya.

Tampoco se sustrae a la misma tendencia denigradora la otra rama del romanticismo, el positivismo, que por boca de Comte desvaloriza la importancia de las revoluciones americanas, ve en los Estados Unidos una colonia universal y considera su civilización esencialmente privada de originalidad y simple copia de la civilización inglesa (Cours de phil. positive). El mismo romanticismo inspiraba a Emerson una exaltación mística de América tanto o más fantástica y arbitraria que las denigraciones de los románticos europeos.

Humboldt anotaba (Ansichten der Natur, Ideas de la Naturaleza, 1807) el carácter arbitrario y fantástico de aquellos escritos que pretendían ser científicos o especulativos y que solamente eran prejuicios dogmatizados. Los elementos de la polémica alrededor del Nuevo Mundo perduraron mucho y quizá todavía hoy subsistan. A. Gerbi se extendió sobre la polémica en su obra La disputa del Nuovo Mondo, 1955). (Fuente: N.Abbagnano)

► El capítulo en que culmina Principios de economía política - John Stuart Mill (1848) se titula «Sobre los fundamentos y los límites del laisser-faire o principio de no interferencia». En la relación de las pocas excepciones al principio la más destacada era la empresa de la colonización. La opresión y el despotismo son prácticas válidas para civilizar a los pueblos. El principio de libertad individual no se aplica a estados de la humanidad que aún no están listos para ser gobernados por la discusión libre y entre iguales. Mill no cuestionó radicalmente la estructura social que perpetuaba los roles de género. Pensaba que la libertad de elección es suficiente para que los individuos prosperen y no fue más allá para reconocer las barreras que dejan sin opciones a los que en realidad no pueden elegir su educación o su profesión.

► En Los Miserables (1862) Víctor Hugo describe una sociedad que no ofrece un verdadero refugio o la posibilidad de un nuevo comienzo. En el entorno de la gran ciudad de los personajes la necesidad de movilidad es desesperada y parece imposible escapar del pasado. En las obras mucho más esperanzadas de Dickens están presentes los viajes transformadores de destinos y prometedores cambios de vida.

► El filósofo holandés Cornelius de Pauw llevó muy lejos ideas similares a las de Buffon afirmando que incluso los colonos europeos degeneraban al vivir en América. La idea de degeneración aplicada a sociedades y pueblos encontró firme acomodo en el discurso reaccionario.

► En la sensación que deja la descripción del viaje de Stevenson al Oeste (1879) predominan aspectos negativos e inquietantes. Evoca la belleza de lugares como Monterrey y le gustan California y San Francisco. Pero están muy presentes la lucha, desolación, injusticia social, un abrumador estilo de progreso implacable y la discriminación hacia los inmigrantes chinos.

► En su ensayo La desobediencia civil (1849) Henry David Thoreau señala que los elementos más liberticidas en EE.UU. eran el gobierno, al forzar la obediencia a leyes inmorales, y la sociedad, al presionar para la conformidad y el materialismo, lo que impedía a los individuos vivir una vida verdaderamente libre y consciente. Criticaba al gobierno por los fines imperialistas de la invasión de México, la connivencia con el status quo esclavista y su forma de afrontar las cuestiones morales. En Walden señaló que la implantación del consumismo no permitía el tiempo necesario para la reflexión, la contemplación de la naturaleza y el desarrollo espiritual. El estilo materialista de vida ahoga la individualidad y la verdadera libertad.

► Alexis de Tocqueville en La democracia en América señaló varios rasgos peculiares y remarcables en la sociedad de EE.UU. Destacaba la igualdad de condiciones, ausencia de jerarquías sociales, el individualismo, la asociación voluntaria, la religión como contrapeso moral, descentralización del poder y preponderancia del derecho.

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